poemas por
Antonio J. Calzado Llamas

 

A Marina, desde el fondo de mi silencio

 

Como el humilde fulgor del diminuto
rayo de luz primero que combate
los cimientos de la tiniebla, fundaste
para mí el color de las praderas
al amanecer, sobre los océanos de ceniza
que jamás ha perdonado el olvido,
porque de ti se aprende a ver crecer
gardenias en todas las cicatrices
ardidas por el frío, enarbolando
el corazón adusto con la fuerza del sueño
y el vigor de la espiga sana, para vencer
al ayer y reconquistar el mañana.

Te me vas y vuelves súbitamente
como una caricia del pensamiento
y a veces creo besar, aun a lo lejos,
tierra fresca y nueva sobre tu frente.
Tu canto resurge entre mis resuellos
cual secreto estertor del desaliento,
tu aroma de sándalo y caléndula
perfuma la brisa de los desiertos
y tu boca de plata y tu voz de mercurio
pronuncian desde el fondo del silencio
lo que era aquella libertad con la ira
que yo amé en ti como quien redime
en ello su desastre con su suerte.

Desde mis alas tornadas en cadenas
hechas del tuétano triste del dolor,
uno comprende cuánto vale el amor
cuando se pierde y queda el recuerdo
cercano del corazón ausente,
pero igual que el pájaro cansado vuelve
buscando entre vientos la rama florida
e igual que vuelve el oleaje cadente
desde la arena a la altamar sacudida,
así yo busco, así de vivo en la muerte,
volver desde mi muerte hasta tu vida.


Inmensurable

A Clarita, poesía más allá de estas palabras

Lejos de ti, amor, me aflige hasta el sueño,
el día amanece como un castigo,
la tarde es una sangre derramada
y vivir por ti mata si no es contigo.

Mi libertad en tus cárceles prefiero
como el más indómito derecho,
mi perdición por tu encuentro, sin ti
presente, me es óbice el aliento.

Corcel sin ruta, amarga dentellada
es mi palabra, herida por los ecos
del silencio, sin su dicción callada
por el secreto lenguaje de un beso.

¡Ay, amor! Me dueles hasta el hijo.
¡Qué estirpe de lamento! Hasta mi sombra
es carencia de tu cuerpo fijo
que ante el destello desnudo zozobra.

Quisiera asir tu aroma por galerna
para aventar mi franco sentimiento
cual bajel al oleaje… y que diera
a parar en la orilla de tu cuerpo.

Y en tu entraña más que amada quisiera
hacer senda y nación irrenunciable.
Unámonos y que la primavera
florezca en tu embeleso inmensurable.

 

Acedía

Ahora que todo ha sido devastado
y tiene la calma propia de las ruinas,
las lágrimas se alejan, como palomas
de un malecón en la tarde sombría
mientras la mirada recae en lo ardido
buscando un horizonte perdido
en el final de aquellos días. Sólo queda
el rumor de un mar de remordimiento
que martiriza como un mantra secreto
desde lo más profundo del silencio.
A la sazón, hemos sufrido tanto
que nuestra propia sangre es un veneno
para el corazón, y descartados
los carnales baluartes que fueron
aquellos brazos abiertos en otro tiempo,
caeremos donde la redención parecía
ofrecernos un hogar en su pecho.
Inercialmente vivos y esencialmente
muertos, como un sueño de la infancia,
vamos heridos por el puñal inclemente
de la nostalgia, como si cada desgracia
fuera nuestra inevitable circunstancia.

 

 

poemas sonido sed

Antonio Jesús Calzado LlamasAntonio Jesús Calzado Llamas. Es un autor de Sevilla (España). Publica sus trabajos en el blog Néant sur le néant…
(http://neantsurleneant.blogspot.com.es/) y en la revista Españolado.

 

 

Contactar con el autor:
ajcl_250496 [at] hotmail.com

📸  Ilustración poemas: Fotografía por Pedro M. Martínez ©

 

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