Segunda Parte (Poemas I-V)
por

Axel Ulises Vite

 

I

 

Bendita seas, Música,

cuando enciendes el pecho de los estorninos

y su canto emociona los cristales de una flor.

Bendita seas, tú, que reinas en las entrañas del oboe y la guitarra.

Bendita cuando aceleras el aullido de Ginsberg y diriges todos los cantos de Neruda.

Cuando el motor ruge con torpeza y tú, majestuosa, inesperada,

te asomas entre los engranes y el aceite, más desnuda que una vocal,

hermosa como la voz de Afrodita.

Cuando mis manos rozan la piel de la niña azul, y tú, dulce y tibia,

aprovechas la fricción de los átomos para tocar la melodía interior.

 

Bendita, porque los oídos existen para buscarte y disfrutar tu chapuzón

por los rincones del cerebro,

siguiéndote como el perro a su amo,

adorándote como el anciano adora el recuerdo de todas sus batallas.

Bendita, más bendita que los santos y los huesos de Cristo.

 

¿Encontraron una flor capaz de escupir cometas, una vocal insólita,

un ojo que no envejece?

Nada de eso es tan bendito como tu presencia

arrancando el sopor de mi carne y la fragilidad de mis labios.

 

¡Sólo escúchame! Yo podría cantarte cien años y cien años más,

aunque la tierra reclame mis órganos y los hombres se vuelvan sordos.

Te cantaría, sí, aunque mil metrallas interrumpan mi voz;

aunque un escupitajo corte los hilos de mi voz;

aunque pase una flecha por mi garganta y mi voz se derrame como la pus de los enfermos.

 

Te cantaría, es cierto, porque todo lo que impregnas se vuelve mucho más ligero.

 

II

 

Mi canto romperá el planeta espumoso que no hemos conquistado,

el coral y los carrillones.

La tierra y el acero sangrarán una declaración de batalla

que ningún muro podrá contener.

 

Mi canto será tu espada arrojando raíces en el corazón de todos los hombres:

matemáticos, astrónomos, poetas y antipoetas, politólogos,

reprimidos sexuales, reprimidos mentales;

ninguno escapará de mi voz, surtidora de hechizos.

 

Cada hora, cada segundo, en ríos que inundarán calles y mercados,

mi voz repartirá el mito de tu creación:

 

«Solitario y adolorido de tanto silencio, rodeado por una noche infinita pero estéril,

Dios tomó su corazón y lo sacudió sin misericordia.

Los átomos tronaron como el presentimiento de mi sonrisa

y repentinamente dejaron escapar un murmullo que parecía fluir

y arrastrar los vanos pensamientos del Todo;

aunque pequeño y temeroso,

el sonido complació tanto a Dios que éste continuó agitando su órgano

hasta que finalmente dejó escapar todo su contenido en una explosión cósmica.

 

Maravillado con las primeras manifestaciones de materia,

pero, al mismo tiempo, inconforme, él decidió crear planetas y estrellas

para tocar la primera rapsodia del universo y su composición se alzó en ramificaciones

que enloquecían de amor a las nebulosas.

(Una a una, las estrellas que mueren aúllan en do, re, mi, fa, sol, la y si).

También creó la Tierra.

 

Añorando un himno insondable, decidió crear el mar y las olas del mar,

el zumbido de las abejas y el pesado croar de los sapos,

el relámpago y el crujir de la tierra.

Dios escuchó la música de la naturaleza y eso fue bueno:

la melodía era tan hermosa

como los restos de su propio corazón calentado por adjetivos feroces.

Sin embargo, más tarde, enloquecido y eufórico,

vislumbrando un himno que podría animar las neuronas de su cerebro,

Dios creó la garganta de los estorninos y el relincho de los caballos.

 

Pero aún necesitaba más música, himnos y rapsodias infinitos,

adagios que despeinaran la corona de un aguacate,

aperturas para despertar el sexo de los corales.

Entonces Dios creó al hombre bañándolo con ansias de música,

y el hombre comenzó a crear sus primeras composiciones.

Pero no era suficiente, y entonces Dios regaló al hombre el ingenio necesario

para inventar guitarras, oboes, violines y campanas.

 

Cuando el hombre tocó, la música alegró a Dios».

 

III

 

Cantaré y seguiré cantando hasta la consumación de mis átomos,

desde la tierra, desde mis raíces y todos los insectos

que me guarden en sus entrañas.

 

Es necesario cantarte, aunque los saxofones no alcancen la claridad de tu alma,

aunque los tenores pierdan la dirección de tu sintonía.

Cantar en un canto que derrame cantaros y luces,

rompa los límites del cerebro

y cristalice los dedos de la amada.

Cantar aunque los motores rujan con pesadumbre

y los ancianos olviden la ceremonia de un beso.

(¡Un beso! Cuánta música hay en un beso. Posees los labios y la saliva

es como tu sangre arrastrando un adagio secreto

para dos amantes que no deben exhibirse aún).

 

IV

 

Si no existieras habríamos inventado más utensilios de tortura,

más leyes hipócritas, más dioses equivocados.

En lugar de oídos tendríamos branquias, sólo para ocupar el espacio.

Recitaríamos recetas de cocina en las plazas y llegaríamos a las puertas de la muerte

con las manos vacías.

 

Los niños, desnutridos, secos como la carne del perro atropellado,

dejarían de jugar con dragones.

Las muchachas ocuparían su voz (ojalá nunca suceda) para vender dentífricos

y anunciar la programación de las siete;

y nosotros, los hombres, declararíamos la guerra el primer día del año.

 

Si no existieras, si mis labios produjeran

el mismo ruido que vomitan todas las entrañas,

entonces nos arrojaríamos al mar con el primer desaire amoroso.

Veríamos niños sucios de aburrimiento y fastidio,

las caricias nos vestirían de sopor y vértigo,

la Luna no sería otra cosa que una mancha de cal cuajándose en el universo.

 

No quisiera admitirlo, es tan horroroso pensarlo,

pero no tendríamos ningún motivo para sonreír.

 

Después de todo,

en los escarabajos que combaten,

en la guitarra que desgaja su vientre y lo reparte a todas las rosas,

en el planeta que se abre para liberar su fuego interior,

en la muchacha que restriega sus labios contra el alba,

en todo lo que nace y muere, y crepita y aúlla,

y en la noche que sirve de preámbulo para el vuelo del corazón;

en todo ello vives, segundo a segundo.

 

(El rojo es rojo porque ordenas los átomos

y la vibración de los átomos.

La cardencha es cardencha porque añora abrirse

y transformarse en oído que reciba todas tus notas.

Yo mismo soy hombre porque deseo escribirte y coronar tus dedos

con la sangre de mis poemas;

sin ti, solamente sería un cúmulo de costras).

 

V

 

Si no existieras, en resumen, el mundo sería un hueco,

y el cerebro un hueco con su propio vacío;

la boca, un pozo tan hambriento como las fauces del Tártaro.

 

¿Por qué? Responder es tan simple como sujetar un arcoíris a mis brazos.

Todo lo habitas con el entusiasmo de un ángel:

el gato cortejando un cometa,

el hombre que coloca besos en la espalda desnuda de su amante masculino,

el tronar de los aplausos que celebran una victoria justa,

el croar de los sapos que intentan invocar el lengüetazo de la noche,

la risa de los niños cuando descubren

que un chorro de luz puede volarse como un cometa,

el Canzionere de Petrarca y la declaración de Kerouac,

la explosión de todas las células,

la apertura del primer brote,

el combate de las gencianas,

el relincho audaz de los caballos,

en la forja de Hefestos y el encanto de Pandora,

la tierra y en las entrañas mismas de la tierra cuando se rehúsa a beber más sangre,

el incendio de todas las palabras de amor

que puedan pronunciarse en una semana,

la caída de Alfonsina Estorni acercando el mar a sus manos

(el mar, las olas del mar, todos los peces del mar necesitaban su tacto,

y ella, gentil y graciosa, decidió regalarse al agua),

la respiración de todas las golondrinas que habitan los ojos de la niña azul,

el vuelo de las mariposas que coronan mi mano,

las raíces que abren las piedras y los huesos de Neruda,

el relámpago que cruza por el ojo ahogando el iris en luz,

y el rumor oculto de las hojas.

 

 

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Axel Ulises Vite Navarrete«Mi nombre es Axel Ulises Vite Navarrete. Nací el 4 de octubre de 1990 en la Ciudad de México y actualmente estoy en vías de obtener el título de Licenciado en Pedagogía por parte de la UNAM. He colaborado con las revistas digitales Letralia Tierra de Letras, Palabras Diversas, Astrolabium, Cofibuk, Almiar, Portal de Poesía Contemporánea y Revarena. Soy ganador del concurso «Me gusta leer 2014», evento organizado por el grupo editorial Penguin Random House. Desde el año 2013 formo parte de la Red Mundial de Escritores en Español (REMES) y en mayo de 2014 publiqué mi primer libro de poemas, El escarabajo y el jilguero bajo el sello de Litera Editorial. A la fecha trabajo en mi primer libro de ficciones».

Contactar con el autor: hephaestus_ap1310 [ at ] hotmail [dot] com

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