poemas por
Francisco José Blanco Torres

 

Cuando me engulla

el río de aguas oscuras

me llevaré allí tu recuerdo.

Aunque solo sea una sombra en la orilla,

sin pasado a cuestas, sin memoria

ni lengua, sin una mano amiga

que me dé a beber la sangre del degüello,

me llevaré allí tu recuerdo.

Sombra seré, asombrada sombra entre sombras,

con el viejo Caronte a lo lejos

yendo y viniendo, remo a remo,

cargando su esquife de muertos.

Y yo, uno más en el oscuro Leteo

beberé de sus aguas. Si puras o impuras

no importa. Contra todo olvido

me llevaré allí tu recuerdo.

 

Arabesco Poesía Cuando me engulla el río

 

La transición de las almas

 

Mirar hacia el vacío, o hacia el interior

de uno mismo.

Negro pozo. Abismo de luz.

¿Quién puede conocer el secreto de esa prisión,

de ese muro de tinieblas

donde tres mil almas se mezclan en confuso desfile?

¿Ahogar mi voz en el cieno de mi charca?

Inútil tarea.

Quiero mi voz. Mi sangre.

La espiga de mis tres mil almas.

Una quiere la inmensidad y los desiertos de arena.

Otra persigue fundirse, ávida y sensual,

con la luz y las mareas.

Otra anhela amansar al león que ruge

fuera del círculo de fuego.

Otra desea alcanzar los pilares de la noche

y jugar al ajedrez con la Muerte.

Una suspira por abrazar las caderas esquivas de la brisa

y otra quiere hundirse en el húmedo vientre de mil océanos.

Mis almas de barro. Mis pobres almas, condenadas a la roca

y al suplicio del águila.

Los dioses me condenaron tiempo atrás a vagar

a través de esta ingrata tierra,

con dolor arrastro

esta pesada cadena.

Maldito seas, poeta, y malditas sean

tus negras almas.

Malditos sean tus versos y maldita sea la cadena

que los arrastra.

Es inútil conjurar tus visiones

con estéril sacrificio a Afrodita.

Deja que la diosa duerma sola en su lecho de mármol

y que la pálida sombra de su esclava dore su piel

bajo el ardiente sol de esta tierra.

Pues el trabajo es noble y la mujer siempre será esclava

de sus entrañas.

Deja que el errante Ulises navegue en busca

de bárbaros mares,

deja que se pierda entre los muslos de Circe,

pues la carne a veces nos ayuda a consolarnos.

Hasta Penélope lo sabe. Ella también se consuela

en otros brazos.

Con una mano teje su paciente bordado

y con la otra acaricia sonriente

el duro falo,

mientras Ulises sueña con la piel canela de Circe

y la oscura melena de su león amaestrado.

No hay musas. Ni diosas. Esa es la verdad.

Solo sombras. Sombras. Sombras que devoran sueños

y que engendran fruto amargo.

No hay musas. Ya lo he dicho.

Tampoco poetas.

Tan solo palabras huecas

y un león amaestrado.

 

 

separador poemas cuando me engulla el río

 

Francisco José Blanco Torres: «Nací en La Coruña en el año 1974. Mi carrera literaria comenzó en el año 2007, como colaborador en la revista digital de historia, fantasía y ciencia-ficción Aurora Bitzine, donde me han publicado por entregas mensuales las novelas históricas Emain Macha desde septiembre de 2007 hasta agosto de 2008 e Ítaca desde febrero de 2010 hasta agosto de 2010. También he participado con cuatro poemas en los años 2008, 2009, 2010 y 2011 en el proyecto Gira Poema, un libro sin derechos comerciales que fue liberado en distintas ciudades de todo el mundo con la participación de poetas conocidos e inéditos. Dicho proyecto fue convocado por la página web de poesía,narrativa y artes visuales Antaria y Letras Kiltras, que está gestionado por la poetisa chilena Natalia Gaete, impulsora del proyecto».
✉️ Contactar con el autor: ulisesnav1 [at] yahoo [dot] es

Ilustración poemas: Fotografía por Pedro M. Martínez ©

👉 Lee un artículo de este autor, en Almiar: Las tres tentaciones de Ulises y la angustia del hombre moderno en La Odisea, de Nikos Kazantzakis

 

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