poemas por
Martín Riesco Cordero

 

Apriétame la mano, compañero,
entremos juntos por las puertas del Cielo.
Y te pasaré la copa que San Pedro
nos ofrecerá como bienvenida.
Olvida a tu mujer; yo ya he olvidado el nombre de la mía.
Déjalas que se consuelen la una a la otra,
o con algún noruego de los que nos acaban de matar.

No me abandones ahora, camarada.
¡Cuántos noruegos hemos matado juntos!
(Mi espada con tu espada).

No juegues con las cenizas de mi amigo,
viento estúpido,
más bien arráncame las lágrimas de la cara
para mezclarlas con ellas
y que se hagan tierra.

Mucho te quise, amigo de mi sangre,
y hoy te he recordado yo solo;
hoy que hace un año que aquel noruego te partió en dos
(ojalá juntos hayáis arreglado cuentas en el cielo).
Como te decía, he ido solo al roble de la abadía quemada
donde me juraste y te juré amistad eterna.
Y allí he gritado tu nombre al viento
tres veces y las tres veces me lo ha devuelto.

 

La fiesta

 

Ya vienen mis amigos con el vino y las flores.
Oigo sus risas, voces alegres
camino arriba.

Me pongo la camisa hawaiana
y el sombrero canotier.
Abro la puerta y las ventanas a su ruido
y salgo terminando la canción que llegan cantando.

Mis amigos, mis amigos,
todos muertos en cien años.
Con su risa, con su vino, con sus días de fiesta,
con mi memoria.

 

Mis amigos

 

Voy a su encuentro, titiritero de títeres rotos,
con las cuerdas colgando y la camisa raída.
Voy a su encuentro muerto de risa
con un ramo de rosas marchitas
con cintas de colores tapando mis heridas.

Voy al encuentro
de mis amigos
y llevo una botella
(para el camino).

Voy al encuentro
de mis fantasmas
de cuando era niño
don mi bolsita de alpiste
(por si me piden).

Les llevo mi risa
¿o me la traen ellos
porque yo la pida?

 

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🔗 Página web del autor: https://martinriesco.wordpress.com/

🖼️ Ilustración poemas: Fotografía por Pedro M. Martínez ©

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