Se edita en Suecia obra del
poeta boliviano Javier Claure
entrevista por
Jaime Padilla
«He escrito algunas cosas en sueco, pero la verdad es que mi idioma materno dulcemente me llama, y ha tocado más fuerte las paredes de mi corazón», comenzó diciendo Javier Claure Covarrubias, el poeta boliviano radicado en la ciudad capital de Suecia, Estocolmo, para anunciar la reciente edición de su segundo poemario Extraño oficio.
La primavera —en este mes de mayo— empieza a colorear de verde los parques y jardines de la ciudad y sus habitantes sonríen. Javier y yo, observando desde la parte superior de la Casa de la Cultura, el hormigueo de gente y el enmarañado tráfico vehicular y en medio de humeantes tazas de café, comenzamos esta conversación, mientras hojeaba Extraño oficio que constituye el segundo poemario de Javier Claure Covarrubias.
—¿Cómo surge Extraño oficio?
—La idea de Extraño oficio surge ante la necesidad urgente de expresar ese misterio que brotó en mi universo interior para plasmarlo mediante la poesía. Por lo tanto, las páginas que constituyen este poemario son producto de largas noches cuando la musa entraba por mi ventana, y me seducía con toda su fuerza. En Extraño oficio hay poemas inspirados en amores pasados, quemando así etapas e historias que empezaron y quedaron inconclusas. Hay un par de poemas dedicados a la belleza de una mujer de color, un poema hace alusión a los ataques que se efectuaron contra las Torres Gemelas de los Estados Unidos, otro poema está dedicado a mi madre que falleció hace muchos años.
Uno de los poemas titula Líneas, y a pesar de mis estudios en matemáticas, «metafóricamente hablando», una línea puede terminar en una U invertida o en curvas como en el recio cuerpo de una mujer. En fin, son poemas inspirados en el Amor. Y debo decirte que Bolivia, de alguna manera, está presente. Existen atisbos de mi niñez, de mi colegio, de mi ciudad, etc. Cuando la escritora cochabambina, Gaby Vallejo, me comentaba acerca de este poemario me dijo: «Es increíble, ha pasado tanto tiempo que has dejado el país, y aún Bolivia está presente en algunos de tus poemas».
El poeta chuquisaqueño, Luis Andrade, escribió el prólogo de mi libro, muy hermoso por cierto. Y también se refiere, en una parte, diciendo que mi poesía está signada, entre otras cosas, por la nostalgia a Bolivia. Como verás, con toda esa fermentación de palabras en Extraño oficio, quiero llegar a los lectores para que disfruten de esos versos, se pierdan en ellos y espero que ese juego de palabras despierte, en sus mentes, capacidades imaginativas.
—¿Por qué elegiste justamente ese título?
—En realidad, el primer título que escogí fue Adentrarse por la tangente, haciendo alusión a que los humanos entramos al círculo de la vida por una tangente. Y a medida que pasan los años, disminuye el radio del círculo hasta llegar a ser un punto: la muerte. Pero ese título no era tan poético que digamos. Además, en estos tiempos, se vende más prosa que poesía. Escribir poesía ha pasado a ser un verdadero «Extraño oficio».
—¿Ser poeta te resulta difícil y extraño?
—No, para nada. Al contrario, me gusta jugar con la fantasía, con las palabras, con la sintaxis, etc. Me gusta encontrar imágenes y expresarlas en un verso. En muchos casos trato de dar un sentido y significado diferente a las palabras; lejos de su verdadero significado en el diccionario. A veces quiebro con todas las reglas que me impone el idioma español. Y busco dar movimiento a las cosas y a los hechos mediante el lenguaje, porque el movimiento significa cambio. Y claro que existe también una gran dosis de sensibilidad. En mi caso, robo tiempo al tiempo para escribir, porque trabajo durante la semana y los quehaceres de la vida cotidiana lo absorben a uno. De este tema conversaba con algunos escritores y poetas en Bolivia.
Cuando algún hecho causa un terremoto en los cimientos del alma poética, el poeta registra, en sus adentros, coordenadas que le permitirán escribir dando rienda suelta a la inspiración. Pero lo difícil es sentarse frente a la hoja en blanco y encontrar metáforas, códigos lingüísticos personales, especies híbridas de las palabras, figuras retóricas, formas gramaticales y un lenguaje coloquial que permita transgredir un idioma para crear aquello que llamamos poesía.
—¿Tus proyectos para el futuro?
—Seguir escribiendo con los pies bien puestos sobre la tierra. Estoy preparando mi próximo poemario. Me dedico también al periodismo cultural y deseo explorar en materia del cuento, ya que me siento cómodo con la prosa.
—¿Se podría decir que en el país hay poesía sueca y poesía de los extranjeros?
—Sí y no. Sabemos que todos los poetas del mundo desde que la poesía existe como tal, escriben sobre tres temas: el amor, la vida y la muerte. Cada poeta da una interpretación personal de esas temáticas. Los extranjeros que han llegado a Suecia a una edad adulta o los extranjeros de la segunda generación, tienen experiencias y vivencias diferentes que los suecos y, claro, esto se reflejará en sus escritos. Pero los poetas suecos también escriben sobre su entorno social, sus emociones, sus realidades, etc. En ese sentido, se podría decir que cada cual expresa sus sentimientos a su manera.
Escribir en un idioma ajeno al sueco, no significa que se esté haciendo una «literatura de gueto». Hay muchas obras que con el tiempo se han traducido al sueco y a otras lenguas. El español es un idioma muy importante, y los flujos migratorios, de habla hispana, hacia Estados Unidos y Europa han creado una literatura considerable. Un ejemplar de todos los libros publicados en este país, independientemente del idioma, van al archivo de la Biblioteca Real (Kungliga Bibliotek). Estoy seguro que en el futuro Suecia hará un estudio de la literatura creada por los inmigrantes.
—¿Por qué los extranjeros que hacen música, escriben novelas, poesía y pintan, no consiguen un mayor espacio en la sociedad sueca?
—Creo que para causar más impacto en la sociedad sueca, obviamente se tiene que escribir en sueco, esto en el caso de los escritores y poetas. En cuanto a mi persona se refiere, no tengo problemas en ese sentido. He escrito algunas cosas en sueco, pero la verdad es que mi idioma materno dulcemente me llama, y ha tocado más fuerte las paredes de mi corazón.
No es muy fácil, que digamos, abrirse espacio en los medios de comunicación ya sea en Suecia o en cualquier otro país. Existen una serie de trabas. Los que vivimos en Suecia, sabemos que a pesar de muchos esfuerzos, la política de inmigración sueca ha fracasado. Entonces esto tiene una repercusión negativa. Como ejemplo puedo decirte que cuando llegó, a Estocolmo, el pintor boliviano Mamani Mamani a exponer sus cuadros, me pidió que llamara a periodistas culturales de los diferentes periódicos para que estén presentes en la inauguración de la exposición. Así lo hice, pero a nadie interesaba los cuadros de Mamani Mamani. Ni siquiera me escuchaban el mensaje que les quería entregar, aludiendo a que no tenían tiempo. Sin embargo, es bueno recalcar que Suecia tiene una ministra llamada, Nyamko Sabuni, de origen africano. Yo creo que, poco a poco, los espacios se están abriendo para los extranjeros.
—¿Qué hay de tus viajes?
—He viajado casi por todo Europa, algunos países de Sudamérica y África. Soy amante de la cultura y del arte africano. Una de las cosas que me ha impresionado profundamente es la barbarie cometida por Europa en África: la esclavitud. En Gambia he estado en el pueblo de Kunta Kinte, en Juffure. Y en Senegal en la isla de Gorée. En esos lugares he visto cómo los europeos amasaban fortunas a costa del sufrimiento humano. De verdad, me ha impactado muchísimo.
—Pasaste ya el medio siglo de vida, ¿en qué año llegaste a Suecia?
—Llegué a Suecia a finales de los años 70. Llegué con mi madre y mis demás hermanos, ya que mi padre algunos años antes, obtuvo en este país el asilo político. Mi padre, fue uno de los fundadores del Partido Comunista de Bolivia, y salió del país durante la dictadura de Banzer.
—¿En Bolivia, no consideras qué la poesía sufrió en los últimos tiempos una especie de abandono?
—En primer lugar, quiero mencionar que Bolivia es un país que ha tenido dictaduras militares salvajes. Ha sufrido la explotación, el racismo, el saqueo, la tortura, guerras, conflictos sociales y lo más doloroso e injusto: la terrible usurpación de su Litoral y la pérdida de extensos territorios ricos en minerales. Por lo tanto, la literatura boliviana, la poesía, de algún modo, refleja todo eso que ataña al país.
Al mismo tiempo es una nación muy rica en cultura, y ha tenido buenos poetas y escritores. Desde el Romanticismo como, por ejemplo, Adela Zamudio, María Josefa Mujia. En la época del Modernismo se destacaron Ricardo Jaimes, Franz Tamayo y otros. Después aparecieron otros poetas de gran envergadura. Durante la primera mitad del siglo XX, el escritor Carlos Medinaceli creó, junto a poetas, el movimiento literario Gesta Bárbara que tuvo gran importancia en el país. Se habla de crisis de la poesía en todas partes.
La gente lee más prosa y la poesía no llega a todos. Es un círculo reducido de gente que lee poesía. Ahora en Bolivia, como en otros países, la poesía ha sufrido ese abandono que indicas. Una de las causas es el bajo volumen de obras poéticas que se publican a consecuencia de un cierto aislamiento del poeta, y el escepticismo de las editoriales para publicar versos. Además, hay que añadir y esto lo digo en forma general, lamentablemente hay poesía que nada dice. Algunos que creen ser poetas están totalmente confundidos. Escriben frases de cualquier manera, las cortan como sea y creen que eso es poesía. Es decir, hay una falta de respecto al lector y a sí mismo.
Los poetas de todas las sociedades modernas, en última instancia, son los culpables para ese abandono. Pero en medio de esta nebulosa poética no soy pesimista. Creo en la palabra bien trabajada. Realmente la poesía respiró un aire puro, cuando el Premio Nobel de Literatura del año pasado fue otorgado al poeta sueco Tomas Tranströmer. Y mientras existan seres humanos comprometidos con la palabra, pues la poesía siempre estará presente.
—Bolivia se encuentra en un proceso dinámico de transformaciones políticas, sin embargo se capta desde afuera, escasas propuestas en literatura, poesía y pintura, ¿qué debe hacer —a tu criterio— el Estado para promover estas manifestaciones culturales?
—Evidentemente Bolivia es un laboratorio sociológico. En este país andino existen algunos premios literarios como Premio Erich Guttentag a la mejor novela, Premio Yolanda Bedregal al mejor poemario y el gobierno de Evo Morales inauguró el Premio Plurinacional Eduardo Abaroa.
Pero para fortalecer la cultura, en todos los campos, el Estado boliviano tendría que crear más premios, subvencionar la publicación de obras literarias, crear círculos para fomentar el arte, crear más concursos de poesía, hacer festivales de poesía, capacitar investigadores y críticos del arte en general. A nivel continental hacer festivales interculturales en todos los campos del arte.
En este sentido vale la pena nombrar la creación del ALBA y de CELAC porque son proyectos de integración que tienen una dimensión económica y social. Pero también se deben hacer esfuerzos para el desarrollo cultural entre los pueblos, que hasta ahora no se vislumbran por ninguna parte.
12 del día
(fragmento del poema incluido en el libro Extraño oficio)
[…] era mi madre la que puso
su verdadera historia de amor
era ella la que tejió
con pulso de primaveras, de lluvias y vientos
que adornaban mi infancia y juventud.
Mi madre murió
bajo la quietud de un gris otoño
entre murmullos y melancolías
que cruzaban un día anochecidos;
¿saben ustedes señores
por qué el tráfico parpadea
con siniestras pestañas?
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Javier Claure Covarrubias nació en Oruro, Bolivia, en 1961. Es miembro del Pen-Club Internacional, de la Unión Nacional de Poetas y Escritores de Oruro (UNPE) y de la Sociedad de Escritores Suecos. Ejerce el periodismo cultural. Tiene poemas y artículos dispersos en publicaciones de Suecia y Bolivia. Fue uno de los organizadores del Primer Encuentro de Poetas y Narradores Bolivianos en Europa (Estocolmo, 1991). Ha estudiado matemáticas e informática en la universidad de Estocolmo y de Uppsala. Además, es egresado de Pedagogía en Matemáticas de la Universidad de Estocolmo. Formó parte de la redacción de las revistas literarias Contraluz y Noche literaria. Algunos de sus poemas han sido seleccionados para las siguientes antologías: El libro de todos (1999), La poesía en Oruro (2005) y Poesía boliviana en Suecia (2005). Ha publicado Preámbulos y ausencias (2004) y Con el fuego en la palabra (2006).
Contactar con J. Claure: javcla [ at ] yahoo [dot] se
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