por
Ivan Pozzoni

Mis manos demacradas siguieron escribiendo 
convirtiendo en papel cada voz de la muerte, 
no dejé testamento, 
olvidando cuidar 
lo que todos definen como el quehacer normal 
de todo ser humano: oficina, hogar, familia, 
el ideal, al fin, de una vida normal.

En el lejano futuro de 2026, toda la defensa 
de un contrato indefinido,
tachada de desequilibrada, 
encerrado en el centro de Milán,
en el hotel Acapulco, un hotel decrépito, 
reclamando la cosecha de sueños marginales, 
agotando los ahorros de toda una vida 
en revistas y comidas escasas.

Cuando los carabinieri irrumpan 
en la decrépita habitación del hotel Acapulco 
y encuentren a otro muerto sin testamento, 
¿quién contará la historia ordinaria 
de un viejo cortavientos desgastado? 


Balada de lo inexistente

Podría intentar decirte 
con el sonido de mi teclado 
cómo Baasima murió de lepra 
sin llegar nunca a la frontera 
o cómo el armenio Meroujan 
bajo un revoloteo de medias lunas
sintió desvanecerse el aire de sus ojos 
arrojado a una fosa común;
Charlee, que se mudó a Brisbane 
en busca de un mundo mejor, 
termina el viaje 
en la boca de un caimán, 
o Aurelio, llamado Bruna 
que, tras ocho meses en el hospital 
murió de sida contraído 
tras una pelea en una carretera de circunvalación.

Nadie recordará a Yehoudith, 
sus labios rojo carmín, 
borrados por beber venenos tóxicos 
en un campo de exterminio, 
ni a Eerikki, con su barba roja,  
derrotado por la turbulencia de las olas, 
que duerme, arrasado por las orcas,
en el fondo de algún mar;
la cabeza de Sandrine, duquesa 
de Borgoña oyó el rumor de la fiesta 
al caer de la cuchilla de una guillotina 
en una cesta 
y Daisuke, samurái moderno, 
contó las revoluciones del motor de un avión  
gesto kamikaze en un harakiri.

Podría seguir y seguir 
en el calor sofocante de una noche de verano
cómo Iris y Anthia, niños espartanos deformes 
fueron abandonados, 
o cómo Deendayal murió de privaciones 
atribuible al único crimen 
de vivir la vida de un marginado 
sin haberse rebelado nunca;
Ituha, una niña india, 
amenazada con un cuchillo, 
que acaba bailando con un Manitú 
en la antesala de un burdel 
y Lutero, nacido en Lancashire 
liberado de la profesión de mendigo 
y obligado a morir por Su Majestad Británica 
en las minas de carbón.

¿Quién recordará a Itzayana 
y a su familia masacrados 
en un pueblo de las afueras de México 
por el ejército de Carranza en retirada, 
y qué de Idris, el rebelde africano,
aturdido por los golpes y las quemaduras
mientras indomable por la dominación colonial, 
intentó robar un camión de municiones;
Shahdi voló alto en el cielo 
por encima de las astas de la Revolución Verde, 
aterrizó en Teherán con las alas destrozadas 
por un cañonazo,
y Tikhomir, un albañil checheno, 
desplomado ante rostros indiferentes 
en el tejado del Mausoleo de Lenin, 
sin comentarios.

De objetos de la narración 
fracturados en fragmentos de inexistencia 
que transmiten sonidos lejanos 
de resistencia.


El MP

Entonces en séptimo grado y ya condenado a una casa de corrección 
luego mensajero para un escaño en el Montecitorio
hijo de un ama de casa y un abogado de Sorrento 
se encontró por fin diputado.

Recorrió emocionado el Transatlántico de un lado a otro 
en busca, al fin, de un sueldo munificente 
con la esperanza de encontrar la Cicciolina en el dormitorio, 
o, como mínimo, en los baños, para tirarse algo de heroína.

Lazando a una azafata con la habilidad de Buffalo Bill,
escenificando peleas simuladas a lo Bud Spencer y Terence Hill,
pasó, en tres horas, a un día sin hacer nada, y echó raíces en la sala de visitas 
apoyando los decretos levantados en favor de los intereses de la boutique.

Un día la fortuna exhaló sus toques de trompeta, 
la sede reconocida de la Camorra cayó víctima de una bomba 
colocada por el Movimiento Anárquico de Defensa de los Desempleados
y el diputado, con una explosión, murió jodido.


Todo detrás de la televisión

Televisión del terror, televisión del error
aquí las tiendas venden horror patrocinado desde el televisor, 
la audiencia sube si un free lance con las neuronas anquilosadas 
entrevista a docenas de víctimas de catástrofes en sus coches por la noche, 
y si yo fuera el entrevistado, por Dios, llamaría a un policía, 
o como mínimo, le daría otra patada en el culo al free lance.

Televisión de lágrimas, televisión de adicción,
utiliza la etiqueta de marca como línea divisoria 
entre fragmentos de película, entre retazos de programa, 
los romanos en Roma basaban la fuerza de su obligación en el patrocinador, 
atribuimos al patrocinador el poder de hacer que gente inhumana decida 
dar más valor a un tifón o a una masacre de niños afganos.

La televisión de la muerte, la televisión del dolor, 
un estudio que deben evitar los débiles de corazón, 
cada noticia de los telediarios es un terrorista 
capaz de convertir a Jeffrey Dahmer en Hare Krishna, 
el saludo a la isla de Giglio fue una primicia excepcional, 
el único defecto de los actores improvisados era que no sabían nadar.

Esta noche, todos los que están detrás de los televisores apagados:
si os ponéis delante de ellos, corréis el riesgo de sufrir un accidente.


La balada de Villon

La muerte tiene sus ojos de verano coloreados  
baila con el ahorcado, endosa cabezas decapitadas
le cuenta al suicidio sus historias de invierno, 
que la lágrima de un suicida puede extinguir el infierno.

La muerte recoge flores de huesos gastados
en cerebros goteantes y cuencas oculares agujereadas, 
llora flores de nenúfar en el estómago de los ahogados,
ella, puta, frágil, adiós al celibato.

La muerte se casa con el cadáver quemado, 
sigue siendo la única fuerza fuera de la lógica del mercado, 
abraza al hipercapitalista, al anarquista, al indiferente, 
sin darse cuenta de que no sirve para nada.

Clamamos por la vida, abolimos la muerte, 
lo intentaron en masa con el apoyo del arte, 
distraídos con ricos homenajes y cotillones, 
abolimos la muerte y cantamos Villon.


Fiorello me aburre

Me duermo frente a la pantalla de papel
culpable de no tener nada nuevo que decir
las letras en mi sangre no fluyen hacia mi aorta 
aislado como el padre Ralph de Drogheda en Birds of Bramble,
Me prometo que serán las últimas, estas letras, tipo Jacopo (A) Ortis,
F.r.i.d.a. me espera en el sofá envuelta en su pequeño gris.

Cuando no tengo nada que decir el cursor late a ritmo de blues 
cuando escribes a mano, al menos muerdes el capuchón del bolígrafo
aparece, toque a toque, un texto de vana consistencia a la De Signoribus,
te distraes, te levantas, de un lado a otro, con la culpa de un rompehuelgas,
la conciencia de que escribir sobre nada sigue siendo escribir 
el equivalente a vivir de la nada es siempre vivir.

Tal vez una oportunidad perdida para seguir haciendo un signo, 
o tal vez un fragmento insignificante al estilo de Tomas Tranströmer,
no me conmueven los hechos crónicos, que no sirven para nada   
la caja de arena del perro una vez caducada la suscripción anual a l'Atelier,
tal vez, quién sabe, sin darme cuenta, estoy escribiendo una obra maestra 
como millones de escritores italianos con sus violines de Ingres.

Hoy me siento anfibio, mitad rottweiler y mitad chihuahua, 
mitad anfibio, mitad vehículo blindado de asalto en la batalla de Okinawa,
experimentando la sensación profesional de los mercenarios de Mondadori 
su locura no me sorprende
ni que se refugien, como pareja, renunciando a sus contratos farisaicos,
para hundirse, junto con el hecho cultural, en el barco de Teseo.


No encajo

No encajo, tengo un trastorno límite de la personalidad
reparto codazos como Greg «El Martillo» Valentín,
si no me aplico nunca podré aspirar al Premio Nobel 
un ternero irreductible entre las vacas negras de Hegel.

No encajo, tengo un delirio esquizofrénico 
odio al pueblo y mojo mi pluma en arsénico, 
canto, fuera del coro, como un mitómano de Factor X
desactivando bombas y lidiando con un detector de metales.

No encajo, tengo una disposición asesina, 
deambulo entre los zombis, al estilo del Rey del Pop en Thriller, 
volando bajo sobre la costa cito cocientes, 
obligado a empaquetar subtítulos para los no usuarios.

No encajo, tengo todo tipo de fobias, 
tengo todo tipo de fobias, incluyendo mi amor por el verde, como virtuoso dendrófilo, 
incendiando el mundo, difuminando el tiempo con el zoom, 
me rindo a la obsolescencia de la consecutio temporum.



 

Ivan Pozzoni nació en Monza en 1976. Introdujo el Derecho y la Literatura en Italia. Ha publicado ensayos sobre filósofos italianos y sobre la ética y la teoría jurídica del mundo antiguo, y ha colaborado en varias revistas italianas e internacionales. Entre 2007 y 2018 se publicaron varias colecciones de sus versos: Underground y Riserva Indiana, con A&B Editrice, Versi Introversi, Mostri, Galata morente, Carmina non dant damen, Scarti di magazzino, Qui gli Austriaci sono più severi dei Borboni, Cherchez la troïka y La malattia invettiva con Limina Mentis, Lame da rasoi, con Joker, Il Guastatore, con Cleup, Patroclo non deve morire, con deComporre Edizioni, y e Kolektivne NSEAE con Divinafollia. Fue fundador y director de la revista literaria Il Guastatore – Quaderni «neon»-avanguardisti; fue fundador y director de la revista literaria L’Arrivista; fue redactor jefe de la revista filosófica internacional Información Filosófica; es o ha sido director de las series Esprit (Limina Mentis), Nidaba (Gilgamesh Edizioni) y Fuzzy (deComporre). Fundó una quincena de editoriales socialistas autogestionadas. Ha escrito/editado 150 volúmenes, redactado 1.000 ensayos, fundado un movimiento de vanguardia (NeoN-avant-gardismo, aprobado por Zygmunt Bauman), con un millar de movimientistas, y redactado un Antimanifiesto NeoN-avant-gardista. Se le menciona en los principales manuales universitarios de historia de la literatura, historiografía filosófica y en los principales volúmenes de crítica literaria. Su volumen La malattia invettiva gana Raduga, mencionado en la crítica de Montano y Strega. Está incluido en el Atlas de poetas italianos contemporáneos de la Universidad de Bolonia y aparece en varias ocasiones en la importante revista literaria internacional Gradiva. Sus versos han sido traducidos a 25 idiomas. En 2024, tras seis años de retirada total de los estudios académicos, regresó al mundo artístico italiano y fundó la Kolektivne NSEAE (Nuova antropología socio/etno/estética) [https://kolektivnenseae.wordpress.com/].

🖼️ Ilustración poemas: Imagen realizada con técnicas de IA.

 * N. del E: En los poemas aquí publicados se ha procurado que las líneas guarden la extensión tal y como los escribió su autor. La posición de títulos y textos son consecuencia del diseño y de las diversas anchuras de pantalla. Para la lectura de esta página en un dispositivo móvil aconsejamos que el aparato se sitúe en posición horizontal.

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