Literatura, poder
y disidencia

por
Daniel J. Montoly


La literatura muere una vez Dios cruza el umbral del ejercicio creativo del artista. Porque desaparece algo esencial y fundamental en la creación: la libertad creativa, sacrificada por temor a una súper voluntad exterior o por supeditarse a valores ajenos al arte. El miedo a contradecir los preceptos de la fe o peor aún, a entrar en abierta contradicción contra los valores burgueses que dicha sociedad sostiene refrena el desarrollo creativo.

Sacrificar la voluntad individual para armonizar con esa Verdad Trascendente o bajar los brazos para no ser acusado de subvertir el orden moral tiene su precio en lo referente a calidad así como al desarrollo del saber humano. No en vano gran parte del arte moderno confrontó los límites establecidos en sus tiempos por el Stablishment. Qué mejor ejemplo que el de Baudelaire puede servirnos de ilustración sobre el tema. El célebre juicio que se llevó a cabo en París contra del autor de Las Flores del Mal y su paso por la cárcel por la publicación de la obra. No sólo Baudelaire confrontó este fenómeno también pasó Rimbaud por la misma circunstancia al igual que William Blake en la Inglaterra victoriana. Fueron catalogados como inmorales y objetos de los mismos ataques por los guardianes de la «buena moral».

El pensamiento es el fundamento teórico de toda manifestación artística y como escribiera Bertrand Russell: «El pensamiento es subversivo y revolucionario, destructivo y terrible; el pensamiento es impiadoso para el privilegio, las instituciones establecidas y los hábitos confortables; el pensamiento es anárquico y sin ley, indiferente a la autoridad, y no teme a decantada sabiduría de las edades. El pensamiento contempla el pozo del infierno y no tiene miedo. Ve al hombre, una débil mota, rodeado de insondables abismos: se mantiene soberbiamente, tan impasible como si fuera el señor del universo. El pensamiento es ilimitado, audaz y libre; la luz del mundo y la gloria principal del hombre».

«Jamás podremos, sin embargo, abandonar el libre derecho de examinar leyes, fundamentos, limites, razones, series de enigmas sin fondo con lucido, frío, sutil rigor», planteó hace ya un tiempo el poeta y dramaturgo catalán Salvador Espriu. En ese sentido, no puede existir la creación sino conlleva de por medio el cuestionamiento, análisis exhaustivo de cuanto rodea o condiciona al artista.

Unos de los principales aportes recibidos de La Vanguardia, fue, precisamente, esa búsqueda intensa por cuestionar los límites en todas las esferas del conocimiento humano. El Surrealismo, con André Bretón, dio al traste con todo los valores burgueses hasta ese entonces tenidos como pilares de la civilización occidental. Pero si Bretón hizo abjurar a su hueste de artistas de cualquier relación con el viejo orden, no menos hicieron los futuristas de Filippo Tomasso Marinetti en algunos campos referentes a las convenciones que subscriben el concepto tridimensional del arte. Aunque estos últimos, cabe la aseveración, estaban emparentados, ideológicamente, con el fascismo italiano. Hace ya algunos meses leí una entrevista, interesante, que le hicieran a Pere Gimferrer en el suplemento literario El Cultural. En la misma, el artista erudito que es Gimferrer, abordó diferentes tópicos algunos ajenos entre sí, pero relacionados desde el punto de vista del factor de la creación artística. Aseveró el poeta catalán en torno a los artistas, en este caso refiriéndose al escritor de manera particular: «Todo lenguaje es una subversión al orden...», por tanto ha de entenderse que, en cualquier sociedad el arte será motivo de suspicacia y el creador será tenido como un sospechoso, precisamente, por la labor que desarrolla y por la naturaleza misma de la comunicación.

Precisamente, para saber el poder del lenguaje, voy a citar a modo de ejemplos dos casos: 1) La prohibición de obras literarias en kurdo por parte del gobierno turco contra los escritores de la minoría kurda. Que para no dejar espacio a la duda ya condenó a varios ellos a pena de muerte por desafiar al Estado. 2) La ocupada Palestina por parte del Estado de Israel.

Como una política sistemática del Estado el gobierno israelí ha mantenido una persecución tenaz contra los intelectuales palestinos enviando a muchos de ellos a las cárceles y al exilio. Pero si esto fuera poco, la casa de la cultura palestina fue demolida con la ofensiva israelí 2001 para reocupar los territorios palestinos después de una serie de ataques suicidas por parte de los integristas islámicos. Algo bastante curioso, curioso por decir: ambos odian a los intelectuales, los fundamentalistas y los ocupantes. Los regímenes que han ocupado a otras pequeñas naciones recurren no sólo a las bayonetas, sino también a prohibir cualquier manifestación cultural que pueda reconfigurar la resistencia a ser ocupado.

Tibet constituye otro ejemplo fehaciente del atropello y genocidio de una cultura que resiste a sus ocupantes de una forma no violenta. China por el contrario mantiene un doble discurso en torno al problema y siempre ha incurrido en todo tipo de abusos de poder. El creador, llámese, poeta, escritor, pintor, cineasta, escultor, fotógrafo, etc., es y será considerado siempre un subversivo por el Stablishment; por el poder de comunicación de lo que crea. Como también porque el poder subestima, desdeña la inteligencia y al mismo tiempo recela de la misma. Ya que la inteligencia antepone la razón a la fe, el análisis exhaustivo de cualquier fenómeno desde un punto de vista científico. La fe, por el contrario basa sus fundamentos en la creencia del dogma y el no cuestionamiento al orden establecido. Dicho de otra manera, la inteligencia es horizontal, mientras que la fe es vertical con un rígido principio de autoridad incuestionable al que se debe obediencia ciega. Desde este punto de vista, Dios representa una fuerza extraordinariamente poderosa, omnisciente, omnipotente, absoluta, que se antepone a la voluntad del ser humano; esto desde el punto de vista de la teología judeo-cristiano occidental. Por tanto, el artista en cualquier sociedad fundamentada en dicho concepto correrá la suerte de un cautivo.

Ahora bien, dentro del marco de lo religioso no se concibe un espacio democrático, por tanto las disidencias no se toleran. La voluntad ha de rendirse al poder.

Todo discurso que entre en contradicción con el orden es aplastado férreamente. Para nada sorprende que los regímenes represivos siempre hayan mantenido a raya a los artistas o en casos peores en ataúdes o detrás de los barrotes. No hago referencia a las monarquías europeas del siglo XV, XVI, XVII, me supedito al intento de analizar dos casos trascendentales de la historia moderna. Dos aberraciones del siglo XX. La guerra civil española, con el avance del bando fascista y, finalmente, el asalto a la archifamosa universidad de Salamanca donde se escuchó resonar la frase célebre de: «Muerte a la inteligencia», cuya mejor traducción pudo haber sido muerte al arte a juzgar por el oscurantismo religioso que imperó durante la dictadura franquista en España. Otro ejemplo reciente fue el golpe de estado en Chile por Augusto Pinochet y la quema de libros en las calles de Santiago por las huestes de soldados con actitudes inquisitoriales y los asesinatos y el exilio de miles de intelectuales.

Cuando leo algunas aseveraciones atribuyéndole a Bretón supuestas inquietudes metafísicas no hace más que causarme risa; nada inocultable, todos sabemos que el pope negro fue un marxista confeso, y se caracterizó por un combate militante, frontal contra la sociedad burguesa de su tiempo.

Recuerdo una anécdota atribuida a Neruda, refiriéndose al joven Miguel Hernández en un encuentro que ambos sostuvieran en Madrid. El vate chileno se dirigió al joven más o menos de la siguiente manera: «Ay, Miguel, tus versos huelen a sotana de curas». Esto por el fervor poético religioso del poeta de Orihuela. Neruda no lo hizo como una muestra de desdén al poeta, sino como forma de despertar en él una inquietud critica de sí mismo. La búsqueda de una ruptura para elevar el potencial de su poesía y adecuarla al momento histórico. Porque pez que no nada con la ley dinámica del río morirá, seguro, en cualquier anzuelo. El primer eslabón de un intelectual, es, al mismo tiempo ser un crítico y mantener inextinguible la sospecha sobre las estructuras del poder. Todo poder mueve a sospecha. Osip Maderstam, Anna Akhmatova, Nazim Hikmet, Esbelto Padilla, Cesar Vallejo, Miguel Hernández, Roque Daltón, Lorca, Neruda, etc. Todos estos grandes poetas tuvieron algo en común: fueron perseguido en sus respectivos países de origen por cuestionar la naturaleza arbitraria del poder y el perfil ideológico-totalitario de sus gobernantes. A veces se paga cara la osadía de disentir en una sociedad con estructuras cerradas a cualquier cuestionamiento. Osip Maderstam tuvo el coraje de escribir un poema ridiculizando a Stalin y donde sacó a relucir los crímenes cometidos por la dictadura estalinista.

Cuando a Dios se unen las pretorianas botas, dicha combinación resulta ser terroríficas, poco importa si se invoca a Cristo como Alá. Los artistas pagan un alto precio si cruzan la barrera. Víctor Jara, el joven brillante músico y dramaturgo chileno fue destazado como un animal, óigase, destazado a culatazos por una grey de carniceros. Tal vez esta sea una de las pocas cosas, donde todos los criminales convergen y hablan el mismo lenguaje: El de la muerte. En la lejana Nigeria hace ya varios años otro poeta fue acusado, primero, y luego ajusticiado por la dictadura militar del coronel Sani Abacha por cuestionar el uso indebido de las tierras del pueblo Ogoni por las compañías petroleras. Su nombre: Ken Saro-Wiwa. Oficio: poeta y defensor de los derechos de la minoría ogoni. José Agustín Goytisolo será siempre recordado por quizás su poema más célebre: Los Celestiales. En este poema aborda con ironía cómo los atormentados usan a Dios como su parafernalia para escribirle y llamarle con toda suerte de nombres, pero en todos subyace la naturaleza del miedo a un Orden Supremo.


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Daniel J. Montoly Castillo es miembro de la comunidad poética Cacibajagua («Madre Tierra», en lengua Taína) de la República Dominicana. Forma parte de la Liga de Jóvenes Latinos para Los Derechos Humanos, con sede en USA. Colabora, activamente, con varios Foros Literarios en Internet y con instituciones vinculadas con la problemática de la pobreza.
Fue Autor Invitado en el Primer Volumen de la colección SENSIBILIDADES, del cual es uno de sus miembros, donde publicó un seleccionado de su poesía, que es un canto a la libertad del ser humano y de la palabra.
Su poema Detrás del Brutal Silencio, dedicado a Lorca, mereció el segundo lugar en el certamen de La Joven Poesía Latinoamericana dentro de Los Estados Unidos. Sus trabajos poéticos han sido publicados por las siguientes revistas electrónicas: Zona de Tolerancia, El Astillero, El Ebro, Poetas del Paraíso, Expresiones, y Margen Cero, en donde puedes leer los poemas Amor de tantra y tréboles y
Predicción.
danielmontoly[at]hotmail.com

Blog del autor: http://danielmontoly.blogspot.com/


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