poemas y epístola por
Silvia Rodríguez Bravo
Temes a la mirada de mi piel
al insomnio que nace en estas manos
sostenedoras de inviernos y primaveras.
Sabes que soy un grano de arena
un grano sobrante de tus calles asfaltadas
de tus edificios levantados
y aun así vienes escondido y presumes
en este equinoccio de aguas nocturnas.
Ven. Siéntate entre la música
y las luces que parpadean al son
de esta noche verde musgo.
Piensa en tus fantasías
trae tus deseos primitivos
a este cuerpo complaciente
cansado, desgranado
entre barro y estrellas.
Camina por mi piel prostituida
deja tus naves y vuela
hacia esta vocación de abismos
hacia este oficio que garantiza
momentos lujuriosos
con entrada al paraíso.
AFUERA DE ESTA HABITACIÓN
Tanto mundo rueda en la distancia
de nuestras bocas Amor.
Tanto mundo sosteniéndose
entre apariencias vanas
y realidades olvidadas
saltadas
ignoradas
como un grafiti más
dibujado en el muro.
Tantas bocas antes y después
de nuestra boca
bocas sin justicia
bocas con hambre
bocas comiendo en orfanatos.
Bocas gritando violación
y nadie escucha
no hay nadie cerca
mientras los labios de la vagina
se contraen
se duelen
y no hay nadie
solo el grito acompaña al dolor
en este girar la rueda.
Tantas bocas maldiciendo o rezando
narrando un cuento a la hora de dormir.
Bocas que no duermen en guerra
bocas que gritan pidiendo paz.
Y yo aquí, esperando tus besos
mientras tantas bocas piden por algo
y yo aquí, recibiendo el paraíso
de tus labios amor
mientras el mundo sigue girando.
ANTIFAZ INNECESARIO
Este es mi rostro:
mujer testaruda
Venus doméstica,
cotidiana
pariendo versos,
limpiando historia
muebles.
Hembra simple.
Quebrada.
Reconstituida.
Ignorada.
Hecha polvo.
Reconstituida.
Partera de pueblo:
Provinciana talones partidos.
Machi con olor a hiervas milenarias.
Mujer magma.
A la antigua usanza.
Habitual escribidora.
Eterna respiradora de noches seráficas.
Carne pálida entreverada con la memoria.
Mujer al fin
como todas.
AMANTES DE UNA HORA
Ayer no pude ausentarme de ti
de abrir la noche al medio día
en ese motel de mala muerte
que nos da vida
por cuatro lucas la hora
con derecho a una piscola.
Después de un mes, una hora
con la carne desplegada al viento
lamiendo hasta los suspiros
y el aroma a pisco que intercambiamos
entre cada beso.
Por una hora somos inmorales
pero inmorales felices revolcándose
en sábanas con olor a naftalina
y Clorinda desvanecida.
Ayer después de un mes
Resucitamos por una hora
a la hora del almuerzo
y sin tiempo para la ducha
entramos a la ciudad
saciados y desconocidos.
Esta costumbre de ser Demonia
con mirada satánica y gestos paganos
de ser malvada con los hombres
y enamorarlos para luego huir de ellos
y de mí.
Esta costumbre de no tener piedad
con mi cuerpo y trasnocharlo
entre vinos, silencio y cigarros
y vagar hasta el sonido
de una lágrima evaporada
vagar y pernoctar por una noche
en la tierra de un desconocido hombre
y caminar sobre su espalda, su pecho
lamiendo su piel
hasta hacerlo gemir como si nunca nadie
lo hubiera tocado.
Esta manía de querer ser maligna
como espectro nacido de las Tinieblas
esta manía de convertirme en culebra
de arrastrarme y salir a las calles
en busca de carne fresca.
MUJER DE PUEBLO
Hay mujeres
que no conocen el silencio
y en silencio lavan, crían, cocinan
y vuelven a lavar la ropa,
con el cansancio acumulado
en la piel de su cuerpo memoria.
Hay mujeres
que nunca se las ve pensar
no son musas inspiradoras de un poema
no son reinas de su propio reino
no son guerreras pero luchan cada día
no son diosas, aun así hacen milagros.
Son mujeres que sostienen la lluvia
en tiempo de cosecha
mujeres con juventud anciana
amamantando la tierra
con el agua de su cuerpo.
Son hijas, madres, mujeres
que llenas de sabiduría
no conocen el descanso
no conocen el silencio.
CUATRO NEGACIONES EN UN MOMENTO
La lluvia aún no cae
la tierra la necesita, la espera
con la puerta abierta,
la mesa servida
y la lluvia dice «No».
Los árboles desnudos
estiran sus brazos al cielo
esperan nuevos brotes
y el tiempo dice «No».
La ciudad cubierta de smog
suplica a las nubes condensadas
que dejen caer el agua
y las nubes dicen «No».
Creo, siento que soy tierra
árbol, ciudad al ver que el destino
pasa lleno de vida y me dice «No».
EPÍSTOLA
Distinguido caballero:
Espero que al recibo de la presente misiva, albergue en su memoria los instantes previos, intermedios y finales de nuestro último encuentro.
Vuesa merced se retiró complacido de los afectos y entrega que esta piel propinó sin decoro ni recato a su afectísimo cuerpo, que recibió sin queja alguna los caminos no acostumbrados de dos almas que se unen por mero placer.
Vuestras excesivas caricias y besos dispensados a esta humilde servidora han logrado teneros en la más alta estima. En estos momentos de obediencia a los impulsos carnales y en gratitud a la gran odisea que vuestra merced propinó a estos océanos, es que solicito su distinguida presencia en mis aposentos.
Será esta noche, cuando mi adorado esposo a quien espero que dios ilumine, ampare y demore su llegada, se ausente de este hogar arrebozado en rutina y deberes nimios.
He de garantizaros que durante vuestra majestuosa y complaciente visita, me dedicaré con toda aplicación a devolveros en exceso, las caricias y otras aplicaciones que no corresponde a una dama decir, sino que hacer.
Mi hidalgo favorito, no puedo reprimir el impulso de confesaros, que en esta ocasión, usted será testigo de mi desenfreno: esta noche me sacaré el camisón de lona, me verá desnuda, andaré desnuda, lo cabalgaré desnuda.
Así que anímese y llegue en prontitud sabiendo que todo solo obedece a mis impulsos carnales y el amor que usted profesa es una utopía.
📩 Contactar con la autora: profetabarsilvia [at] gmail.com
🖼️ Ilustración poemas: Pintura por Pilar Bamba Gastardi © 2002 (de su muestra La mujer, por una mujer; en Almiar).
Revista Almiar – n.º 79 | marzo-abril de 2015 – MARGEN CERO™
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