poemas por
Gabriel Desmar
L
as velas en la fría madrugada,
parecen fantasmas en la bruma,
que llegan de lejanos mares,
navegando por caminos de aguas.
Son una visión de océanos antiguos
que transitan mientras llega el día,
arrastrando trozos de historias,
que vienen enredadas en sus anclas.
Los marineros en las altas cuerdas,
escuchan los mensajes del viento,
atisban el lejano horizonte sombrío,
buscando peligros ocultos en las olas.
Imponentes aparecen cuando llega el sol,
todos blancos reviven en el tiempo,
señoriales estampas se deslizan suavemente,
en el mar intensamente azul de la mañana.
Son los veleros de las armadas,
que recorren los mares del planeta,
tocando puertos en su largo periplo,
trayendo un saludo de un pasado distante.
Pensamientos
Uno a uno los clavos caen desde lo alto
quizás vienen de ignotas regiones perdidas,
van dejando clavado en el tiempo las manos,
van dejando inmóviles todos los sentidos.
Algunas campanas tañen en la noche,
y recorren las sendas del bosque oscuro,
trayendo misteriosos mensajes en sus notas,
indicando que ciertos tiempos se han perdido.
La lluvia estremece el paisaje y las ramas,
lava todas las impurezas que estaban ocultas,
dejando en el aire una sensación nueva,
como si despertara un nuevo comienzo.
Los pasos se dirigen a antiguas estaciones,
van a recorrer lugares casi olvidados,
a respirar el aire de antiguas travesías,
y encontrar esos lugares que pasaron por los ojos.
En esas piedras ancestrales como mesas,
se amalgama la naturaleza y los ríos,
en esos valles llenos de calma y armonía,
la mirada descansa en el verdor del espacio.
El paso de los días
El tiempo se escurre por invisibles fisuras,
sin siquiera percatarme se acaban los días,
todas las voces y los mensajes se pierden,
y queda una sensación de vacío circulando.
A veces se espera algo desde la lejanía,
pero los campos permanecen mudos,
la brisa marina se repliega en las olas,
y la arena ya no es arrastrada por el viento.
Los días pesan como troncos milenarios,
las esperanzas se estancan en los lagos,
el brillo de las luces postreras de la tarde,
trae una luminosidad precaria al paisaje.
Las imágenes se construyen en el aire,
se respiran bosques de verdes follajes,
se tejen caminos que se pierden en la niebla,
desde lo alto todo se percibe distinto.
Hay un silencio demoledor en las paredes,
todas las puertas ya se están cerrando,
y con la mirada puesta en el horizonte,
sólo se atisba el olvido entre la bruma.
Contactar con el autor: gdesmar [at] vtr.net Otros poemas de este autor (en Almiar): Ilustración poemas: Fotografía por skeeze / Pixabay [public domain] |
Revista Almiar – n.º 95 | noviembre-diciembre de 2017 –
MARGEN CERO™ – Aviso legal
Últimos comentarios de los lectores