poemas por
Juan Carlos Vásquez
Si Dios y el alcoholismo lo
permiten,
bienaventurados seremos
entre todos los parásitos que buscan
del pedazo el bocado más apetecible.
Cuerpo a cuerpo
contra la nada,
y de la nada
enuncio y doy forma,
imagino estar,
sabiendo que todo ha sido
eso,
yo en mis múltiples
deseos.
Inconfundibles
noches de Manhattan
sorpresas todas en un mundo sin nombre
donde la abominación del vicio,
en nuestro moderno medieval
abre una fosa comunitaria.
New York, 2005
C2H60
Me bautiza,
corta de mis ideas
me recibe y me despide
me sesga el cuello
secuestrando mi respiración,
me inventa las costumbres,
un paisaje amable lleno de ardor,
un estómago en trozos,
todos los sobresaltos del corazón
saltando,
el cerebro asume
balancearse hirviendo
en sudor.
Pensando con todas
las venas
con un genio que no
es un genio.
II
En el sentido a veces amable,
a veces torvo del intestino
enorgullecerse con los ojos
hundidos
hasta formar el silencio
y la soledad,
un coagulo
que esforza la mandíbula
y recrea desdiciendo
con su intermitencia
argumentando el más cruel
de los desequilibrios.
No rima
La esperanza con mundo
someterse a la tierra
probando todo deseo,
decir salí beneficiado.
No rima,
la cocaína con responsabilidad,
respirar hasta perder todo el aire
retomando algún camino,
reventar la carretera con máquinas,
levantarse entre todos
dormitando en la últimas de las noches.
No rima,
ir bailando, corriendo
ir esnifando el adn,
comer,
pasar una noche porque es suave
como el peligro,
toda esta mierda de poesía
y posiciones, contracciones,
investigar la historia, las conductas,
sacarse el hígado,
hablar de cuantas miserias y re construcciones
de que no fui,
aparecer remando
cuando bajan las aguas
prometiendo con palabras
y sin acciones porque el sol cansa
y los rostros se vuelven repetitivos.
No rima
el hambre y la política,
una y otra vez el chirriar de los trapecios,
cubiertos de legañas
dar consejos
al silbar en el más bello
de los horizontes.
No rima,
desde un cristal inválido
clamar por la pureza
querer saber que es lo que fue y no fue
enfrente del juicio de lo posible,
de la dulzura
mientras se avanza borracho
en un boulevard solitario
y mudo.
Alguien que no duerma
Porque en las noches silenciosamente
brotan todos los secretos.
Que fuese más allá de sus pestañas
que despierte a toda inmoralidad,
al tierno amor a todo hecho y no duerma.
Alguien que no duerma y acorte el tiempo
y el deseo, que acompañe en la estructura
de las horas sin gritos del pasado.
Alguien que no duerma y se arrastre hasta
el borde de la noche donde están
ciertas señas y vertientes,
donde mana el placer más alto
y dominante, donde casi la luz,
donde más que el acto.
Donde fluye estremecerse.
Alguien que no duerma,
que se arrastre de madrugada
levantando su cabeza,
que se empuje con el misterio.
Alguien que no duerma,
se desfragmente, se salga del yugo
sanguíneo, de la religión,
de las culpas, de las responsabilidades,
sienta más que sentir, más que la respiración,
oscuramente despiertos,
estremecidos antes las facultades de la noche.
Para olvidar; vestirnos mejor,
maquillarse mejor,
conocer una vez más, decir adiós,
que al cerebro le escale la sangre,
el llanto en lo oscuro,
que rompa el final en una fiesta
a solas donde cien cuerpos.
El momento de nuevo circundando
con la lengua afuera,
enterrar la sensible ficción de la
que nos fuimos prendando.
El derrame nos cobija,
un himno silencioso.
Te celebraba hundiéndome
en lo incierto al curso de abril.
En travesías bebo,
exhalo
y deseo el llamado de la desconocida,
corrijo y la reincidencia de ser torpe vuelve.
Odio a mis compañeros de trabajo,
a mi familia
a Dios,
luego les amo cuando perdido
creo no poder más.
Disimulo mis estados con una alegría
sarcástica que se basa en la burla de
todos mis sentimientos para nunca verme
amargo.
Sueño con la luna, con las estrellas,
cuando mis poemas y mis disonancias
de cuerdas me secuestran en un trance.
Cuando no, escribo esto que no me
conduce a nada, más que a una reelección
compulsiva a mil preguntas incontestables.
Sé que nada tiene sentido, pero tengo que seguir
alimentando las fantasías para esclavizarme
al amor, con la fortuna de poderme suicidar
cuando quiera.
La solución no está en el Dios del cielo,
está en la gaveta, en el periódico,
en el número telefónico de rehabilitación
de la sección de clasificados.
Tampa, Florida, 2000
Te perdono Dios
En esta colección
que amenaza mi garganta
me apunto a la meta
entre aplausos con derecho para
acelerar aunque sangre mi nariz.
Te Perdono Dios
por darme el inquietante
deseo que hurga
constantemente en
mi vientre,
por darme el poder
de la palabra con la cual
manipular según mi
antojo y circunstancia.
Te perdono Dios,
por dejarme en el libre
albedrío que comanda mis
deseos,
y que casi siempre son
las consecuencias de mis
descalificaciones.
Todo es tan evidente,
todo sigue igual
y hacemos de multitud
en un éxtasis de ruleta
rusa que no pasa de moda.
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📷 Ilustración poemas: Fotografía por Pedro M. Martínez ©
Revista Almiar – n.º 73 | marzo-abril de 2014 – MARGEN CERO™
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