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POESÍA ESENCIAL, de Gonzalo Rojas

por

Edson Lechuga


El Oscuro y El Alumbrado


Nací tierra, comí tierra, pensé tierra, escribí tierra y más tierra, hice hijos de tierra, me acostaré asimismo tierra, y eso será muy pronto. De repente, mismísimo este libro es pura tierra.


Así comienza Gonzalo Rojas un texto que acompaña a esta su Poesía Esencial, donde ciertamente tierra encontramos en cada verso, en cada palabra, en cada metáfora, en cada estructura y en cada esquina poética. Tierra salpicada de luces y sombras, de relámpagos instantáneos salidos de las palabras mismas.

Hablamos de Gonzalo Rojas, chileno y fundador del grupo Mandrágora nacido en el sur de Chile, hijo de una familia modesta que lo llevó a alternar su carrera literaria con trabajos del campo, profesor de literatura en Valparaíso y organizador de encuentros poéticos nacionales.

Renunció al grupo Mandrágora cuando éste se apegó al surrealismo francés. Lleva más de medio siglo como autor lírico, motivado por temas como la muerte y la trascendencia. Rojas mantiene permanentemente un lenguaje de conciencia crítica y de dialogo con el mundo.

Ha publicado La Miseria del Hombre (1948) obra con la que ganó el premio de poesía inédita de la Sociedad de Escritores de Chile; Contra Muerte (1946) premio Casa de las Américas; Oscuro (1977); Transtierro (1979); 50 Poemas (1982); Del Relámpago (1981 y 1984); El alumbrado (1986); Materia de Testamento (1988); Desocupado Lector (1990) y Antología de Aire (1991). En 1992, obtuvo el Premio Nacional de Literatura, y en España el Premio Reina Sofía. En 1998 se le otorgó el primer premio Octavio Paz de México por la homónima fundación creada en 1997.

Y hablamos también de esta obra Poesía Esencial. La selección estuvo a cargo de Pedro Lastra, estudioso y conocedor de la obra de Rojas, quien hace una nota introductoria con respecto a la recopilación y el orden de los poemas seleccionados.

Parafraseando a Eugenio Montejo (autor del prologo de este libro) Lastra dice sobre la obra de Gonzalo Rojas «La angustia numinosa, La revelación del amor y El testimonio del tiempo» son, en cierta forma, la trilogía de directrices que esta selección de poemas sigue, o mejor, traza. Aclara, la recuperación oportuna de las participaciones de Rojas en periódicos y revistas mostradas en el apartado VII titulado Papeles Inconclusos. Esto como preámbulo al prólogo de Eugenio Montejo El Oscuro y El Alumbrado, como se titula también y por obvias razones, este texto.

El profundo prólogo de Montejo, sitúa al lector en la condición exacta para poder iniciar una lectura placentera dividida en siete apartados. Dice Montejo que Rojas es un creador de la madurez, aunque su vocación fue manifiesta desde temprano, y en exilio, o sea, un poeta también del destierro, y esto evidentemente, influencia al autor en Oscuro, poemario en el cual, según Montejo, parte de su poesía se cancela, otra parte se confirma y otra más se inaugura, dando esto como resultado una nueva voz poética de Rojas.

Oscuro, indudablemente fue una obra parte aguas en la trayectoria de Rojas, fue publicada, como dijimos en 1977 por Monte Ávila Editores, y pretendía ofrecer un espacio válido a cada poema acompañados de un conjunto de ritmos desde entonces, propios. A partir de entonces, Rojas publica una serie de obras que lo lleva a El Alumbrado, título donde propone tácitamente un cierre de ciclo en su obra, al menos en ese tiempo y con esa forma y, que el prologuista, oportunamente descubre. Con esta herradura Oscuro-Alumbrado, Montejo habla del ritmo en la poesía de Rojas, donde se distingue una línea de entonación que surge al apoyarse en giros del habla y tonos cortados, mismos a los que alude Jorge Rodríguez cuando dice «un espacio entre la respiración y la asfixia».

También, Montejo argumenta a veces una oposición y, a veces una reiteración de vocales y acentos acumulados, insinuando velocidad expresiva en algunos versos de la obra de Gonzalo Rojas.

La poesía es la última religión que nos queda, donde podemos refugiar nuestras dolencias ocasionadas por la palabra devaluada por la mentira política y publicitaria, dice Montejo. También la llaga del silencio contenido en la oscuridad que Rojas, manifiesta en su obra, es como otro silencio descubierto «la oscuridad es otro modo de silencio» cita.

Concluye el prólogo calificando la obra de Rojas como «decisiva» he escrito decisiva, argumenta, porque creo que la poesía de Gonzalo Rojas, esta entre las que concretan algo parecido al dibujo de esa nueva sensibilidad conseguida a partir de Oscuro.

Poesía Esencial, de Gonzalo Rojas, publicada por Editorial Andrés Bello, recopila en 470 páginas la poesía más importante y representativa del autor. Abre la antología ¿Qué se Ama Cuando se Ama?, apartado rítmico que gira en torno a la mujer como símbolo, como conocedora del futuro de los poetas:

Eléctricas, desnudas en el mármol ardiente que pasa de la piel a los vestidos,
turgentes, desafiantes, rápida marea,
pisan el mundo, pisan la estrella de la suerte con sus finos tacones
y germinan, germinan como plantas silvestres en la calle,
y echan su aroma duro verdemente.

En el segundo capitulo muestra El Alumbrado, llenando de luz las páginas de este libro, pero no una luz insoportable ni auténtica como suelen ser las luces de los alumbrados, sino más bien es una luz tímida, artificial e intermitente que regala únicamente destellos fugaces de lo que los poemas contiene. El Alumbrado, insinúa cuerpos seductores que se mueven tibios bajo un cielo de tormenta, que suelta luces relampagueantes iluminando intermitentemente estos cuerpo.

Prácticamente todo está hecho de especulaciones
y eyaculaciones, la libertad,
esa rosa que arde ahí, la
misma Nada en sus pétalos,
la memoria de quién, el libro del aire
de los cielos, esta música
oída antes, el esperma de David
que engendró al otro, y ese otro
al otro como en el jazz, diamantino
el clarinete del fulgor largo, nueve
el número de nacer, más allá de los meses
lo imposible y faraónico, y el otro
al otro
lo
aullante del círculo

La Palabra es el apartado III, la palabra infinita, la palabra que se va, que transcurre, la palabra que sólo se dice y luego, cae, se desvanece, esa palabra de la que ha hecho Rojas un motivo, esa palabra de hondo instinto que se sabe dicha, palabra consecuencia de otra palabra misma y causa también, de otra palabra futura.

Un aire, un aire, un aire,
un aire,
un aire nuevo:
                        no para respirarlo
                        sino para vivirlo.

Rojas no detiene la reflexión poética en la palabra como tal, por el contrario: hurga, rasca, busca, investiga, se arriesga llegando a la entraña de la palabra: la sílaba. Quizá es aquí donde esa voz nueva se gesta, se origina, quizá es aquí, en la sílaba, donde Rojas encuentra el vehículo para hacer palabras circulares, o más bien espirales, que alcanzan los versos, y luego, sobre el mismo caracol metafórico, el poema, los poemas.

Y cuando escribas no mires lo que escribas, piensa en el sol
que arde y no ve y lame el Mundo con su agua
de zafiro para que el ser
sea y durmamos en el asombro
sin el cual no hay tabla donde fluir, no hay pensamiento
ni encantamiento de muchachas
frescas desde la antigüedad de las orquídeas de donde
vinieron las sílabas que saben más que la música, más mucho
más el parto.

Contra Vosotros Naciendo es el título del capítulo IV, donde Gonzalo Rojas se desangra en poemas que platican con al muerte y acaso con los muertos, textos que charlan con John Lennon, Julio Cortázar, Juan Rulfo, etcétera. Textos tomados de la mano de la muerte y de los muertos pero no, definitivamente, del duelo o del luto, más bien tratan la farsa de la muerte. Después Juguemos al Gran Juego capítulo V. Ese gran juego que Rojas propone, juego lleno de espejos.

Sólo se aprende aprende aprende
de los propios propios errores.

Lleno también de sátira, de pinturas de pintores, de semáforos, un juego de palabras y versos que Rojas propone, domina e invita a jugar. Le sigue el apartado VI Carbón, que al contrario del anterior, éste tiene un tono solemne, el autor viaja desde el Carbón, pasando por el Recién Nacido, el Viento, las Apariciones y otros síntomas de la cruda enfermedad de la poesía, para llegar al testamento.

a Valparaíso esa lágrima
a mi alonso de 12 años el nuevo automóvil siglo XXI listo para el vuelo
a Santiago de Chile con sus 5 millones la mitología que le falta
al año 73 la mierda
al que calla y por lo visto otorga el premio nacional
al exilio un par de zapatos sucios y un traje baleado...

Esta Poesía Esencial termina con Papeles Inconclusos, una magnífica recuperación de textos de Rojas donde acaricia a los poetas más cercanos a él y que le han influenciado, como Vicente Huidobro, César Vallejo, Pablo Neruda, Federico García Lorca, Borges y otros.

Vallejo me dio el despojo y cierto balbuceo en diálogo con mi asma y mi tartamudez y desde ahí el descubrimiento del tono; Huidobro acaso el desenfado; Neruda cierto ritmo respiratorio que él aprendió en Whitman y en Baudelaire; pero yo gané el mío desde la asfixia. ¿Y Borges? El rigor que dejó Leonardo. Y el desvelo. Un desvelo al que se llega sin prisa, por incesante crecimiento.

Así pues estamos frente a una recopilación profunda de tierra, la misma tierra de la que habla Gonzalo Rojas y de la que está hecha su obra.

De repente, mismísimo este libro es pura tierra.


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