artículo por
Mario Rodríguez Guerras

 

1. Argumento

Claudio ha matado a su hermano, el rey Hamlet y se ha casado con su mujer, Gertrudis. Hamlet, hijo del difunto, sospecha la verdad pero no posee pruebas y, por otro lado, está enamorado de Ofelia. Hamlet finge locura. Su tío intenta acabar con su vida pero Hamlet lo descubre y se venga de sus asesinos. En otra escena, Hamlet, creyendo que es el rey quien está escondido tras unas cortinas, mata a Polonio padre de Ofelia.

Ofelia se suicida como consecuencia de la muerte de su padre, y el hermano de esta, Laertes, para vengar a su vez estas muertes, desafía a Hamlet. Laertes le hiere con una espada envenenada antes de ser muerto por el mismo Hamlet. La madre de Hamlet muere por un veneno que Laertes había preparado para Hamlet. Hamlet, antes de morir, logra matar a su tío.

Todo lo que ocurre, ocurre para poner de manifiesto un sentido. Claudio podría haber estado casado; la historia de amor de Hamlet podría haberse suprimido; y la acción de Hamlet podría retrasarse por una distancia física en lugar de por sus dudas racionales.

2. Los caracteres

Claudio es un hombre de temperamento fuerte y acción decidida que no duda en asesinar a su hermano para lograr sus fines.

Hamlet es un ser reflexivo, ajeno a la existencia material. Sabe lo que debe hacer pero sabe que hacerlo le obliga a renunciar al mundo de las ideas para aceptar como verdadero el de los fenómenos. Duda porque no pertenece a ese mundo.

Gertrudis, su madre, es un carácter flemático que acepta la realidad tal y como se presente sin cuestionar su verdad.

3. Las situaciones

Claudio muestra la maldad del hombre. El ejercicio de su voluntad implica la anulación de la voluntad ajena y, aunque sea la de alguien de su propia sangre, no le importa, lo cual reviste ese mal de crueldad.

Hamlet, frente a su tío, aparece en conflicto pues si su tío, en busca de su destino, causa un mal, Hamlet se siente perjudicado debido al amor que sentía hacia su padre y por el conocimiento de una injusticia que destruye el orden universal.

Pero Hamlet, frente a la familia de Ofelia, se encuentra en una serie de situaciones que son fruto del error.

Tenemos los tres supuestos de la tragedia, la maldad, el error y las posiciones relativas de los caracteres, las cuales son, propiamente, el origen del drama.

Hamlet desenfundando su espada

4. Las acciones deliberadas

Las apariciones del fantasma de su padre no representan un contacto escatológico, son un medio literario para exponer al público los temores e intuiciones de Hamlet.

Hamlet se finge loco, lo que le permite distanciarse de las personas a las que por sus actos desprecia pero permite que continúe el desarrollo del drama sin desaparecer de escena. También le justifican un distanciamiento con Ofelia, a la que ama, pero, al igual que intuye el crimen de su padre, como hombre sensible, intuye la imposibilidad de su amor por alguna fatalidad. Aunque el fin principal del fingimiento es evitar que su tío le crea inteligente y se deshaga también de él. Estas son las únicas acciones que un tipo sensible se permite realizar sin vulnerar sus principios.

Por otra parte, la concepción isabelina del orden universal implicaba que una alteración de la armonía en una de las esferas del universo, como en la esfera política de nuestro caso, habría de mostrar alguna alteración en las otras, por ejemplo, trayendo la locura a la esfera personal, como lo explica el mismo autor en otra de sus obras, El rey Lear. La locura de Hamlet, entonces, reforzaría el presentimiento del crimen real porque este (el crimen) sería su causa (la de su locura).

La obra de teatro en la que los actores relatan el crimen del Rey Hamlet es también un recurso artístico para referir la insinuación que en la realidad hubiera hecho un hombre al asesino de su padre. Con la reacción del rey ante su insinuación, Hamlet acaba por convencerse de la necesidad de obrar y de renunciar al mundo de las ideas para poder mantener esas ideas en las que cree.

Pero Hamlet no tiene pruebas del crimen de su tío y, en todo caso, con pruebas o sin ellas, no puede presentarle ante la justicia pues ni los reyes se someten a la justicia ni el drama puede contar para la conclusión de su desarrollo con algo ajeno a los personajes que intervienen que deben ser autónomos. Aparece, entonces, el principio de la justicia eterna, por la cual, el sujeto que tiene conocimiento de hechos impropios de la naturaleza humana los castiga como representante de esa humanidad.

5. Las acciones imprevistas

La muerte de Polonio demuestra porqué un individuo sensible evita la acción pues es torpe en su ejecución. Además, da lugar a justificar la muerte de Ofelia que debe mostrarse como consecuencia de un error de Hamlet para que él mismo sea el causante de su daño y acabe por sufrir las consecuencias. La muerte de Polonio a manos de Hamlet es el medio para lograrlo pues nada en el drama justificaría el asesinato casual o deliberado de Ofelia. Además, su muerte por suicidio muestra como injusta la acción ciega de Laertes que hubiera sido justa en caso del asesinato de su hermana.

6. El desenlace

Claudio debe morir por el crimen cometido contra su propio hermano. Lo mismo que Laertes, pues el asesinato de Hamlet no estaba suficientemente justificado ya que la muerte de Polonio fue fruto del error y no de una acción deliberada por parte de Hamlet. La muerte de Gertrudis es merecida por su consentimiento tácito de la situación de su cuñado-marido pues, en su puesto, debería saber lo que es justo e injusto. Sin embargo, se evita que esta muerte sea llevada a cabo por Hamlet pues entraría en conflicto su amor con su deber y, desde fuera, un tercero pudiera juzgarlo como un crimen interesado como el cometido por Claudio. Hamlet muere pues el sentido civilizado del concepto de justicia eterna precisa que el actor desaparezca.

Este concepto está fundado en el derecho que se reserva la sociedad de ser solo ella quien pueda juzgar las acciones humanas. El actor de esa justicia, que no recurre a la justicia ordinaria porque no puede, tampoco puede aceptar quedar sometido a una justicia en la que no puede creer pues no es capaz de entender el delito que él ha sufrido y condenado. Entonces, acaba suicidándose. Pero, en este caso, aceptado por la sociedad civilizada, el balance de crímenes y castigos queda descuadrado.

La situación inicial que relata la obra es reflejo de la realidad, es algo que ocurre constantemente en el mundo. Los malvados se hacen con el poder por la fuerza y la violencia. Los hombres mediocres ni lo advierten. Los espíritus sensibles lo perciben pero no pueden resolver nada y, cuando exponen los hechos, resultan incomprendidos: Son tenidos por locos. Ahora se puede entender cómo la locura de Hamlet es otro recurso literario para exponer cómo el conocimiento intuitivo de Hamlet es tenido en la sociedad como fruto de la demencia.

Antes de la imposición de valores sociales el hombre era autónomo y poseía capacidad de obrar. Claro que de esa forma se cometían muchas injusticias pero el sistema actual no garantiza que no se cometan. Entonces, el autor busca conciliar ambos intereses, el derecho social y el derecho personal, y resuelve la obra mediante un recurso con validez dramática, de forma que la muerte de Hamlet es, aparentemente, consecuencia de un conflicto con un tercero pero, analizado detenidamente, este enfrentamiento es producto del error, en concreto, su muerte es el resultado de una serie de situaciones que el mismo Hamlet había desencadenado. Digamos que esta solución es válida para esta situación, pues la vida individual está sometida a todo lo coyuntural de la existencia, pero no sería admisible la resolución del problema principal (la muerte de su tío) mediante un acto azaroso pues el drama quedaría sin contenido ya que su propósito debe ser el de mostrar la determinación de los personajes por alcanzar mediante sus actos el cumplimiento de su voluntad. De la forma en que se resuelve el castigo de Hamlet no se cuestiona en la obra la moralidad de su crimen ni el derecho a cometerle pero permite que la justicia ordinaria pueda dormir tranquila ya que el delito prescribe con la muerte del «delincuente».

Ophelia, por Frances MacDonald

7. Hamlet

Lo que frena a Hamlet para entrar en acción es el conocimiento de que para castigar el mal se debe recurrir a los mismos medios utilizados por el mal. Evidentemente, los fines son distintos pero no la forma. Así, resulta que toda manifestación de la existencia, la elevada y la vulgar, conlleva una oposición al espíritu que la genera. Y, por su parte, defender la verdad implica la destrucción de un fenómeno que es manifestación de esa voluntad original.

La indecisión del personaje, ante la obligación de elegir entre dos opciones igualmente deseables y que tanto desmerece a ojos de los sabios, contiene una contradicción en la postura de los mismos sabios. Hoy en día nadie admitiría el crimen de Hamlet y, sin embargo, los sabios se desesperan ante sus dudas. Lo que la verdad exige, la sociedad niega. En el mundo social, la verdad queda relegada al mundo del arte, una especie de mundo de fantasía al que nadie debe ya considerar como ideal, en el que todo es posible, incluso la ilusión de de la justicia. Por supuesto, que hoy nadie cree en la justicia sino aquellos que ven en esa creación social un instrumento mediante el cual obtener algún beneficio. Por eso, la razón de los justos debe quedar satisfecha mediante la literatura, de tal forma que la sociedad y los hombres vulgares no precisan que la justicia sea justa, lo justo queda salvado mediante el arte, y ellos pueden perseguir tranquilamente sus fines.

El mundo real ha quedado aplastado por el mundo de la apariencia pero surte efectos mediante la ilusión y solo esa es la verdad que defienden los sabios. Los sabios, tengámoslo en cuenta, son hombres que defienden el mundo social del que emanan.

8. Los hechos humanos

Si prescindimos de los símbolos artísticos, la obra nos diría que Hamlet, aunque no tiene pruebas, intuye que su tío Claudio ha matado a su padre para hacerse con el trono y que su madre lo sabe y, a pesar de todo, se casa con el asesino de su marido para mantener su estatus. Hamlet no ve ningún fantasma, el fantasma es un recurso artístico para expresar lo que Hamlet intuye.

Por otra parte, Hamlet está enamorado de Ofelia pero su padre, Polonio, y su hermano, Laertes, se oponen a esa relación. Con todos estos problemas, Hamlet está confundido y, a ojos de los demás, parece haber perdido la razón.

Hamlet decide insinuar a su tío que sabe que él es el asesino del rey Hamlet. El autor, en lugar de poner esas palabras en boca de Hamlet, las pone, simbólicamente, en los actores de una obra de teatro. Tanto Claudio como Hamlet se percatan de lo que ha ocurrido, Hamlet le ha acusado del crimen y Claudio, desprevenido, no ha sabido negarlo convincentemente.

Hamlet le reprocha a su madre, de forma no simbólica, que se casara con su tío. Claudio había mandado a Polonio a espiar a Hamlet y, mientras habla con su madre, Hamlet cree que está siendo espiado por Claudio, escondido tras unas cortinas, y le mata. Pero el espía era Polonio. Su acto no es de locura, es un impulso.

Ofelia, a quien su familia obligaba a alejarse de Hamlet pero que todavía amaba tanto a su padre como a Hamlet, no soporta ni las presiones sobre su vida ni la muerte de su padre ni la culpa de su amado, y se suicida. La muerte de Ofelia es una tragedia y no un drama.

Claudio ha intentado alejar a Hamlet de su lado enviándolo a Inglaterra, pero el barco acaba por regresar con Hamlet. Hamlet se entera de que Claudio había contratado asesinos para que acabaran con su vida en Inglaterra, y se las arregla para que estos mueran. Como se ve, Hamlet no actúa como quien ha perdido la razón.

Claudio convence a Laertes de la culpa de Hamlet por las desgracias de su familia y deciden que Laertes le mate con una espada envenenada y que Claudio se guarde una copa con veneno por si Laertes no consiguiera matarle.

Finalmente, se produce el enfrentamiento entre Hamlet y Laertes. Este último hiere con la espada envenenada a Hamlet pero Hamlet le hiere con la misma espada envenenada. La reina muere el beber el vino que Claudio reservaba para Hamlet y Laertes, antes de morir envenenado, le hace saber a Hamlet que el rey había preparado la copa envenenada. Hamlet encuentra la justificación objetiva para su venganza y hace beber a Claudio de la copa con veneno, causándole la muerte.

Claudio, Gertrudis y Laertes pagan con su vida sus culpas. Hamlet muere pero no como castigo. La muerte de Hamlet muestra que ciertos hombres sacrifican su vida por un ideal. Hamlet concibe la existencia como manifestación de una fuerza; los demás, reafirman el mundo material despreciando los valores universales. La obra muestra la incompatibilidad de la idea y del fenómeno. Los seres egoístas persiguen un interés negando la realidad, es decir, el mundo de las ideas que constituye la esencia y el origen del fenómeno. Pero la muerte de Hamlet muestra lo contrario, la imposibilidad de que las ideas logren manifestarse en el mundo material conforme a su ideal, es decir, de forma perfecta. Cada mundo se opone al otro y, juntos, se destruyen mutuamente. Sin embargo, la opinión generalizada es que la muerte de Hamlet es el castigo que debe sufrir por su crimen, cuando, desde el punto de vista ideal, no ha hecho más que intentar el imposible de establecer la verdad en el mundo material.

9. Incomprensión de la obra

Toda crítica sobre esta obra coincide en admitir la diversidad de ingredientes que posee. Pero la mayoría de ellos no afectan a su contenido, hacen referencia a cuestiones que interesaban al tiempo en que se escribió. Entre ellos, las ideas filosóficas, los recursos literarios y las referencias políticas. En virtud de estos elementos se ha pretendido hacer interpretación de la obra pero esa sería solamente una interpretación parcial. Lecturas de otro tipo también se hacen pero ya parecen forzadas e interesadas.

Este drama posee, en efecto, diversos elementos pero no se han apreciado los que poseen valor. La obra presenta cuestiones diferentes y de ellas sus diversas variantes.

Si el autor hubiera tratado solo de la maldad hubiera sido fácilmente identificado el tema, y el autor relacionado con Esquilo. Si hubiera tratado sobre el carácter de un hombre, entonces, Claudio hubiera sido comparado con un héroe trágico. Y si solo hubiera presentado la cuestión de la justicia eterna la obra hubiera sido una obra moderna.

La enseñanza de esta obra es la perfecta existencia del hombre que vive en el mundo de las ideas y la tragedia que originan los individuos que valoran el fenómeno. Los hombres como Hamlet no han sido retratados con demasiada frecuencia en el arte pero, sobre todo, nunca han sido comprendidos. Cuanto más evoluciona el pensamiento del hombre y el ser humano se vuelve más racional, más incomprensible se vuelve esta figura y la ciencia denomina a este carácter melancólico, mostrando una completa incomprensión de su origen. Esta denominación es simple descripción hecha por hombres que valoran la acción y no conciben otro mundo que el empírico. La denominación adecuada sería la de idealista, aspiración suprema de toda religión, cuyo tipo solo es admirado cuando se presenta bajo la apariencia de un monje budista que ha alcanzado ese conocimiento mediante el estudio y la reflexión pero se desprecia al hombre que le posee de forma natural.

Los sabios han valorado la figura de Hamlet por sus acciones y la han descalificado. Pero en este personaje las acciones no son lo esencial. El contenido de este tipo de sujeto es lo que en la obra se pone en evidencia: El conocimiento sensible del carácter de los demás hombres y la deducción de los actos que serían capaces de realizar. Pero la existencia y valoración por un conocimiento irracional es inimaginable para los hombres racionales. Los hombres racionales solo pueden defender a individuos que manifiesten las cualidades que ellos poseen.

 Hamlet, Shakespeare, libro publicado en 1676

10. Análisis de la obra

El conflicto de Hamlet consiste en que, por una parte, desea mantener su ser íntegro pero, por otra parte, sabe que debe castigar la injusticia, lo que le obligaría a manifestarse como fenómeno.

La tentación del suicidio de Hamlet es también otra figura literaria con la que expresar el sentimiento y el pensamiento del protagonista. Hamlet sabe que debe castigar la muerte de su padre pero sabe que ese obrar significa acabar con el carácter sensible de su naturaleza, por eso, en un primer momento, se abstiene de obrar, como si todavía no estuviera suficientemente preparado para dar ese paso aunque, en realidad, lo que hace el autor es presentar al público las ideas del protagonista como referencia para entender las situaciones que se producen en la obra y los principios que guían sus actos. La inacción de Hamlet es la forma artística de exponer las ideas universales que se quieren trasmitir en la obra. Si Hamlet hubiera vengado la muerte de su padre en la primera escena, la obra nos hubiera dejado sin un desarrollo y sin conocer su contenido; hubiéramos pasado de conocer la muerte del rey a observar que mueren todos los personajes y, sin saber porqué, querríamos una explicación. A eso se adelanta el autor y nos ofrece los hechos, ideas e intuiciones que dan origen a la situación de la escena final y a su desenlace. Pero el autor debía querer dirigirse a gente inteligente.

La locura fingida de Hamlet significa un acercamiento del protagonista al mundo empírico, un mundo demencial desde el punto de vista del mundo ideal en el que se concibe la existencia sin una esencia como algo sin sentido. Hamlet se adentra en ese mundo del sinsentido para obtener evidencias de sus presentimientos aunque sabe que la búsqueda de datos ciertos conlleva desmerecer el mundo propio. Desde cada posición, la ajena resulta incomprensible y se confunde con la demencia.

Cuando se llega al desenlace de la obra, Hamlet actúa para defender sus ideales pero esa actuación necesaria para mantener el idealismo lleva en sí misma una contradicción ya que el mundo de las ideas y el de los fenómenos se contraponen. Hamlet abre la puerta del mundo empírico y sucumbe ante él pero, al mismo tiempo, la verdad que impone Hamlet lleva a la destrucción del fenómeno —representado por los demás personajes—, tal y como el mismo Hamlet perseguía ante la inadecuación de estos a su esencia. La muerte de Hamlet es simbólica, lo que muere es el idealismo por lo que su muerte física solo podía ser fruto de sucesos anecdóticos, es decir, o de un error, desde el punto de vista de la víctima (Laertes no tenía suficientes razones para matarle), o de acontecimientos cotidianos, propios del devenir de la humanidad, considerados así desde el punto de vista del ejecutor (Laertes es libre para actuar como le plazca). Si Hamlet hubiera muerto como consecuencia de una venganza justificada (por la muerte de su tío) se habría perdido el carácter simbólico de su defunción. Pero no podría haber sido consecuencia de un hecho fortuito, se hubiera perdido la ocasión de mostrar un conocimiento sobre el orden universal. Su muerte tenía que quedar explicada como consecuencia de acontecimientos anteriores y conocidos aunque de consecuencias insospechadas. Aunque su muerte es, a la vez, un suicidio puesto que Hamlet sabía el resultado de su acción aunque no la forma en que se realizaría ni la causa que lo provocaría. Es decir, Hamlet sabía que su decisión acabaría con su vida pero no podía saber, en concreto, cuál de sus actos provocaría su final. Por eso, su muerte no es consecuencia directa de la muerte de su tío pero es consecuencia de los actos emprendidos una vez decide llevar a cabo su venganza. Su muerte no es un castigo por su crimen, su desaparición es consecuencia de haber salido del mundo espiritual en el que vive y de entrar en el mundo empírico en el que se ejecutan las venganzas. Hamlet, el idealista, muere al enfrentarse a la realidad pero no es juzgado por su venganza que, en otro tiempo y lugar, se tenía por justa.

Varias de las muertes de la obra son explicadas como sucesos propios de la existencia mundana, salvo la de su tío, que aparece como castigo de una justicia necesaria en el mundo; y la de su madre, por ocultar el delito. La enseñanza del Hamlet es que la verdad no tiene cabida en este mundo y que lo que triunfa es la falsedad, el interés o, siendo condescendientes con los hombres, el error.

El final refleja y justifica las dudas de Hamlet. La verdad posee existencia en el mundo de las ideas. Cuando ese mundo se manifiesta como fenómeno, se producen sucesos que se oponen al sentido que los originó. El drama de la existencia consiste en tener que elegir entre la verdad, que imposibilita el fenómeno, o la necesidad, que reniega de su ser. Idéntico enfrentamiento tiene lugar en el mundo social entre el interés común y el derecho individual. Hamlet nos muestra cómo la aplicación de la justicia ideal en el mundo del fenómeno produce la destrucción del mundo empírico, representada por la muerte de todos los personajes, y cómo la necesidad material anula el idealismo, representado por su propia muerte; así, queda demostrada la incompatibilidad de esos dos mundos y la imposibilidad de alcanzar la verdad en el mundo material que queda definido como el mundo de la falsedad. Hamlet no duda por necio, como piensan los que de verdad lo son, Hamlet lamenta, por sabio, las consecuencias que tendrán sus actos y reflexiona acerca de ello para exponérselo al público. Pero su conocimiento cae en saco roto pues parece que nadie lo ha entendido, ni siquiera los más grandes genios debido a una excesiva fe en la razón, lo que significa que pocos conocen la vida y que todo el mundo se guía, para extraer sus conclusiones sobre la existencia, de las apariencias, los prejuicios y las imposiciones del mundo social, no del mundo natural.

El autor, que se inspiró en una obra más antigua, nos proporcionó, como los romanos al copiar estatuas griegas, el conocimiento de las ideas de unos hombres de un tiempo pasado que, más próximos a la realidad, se encontraban también más próximos a la verdad. Por eso, esta obra, con los añadidos de que haya podido ser objeto, es, por su contenido, completa y, por su resolución, redonda.

 

separador de texto artículo Mario Rodríguez

 

Contactar con el autor: direccionroja [at] gmail [dot] com

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🖼️ Ilustraciones artículo: (portada) Hamlet William Morris Hunt por William Morris Hunt [Public domain], undefined | (en el texto) Claudius at Prayer Hamlet, Eugène Delacroix (1843) [Public domain], undefined | Ophelia 1898, By Frances MacDonald (ArtDaily.com) [Public domain], via Wikimedia Commons | Hamlet, Shakespeare, 1676, William Shakespeare [Public domain], via Wikimedia Commons.

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