poema por

Amando García Nuño

 

No vayas a creer que estoy vencido,

sólo me senté un rato

en un bordillo gris de soledad,

a la espera, quizá sin esperanza,

de que pase un autobús, y me salpique

el agua de los charcos

que rocía de gozo a los ausentes,

pero se ha hecho tarde y ya refresca

sobre mis huesos roídos por la herrumbre…

no vayas a pensar que estoy cansado

de ver crecer los sueños

en las tierras sedientas de rastrojos,

lo que me ocurre

en estos días sin dios ni aperitivos

es que me invaden las huestes del silencio

y observo sin hablar

cómo pasa la vida por las calles

disfrazada de triste oficinista

con su gesto triste y su traje de chaqueta

no vayas a entender por un momento

que no cojo el teléfono

porque estoy en una reunión de desahuciados,

ya sabes, me llamo Juan y soy un paria

bienvenido paria te queremos,

no llames al remendador de anhelos

ni busques mi cariño en las urgencias,

es tan sólo que he puesto el aria ése de Haendel

que te arranca vidrios de los ojos

y ahuyenta por un tiempo la desdicha,

no vayas a sentir que me he fugado

a ese país con vino en sus canales,

para vagar errante por las plazas

turgentes de miradas

que confortan las almas de los lunes,

no avises al herrero de la ausencia

para que funda ese hoy que nos protege,

no es para asustarse,

hay niños que aún juegan en patios verdecidos

no vayas a entristecerte otra vez

porque no he puesto la tele a mediodía,

no vayas a temer que esté de vuelta

sin haber partido aún hacia el olvido,

no…, para irme de ti

y de los tenues hilos del recuerdo

haría falta quizá un terremoto

de grado siete por los sentimientos,

y en el subsuelo donde habito ahora,

no vayas a creer,

está la tierra en paz, y yo con ella.

 

 

linea separadora Parece que vuelvo tarde

Amando García Nuño, cosecha del 55, de cepa ya madrileña, si bien la savia de trece generaciones de antepasados, que ha logrado rastrear entre el polvo secular de las sacristías, es toda de la meseta segoviana. Tras amagar un noviazgo en brazos de las Ciencias Químicas, se matrimonió con el Periodismo en la Universidad Complutense, y posteriormente cortejó en privado los secretos de una entidad financiera, lo cual demuestra su incapacidad para cualquiera de esas tres facetas del conocimiento y, posiblemente, para cualquier otro saber humano. Desde los veintidós años, ha merodeado alrededor de la prensa escrita y la radio. Tanteó los micrófonos de RNE y de la COPE, y se diluyó en variadas y escasamente lucidas, quizá tampoco lúcidas, colaboraciones en revistas y antologías literarias de todos los pelajes. Ha cosechado algunos premios, y también muchos olvidos, claro, en certámenes poéticos y de narrativa. Los más recientes, Loeches, Ossa de Montiel, Luis Alvarez Lencero, Paradas, Roquetas de Mar, Valdemorillo, Valverde de la Vera, Dueñas, Huerta de San Lorenzo, Grupo Aldaba, Dulce Chacón, Molino de la Bella Quiteria, Victoriano Crémer, Elda o Gertudis Gómez de Avellaneda. Le perpetraron en 2005 la publicación del libro de relatos El otro que me habita. No le seduce la impresión múltiple de sus arañazos poéticos. Frecuenta tertulias y foros literarios, aunque prefiere rastrear el olvido por las tabernas y a través del oleaje de espigas en los mayos de su tierra castellana. No escribiría si pudiese arrojar el alma por el desagüe. Artesano de las palabras, las cambiaría todas por un gesto de ternura, de amistad, de comprensión, quizá sólo por un gesto. Y sueña con un lejano instante de dicha eterna y, por tanto, efímera.

📷 Ilustración poema: Fotografía por Pedro M. Martínez ©

 

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Revista Almiarn.º 58 / mayo-junio de 2011MARGEN CERO™

 

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