por
José A. Olmedo López-Amor
(Endecasílabos de rima consonante)
Harto de exclamar voces sin sentido
de proclamar verdades y mentiras,
harto de a viva voz haber vivido
de haber quemado mi sonido en piras,
aterrado por el terrible grito
del tan sufrido mundo que presencio,
enclaustré mis palabras en el rito
angustioso del voto de silencio.
Salí desnudo bajo la tormenta
y furioso grité mi juramento,
si es que a la Verdad mi palabra atenta
hasta mi muerte no daré lamento,
nunca pronunciaré queja ni ofensa
e intentaré aprender lo que la vida,
cruel ofrece en su lección intensa
de dramática ley desconocida.
Una ley que se nos ofrece humilde
latente, hermosa, de curso diario,
la antítesis de la sonora tilde
que dormita en mutismo extraordinario,
que duerme en hebras cual microorganismo
y palpita en parajes angulares,
verdad tomada por anacronismo
cátedra en los reinos corpusculares.
Silencio, música del Universo
denso estrépito del fondo marino,
encriptado alfabeto escrito en verso
lenguaje del Olvido, mudo trino,
eres la respuesta del Dios tirano
que escribe salmos con tinta invisible,
tú que el dios Tiempo come de tu mano
y caminas con la Muerte invencible.
Silencio que profanas los conciertos
y dilapidas con asentimientos,
corona a mis conocimientos muertos
proclámate en todos mis estamentos,
demuéstrame tu fuerza y tu bravura
reino de Tiempo hermanado de Miedo,
pespunta con presteza la costura
de este cerebro y corazón sin credo.
Y retorné al sendero silente
del sonámbulo recuerdo embozado,
donde mi amor fue silencio estridente
testigo de un demonio enamorado,
demonio merecedor de un amor
que por lo visto nunca he merecido,
habiendo entregado toda mi flor
sin nunca haber sido correspondido.
El Silencio aturdía mi sentido
respuesta universal que no aceptaba,
un silencio puro, no corrompido
dentro de mí vivía, me gritaba,
el mismo silencio que en este verso
rinde homenaje al gran primer segundo,
al primer segundo del Universo…
Silencio, rey de todo lo fecundo.
Y aprendí que es mejor callar a veces
antes que el habla quiebre su reinado,
respetar su solemnidad con creces
sepulcral himno de verso callado,
proclamar que el Silencio es tan constante
como el Tiempo, la Muerte o la Esperanza,
el Silencio es eterno acompañante
perpetuo centinela en acechanza.
Y pasaron los años de mi vida
la enfermedad, la juventud y hastío,
la madurez honrosa y estremecida
cimentó a mi corazón baldío,
y llegó la vejez tan presurosa
como tras las primavera el estío,
como una ola sigue a otra esplendorosa
como al amanecer llega el rocío.
Y sentí plenos mis conocimientos
pues la sabiduría es del que escucha,
mi Alma era parte de los elementos
de las mareas, la sangre de su lucha,
liberé mis miedos y transformado
en un nuevo hombre sin tantos temores,
me sentí del misterio enamorado
un nuevo mundo de nuevos colores.
Había comprendido del Silencio
su significado maravilloso,
belleza que en estos versos sentencio
fascinado, colmado de lo hermoso,
y en la misma tarde de luz bermeja
en que vino a cambiar toda mi suerte,
vi cómo el saber al dolor refleja
sintiendo los dolores de mi muerte.
Sentí morir y mis labios quisieron
pronunciar su epílogo sentimiento,
mis pobres entrañas se revolvieron
abrí la ventana, vi un bosque, viento,
quise que Dios escuchara mi ruego
dramática belleza me llenó,
grité entonces la palabra «fuego»
y en el mismo instante el bosque ardió.
Noche
Noche:
«Tiempo en que falta sobre el horizonte la claridad del Sol».
(Diccionario enciclopédico Espasa)
«Manos enloquecidas
de palpar tinieblas».
(Vicente Huidobro)
«Y hay una noche para cada uno.
Una noche en que la sangre se apropia de otra sangre
que está desenvolviendo su curso,
en esa hora para que los demás se aleja
como unos ojos cerrados».
(Félix Pita Rodríguez)
Intento descifrar la noche,
describirla, conocerla,
quiero estudiarla para advertir sus propiedades
pero erro en mi aspiración
de profanar lo que no es mío
y aunque la combato, la sufro,
mi voz es noche, mi mirada,
hasta en mis versos ella se suscribe,
y nada que yo diga o haga
puede paliar sus consecuencias.
La noche es continente y contenido
de una grafía maldita que se imprime con las sombras,
el escenario perfecto donde los instintos artísticos
recobran su nictálope naturaleza
y se agudizan pudiendo convertir a un hombre, en mito.
Noche provecta, atribulada de misterios
que ha sido y es concreción de lo inaudito,
ya su color me nombra bajo la sentencia del destino.
Noche,
nacencia del silencio, su retórica,
densa metáfora de lo inefable,
esplendor de la oscuridad
que es estación del sueño,
carne de susurro,
lienzo de mí.
En la noche, paráfrasis de lo invisible
mi mente realiza encargos sin contar conmigo.
En la noche, los tiempos
revelan la cadencia asordinada
de un irreverente y primigenio miedo.
En la noche, mi verdadero yo
se desata y corre libremente,
corre, grita y sueña despojado
de las ataduras de la consciencia.
Antes del color, antes del día
fue la noche, pensil vestidura del Universo,
urbe del noctívago atribulado,
desván de sonámbulas pesadillas,
y desde entonces su omniforme pesadumbre
ha recalado siempre en corazones temerosos,
en las almas más débiles,
por eso desde inverosímiles conversiones mentales
hasta los asesinatos más violentos
siempre han tenido lugar en su escalera de claroscuros.
La noche es la duda, el desconocimiento,
el trágico temor, mortal y humano,
un nocturno de violines de madera negra
que trasciende a la ausencia de luz que lo provoca.
Hoy, después del dolor
la noche ha instalado sus enseres en mi mente,
no hay vacío o tierra de nadie
entre los bosques de mi cordura
en que no alumbre, la noche, su son enfermizo,
ni hay palmo de tierra en que yo no excave
sin encontrar su vómito de cieno.
Duermo en la noche, con noche en mi corazón,
y sueño arropado por la oscuridad de las ausencias
que me esperan…
¡Oh, noche de alabandina y ébano!
Ámbito de la tiniebla.
José Antonio Olmedo López-Amor. Nacido el 24 de julio de 1977 en Valencia (España). Titulado en audiovisuales. En la actualidad es empresario del sector servicios. Contactar con el autor: hebertodesysmo [at] hotmail.com
Ilustración poemas: Versión en escala de grises de una fotografía incluida en el vídeo Solitudes (ensayo audiovisual sobre fotografías realizadas con diferentes técnicas), por Pedro M. Martínez © |
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