poemas por

Walter F. Aquino Menéndez

 

Cierta noche los murciélagos se cansaron de chirriar
Los grillos abdicaron de llamarse unos a otros
Los ratones no musitaron más.
Las cosas sueltas dejaron de caer para asustarnos
Se apagó el rumor eléctrico del refri
Las puertas y las gradas no crujieron deshinchándose del día.
Cierta noche las camas dejaron de gemir
Y de roncar
Y de dar vueltas en el roce de las sábanas.
No hubo maullidos
Ni basureros cayendo de rodillas en el patio
Ni desafortunados ladridos en calles desoladas
Ni siquiera el parpadeo de una luz o el choque de unas alas contra el foco.
Cierta noche en la casa de al lado nadie vio la tele a altas horas
No hubo vituperios ni trastos rompiéndose
Ni motores
Ni noticias de una llave sigilosa y el crepitar de las bisagras.
Fue una noche de silencio incomprendido
En la que todos despertamos y nos pusimos a gritar.

 

Presencia I

Por un momento
Mi casa se ha quedado sola.

Sus ojos
Como radas de luz iridiscente
Se lamentan del musgo y el invierno.
Su oído como el ámbito del polvo
Escucha a los insectos henchirse de su savia.
Su tacto omnipresente en el silencio
Sondea los cristales de fotos y alacenas.

Mi casa
Da un respiro en nuestra ausencia.
Levanta las cortinas
Y observa el clamor de las copas de los árboles
Obsecuentes al viento y a la lluvia.

Cuenta los intervalos de sombras
Que la surcan
Esperando se trate de alguno de nosotros.

Mi casa en sus cimientos
Resguarda la ceniza de la espera
Para murmurarnos por la noche sus secretos
Cuando todos hayamos regresado.

 

Luz en la cortina

La tarde es un perro al otro lado del cristal
Con un charco de luz en el hocico.
Con su cálida lengua
Viene a lamer la herida en mi ventana
Viene a impregnar su vaho sobre el vidrio
Su cansino bostezo en mi reflejo.

Una luz estancada en la persiana
Revela el polvo
Guía a los sabuesos
Allí donde se oculta la memoria.

Como indistinta sombra
La tarde se agiganta.
Y el recuerdo exhumado por los canes
Se lía en sus finas hebras
Como una telaraña.
Como un musgo de culpas
Y dulces florescencias
De tardes olvidadas.

La tarde cuyo único movimiento
No nos permite nada
Con su último reflejo
Nos manda sus sabuesos
Para desenterrar nuestros recuerdos
Y sumirnos en la nada.

 

Detención

Las manos sobre el cuello siempre llaman la atención
Curiosamente un poco más que las rodillas luxadas
O el rostro encubierto de cuatro policías.
Y la forma de yuxtaponer dos carro-patrullas —culo contra cara—
Opaca al nissan gris con las puertas como albatros
al final de un largo vuelo.

Nadie se pregunta lo que pasa
Las manos en la nuca solventan más allá de toda duda
Las piernas bien abiertas y el rostro oscurecido
Disparan a quemarropa las respuestas.

El tráfico lento se detiene a mirar
sobre la boca de una calle.
Alguien intentó robar un auto
Secuestrar a alguien
Pasarse un alto
No pagar una factura
Huir en la ciudad.

 

Asilo

Vive un hombre en Turingia como una higuera rota
Como rama de olivo sumergida en el Werra.
Ha extraviado la vara
Que guio su rebaño
Por el monte escarpado
De su ayer pastoril.

Vive un hombre en Turingia que no suelta la escoba
Mientras barre te cuenta de la guerra civil
La peor de las plagas
Que diezmó a su familia
Y redujo a escombros
Su heredad ancestral.

Un inmigrante vive en un centro de acogida
Y barre todo el tiempo la entrada del lugar
Aunque nadie se lo pida
Aunque no es necesario
El hombre barre a diario
Por conservar su dignidad.

Un sirio
Un eritreo
A quien nadie da trabajo
En el centro de Turingia son higueras rotas
Ramitas de olivo sumergidas en el Werra.

 

Ahmud

Teníamos todo lo necesario
El camino de cardos
Suficiente ganado.

Yo vivía en Alepo
Estaba asistiendo al segundo grado
Y papá jugaba por las tardes con nosotros.

Luego vino mi hermano
Poco antes de la guerra
Con herrumbre entre los brazos
Y se llevó a mi padre.

No pude hacerme cargo de la huerta
Ya nadie dio de beber al ganado.

Y una noche
Las acequias se inundaron de sangre.
Hoy nos han traído aquí
Y no tenemos nada más que hambre y frío.

 

separador bolitas Walter Aquino

 

Walter F. Aquino Menéndez

Walter Francisco Aquino Menéndez. Autor salvadoreño.

Sus cuentos se han publicado en las revistas, Ariadna rc (España) Ciudad Absenta (México) y Cinco Centros (México), dos cuentos en Revista Literatos de El Salvador, dos poemas en Revista Monolito (México) y, recientemente, un poema seleccionado para Antología latinoamericana de poesía de la Editorial Casa Verde (México) y un poema publicado en la Revista Cultural El Coloquio de los Perros (España). Actualmente coordina el taller prodifusión y producción literaria de la Universidad Nacional de El Salvador.


📧 Contactar con el autor: walterfabriob [ at ] gmail [dot] com

 Ilustración poemas: Fotografía por Arek Socha / Pixabay [dominio público]

 

mar de poesías Walter Francisco Aquino Menéndez

Más poemas en Margen Cero

Revista Almiarn.º 100 • septiembre-octubre de 2018MARGEN CERO™

 

Siguiente publicación
Poemas por el autor Antonio Calzado Llamas: Luna de hiel,…