poemas y prosas por
J. Andrés Herrera
AHORA SÍ LLEGO AL FINAL
Yo soy R. Jaramillo y nací en Marela. En mi pueblo la gente caminaba lento. En mi ciudad había un pueblo que tenía muchas coníferas. Y vi los grafitis que pintaron primero en el cemento como vi los grafitis debajo del cemento cuando era el tabique al rojo vivo o los bloques con sus tripas de acero, y vi aun antes cuando las láminas, los cartones y las corcholatas cayeron, cedieron el paso a los grafitis que hoy me guían para no ser sorprendido en una esquina. Dieciocho mercados hay ahora, ningún centro de salud, dos canchas y tres edificios. Cuarenta y cinco rutas distintas atraviesan mi pueblo, catorce aerotaxis, quince microbuses y dieciséis combis. Aquí no entran megabuses porque esos se subvencionan en centros educativos y financieros. Recuerdo el silencio de las calles que ahora sin drogas —sorprendinol, escarlota, aniquilina, los «nomeolvides»— no soportas: destazados en bolsas, colgados de puentes y masoquistas que piden dinero en el metro a cambio de herirse. Un metro pasa por mi pueblo. Pasa por debajo y las casas se hunden, pero no hay estación en mi pueblo, sólo hay centros subterráneos. Bajo del autobús, sigo el camino hasta las escaleras, desciendo y me formo en la cabina de suicidios con un cigarrillo en la boca. «Un día va a reventar/ esa sangre que te guardas adentro», le cantó un viejo poeta a esta tierra. Una mujer ronda la cabina, masoquista que sobre los vidrios se abalanza, los restos de botellas le rasgan los pechos en la manta y pide dinero. Quiere completar para un boleto. Antes, antes del subterráneo, estas eran las calles enlodadas donde anduve en bicicleta y jugué a ensuciarme. Ahora estoy sucio de veras. Saco el humo, la mujer se va sin recibir un quinto y la fila para la cabina de suicidios avanza en el subterráneo sin metro de un barrio de Marela.
TORRE DE MARELA INC.
Vienes a mi cuerpo en paso ritual,
como cegada y en procesión,
posesa del dolor que nubla la bahía
y alumbra todo mar adentro.
Vienes a mí en busca de otro cuerpo
al final de mi cuerpo, ansiosa de tu pasado,
desengañada, con el cuerpo desnudo,
entregada y a gritos.
Este cuerpo no es tu cuerpo.
No es el que pintan tus manos
ni el que mide tu ombligo,
ni el que cesa contigo.
Vienes a mi cuerpo a desengañarte
y recorres de arriba abajo
las galerías subterráneas, las posadas,
los grandes hoteles,
las cabinas de aerotaxi y todo lugar
donde se pueda aparecer el cuerpo que buscas.
Desciendes, tú, no sé qué, pero tú,
de tus miembros prostéticos
y te avientas ya sin mirar mis ojos.
No puedo reprochar tu frialdad
porque activas un botón en tu espalda
para darme el placer máximo
según ha descubierto la ciencia.
Amanda, amante con mente programada
para desear fervorosamente
al amor de su pasado
y encontrarlo en cada pareja nueva.
Eres el mejor modelo
que trabaja la compañía.
Los ingenieros ganan otra batalla.
Eyaculo en ti, en tu depósito
que convierte toda proteína en nutrimento.
Amanda, la NXSF-4, llora
tras ser penetrada y aprobada
por el supervisor de androides
en el piso más alto de la Torre de Marela.
PALOMA NEGRA
La morena canta a todo gañote el pesar de la paloma negra
y arranca la motocicleta.
La miro por el espejo y grita:
«¡Paloma negra, paloma negra!»
Aletean sus labios bajo el casco.
La ciudad nos atraviesa a 80 kilómetros por hora.
Calores, vientos y calles para dos.
Una calle para dos, por favor, maese.
¡Qué importa que todos estén muertos!
Recorremos Marela en una calle para dos.
Tras la guerrera de la moto, me siento protegido.
Ella agita su mano y ladea el volante.
Estamos en la universidad: aerotaxis de primer nivel,
bibliotecas de cien pisos, el invernadero más grande del mundo
con nochebuenas, cacao y agaves,
y el último aviario que conserva momotos vivos.
La morena me mira de reojo:
«Ya llegamos, pequeño, no hables».
Se quita el casco y parece que ronronea:
«¡Paloma negra, paloma negra!».
En el estacionamiento de su facultad hay mantas, pintas y esténciles:
Devuélvannos el agua, regresen las plantas y traigan a los desaparecidos.
En la cercanía de una banca que parece que sangra
se reúne un grupo de estudiantes de biología.
La morena hace el intercambio con ellos.
«¡Cinco mil pesos!», grita.
Una pistola parece que brota de sus labios, pero soy yo quien dispara.
Corremos a la motocicleta, subimos de un salto,
acelera a 120 por hora y rebasamos las cafeterías flotantes.
Salimos de la Ciudad Universitaria con cinco mil pesos
y un muertito en la conciencia.
La tarde es larga.
Camino abajo, la morena vuelve a cantar
mientras me guiña un ojo desde el retrovisor.
Jamás vi una motociclista tan guapa.
Calles para dos, maese, en Marela.
Y sus labios se mueven:
«¡Paloma negra, paloma negra!».
EN MEDIO DEL ESPEJO…
En medio del espejo te observa otro que ya no eres. En ese instante, ese que viste, estuvo deja. Podrías reclamarle tú. Podrías reprocharle tú esta cara, pero no le reclamas nada. No puedes reclamarte nada. En silencio, te acomodas la camisa, el pantalón, los zapatos, el cabello y el cuello. Nunca tu porte maduro te vino tan bien. Por un momento, ese que eres te reprocha tanta vanidad desde el espejo. «Más vale que estés alerta», dialogas con tu vieja sonrisa y mascullas en serio: «Más vale que estés alerta». Te miras duramente a los ojos. No tienes que reclamarte nada. Abandonas el espejo y abres la puerta: veinte pisos hasta la calle en esa escalinata de metal. Afuera, un letrero miente:
Jaramillo
«Profeta»
Peldaño a peldaño, las brasas se hacen más tupidas. Vas camino a la muerte de Marela. Vas a ver si estás en otra parte. A ver si sobrevives al fuego y te encuentras.
J. Andrés Herrera, (Cuernavaca, Morelos, 1990). Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Es autor de Eso que revienta (2012), El morbo y las promesas (2014), Cuernavaca Ska-Jazz Club (Mantra, 2015), La tierra que nos dieron (El ojo, 2016), La Isla (Fondo Editorial del Estado de Morelos, 2018) y Marela. Ciudad para los mil ojos (2020). Su obra ha aparecido en Desde el contorno. Antología de poesía morelense (Simiente, 2019) y Mega ofrenda 2013. 50 años sin Remedios Varo (UNAM, 2014). Obtuvo el 1.er lugar en el XVI Premio Universitario de Poesía «Décima Muerte» (UNAM, 2013). Fue becario del PECDA Morelos 2015 y lo es actualmente en su emisión 2022. La adaptación en audiolibro de Marela… fue seleccionada en la convocatoria Contigo en la Distancia (FONCA, 2020). Los poemas y prosas aquí publicados han sido extraídos de la última obra citada.
🖲️ Leer otros poemas de este autor (en Almiar): Eso que revienta
🖼️ Ilustración: Imagen de Bellergy RC en Pixabay
Revista Almiar – n.º 127 / marzo-abril de 2023 – MARGEN CERO™
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