De Escandinavia a los Andes,
tres poetas latinoamericanos en Suecia
Cuando vi el título del libro, pensé inmediatamente en aquel cuento de Edmundo d’Amicis, De los Apeninos a los Andes, que narra la historia de Marco, un niño italiano de 13 años que viaja a Argentina en busca de su madre, quien había emigrado a ese país dos años antes para conseguir trabajo y que está gravemente enferma. La historia es un reflejo de lo que en esa época significó para muchas familias europeas la emigración a otras tierras lejanas desde las que se perdía el contacto por meses y años, de las cuales la mayoría nunca regresó a su terruño natal. Años después, la corriente migratoria cambiaría de sentido y devolvería a los descendientes de aquellos italianos, españoles, suecos, portugueses, etc., que escapaban de dictaduras feroces, corrupción y de crisis económicas al viejo continente. Hoy vemos con desazón cómo llegan aquí cientos de miles de refugiados que huyen de las guerras, el genocidio y la persecución religiosa o racial. Y entonces pensamos: ¿es que nunca el ser humano acabará viviendo tranquilo y en paz con sus vecinos?
¿Estamos condenados a huir constantemente como manadas atacadas por fieras salvajes? ¿Qué será de nuestros descendientes? ¿Tendrán que huir también a otras tierras a causa del cambio climático u otras catástrofes naturales? En todo caso, el futuro no es promisorio si es que no reaccionamos como sociedad y nos unimos para acabar con todos esos fantasmas. Libros como el que tengo en mis manos aportan su grano de arena al mostrarnos, en forma poética, que otra vida es posible y a la vez abrirnos los ojos sobre lo que sucedió, para que no vuelva a repetirse, y lo que está ocurriendo, para despertar la conciencia de quienes lo lean.
De los autores de estos poemas podemos decir que todos ellos emigraron de sus países natales, así como muchos de los que estábamos presentes en el Recital, por razones políticas. Han dedicado sus vidas a la literatura, el teatro, la radiofonía, la pintura, la música y a apoyar a otros escritores, actores, actrices y músicos. Han recorrido caminos a veces de gran belleza y otros mucho más inhóspitos, para llevar su arte a lugares lejanos. Y también han sido galardonados por su trabajo con diversos premios, aunque para ellos el premio más grande sea el saber que lo que han creado será parte del gran patrimonio de la humanidad para las generaciones venideras.
Mario Castro Navarrete, nacido en Chile en 1950, recibió asilo político en Rumania después del golpe que derrocó al gobierno socialista de Salvador Allende. En Rumania continúa sus estudios de filosofía y obtiene el título de profesor de español, llevando esta cátedra en la Universidad de Al.Ioan Cuza. Funda el centro cultural chileno y es, por unos años, agregado cultural de la embajada de Chile en Bucarest. Ha escrito y publicado una gran cantidad de libros, ensayos, traducciones y artículos, tanto en castellano como en rumano. Ha obtenido diversos premios en Rumania y en Moldavia y ha participado en muchos encuentros y festivales de poesía en Rumania y en diversos países latinoamericanos.
Javier Claure Covarrubias, nació en Oruro, capital folklórica de Bolivia. Javier estudió matemáticas e informática en las universidades de Estocolmo, Uppsala y en la Universidad Real de Tecnología de Estocolmo (Kungliga Tekniska Högskolan). En paralelo, Javier desarrolla su amor por las letras escribiendo poesía y ejerciendo como periodista cultural. Sus poemas y artículos han sido publicados en diversos periódicos y revistas, tanto impresos como digitales, y en varias antologías de poesía. También ha participado en eventos literarios en Suecia, Bolivia y España.
Carlos Alberto Muñoz, nacido en Chile donde ejerció como actor, profesor de actuación, director de teatro y locutor radial. Como actor, llevó el teatro latinoamericano por toda Europa y en 1983 se establece finalmente en Suecia, donde participa en el Teatro Sandino y en diversos festivales de teatro en Suecia y en España. Siempre solidario, ha participado en muchos eventos políticos, culturales y de solidaridad con los pueblos en lucha. Como poeta y escritor ha publicado varias selecciones de poesía y sus poemas han sido incluidos en antologías en Chile, Suecia y España. También, en colaboración con Milagros Fernández, ha difundido las obras de otros escritores y poetas a través de publicar folletos con sus obras y de entrevistarlos en sus programas de radio.
Leyendo los poemas de este pequeño gran libro, una cosa podemos destacar: que los poemas están llenos de amor. Amor a la patria lejana, a una mujer, a la naturaleza, a la madre ausente, a los hijos, a la profesión de escritor, al poeta muerto. Pero también hay poemas que hieren nuestros corazones como dagas afiladas, poemas que tratan sobre la explotación del hombre por el hombre, la represión y la violencia familiar. Los poemas son sólo testigos de estas calamidades, sin ser moralizantes ni llenos de odio. Sólo se limitan a denunciar, no son panfletos políticos ni dogmáticos, sino que solamente por su crudeza nos impactan y conmueven. Y también han tenido cabida en las páginas del libro obras de arte en miniatura: los silogismos, los haikus y los sofismas.
Para volver al título del libro, quizás debería haberse llamado De los Andes a Escandinavia para reflejar el flujo migratorio que nos trajo a estas tierras, pero entiendo que también pueda interpretarse como un regalo que los poetas emigrados quieren ofrecer a sus compatriotas. En este sentido, espero que de alguna forma esta obra cruce el océano y llegue a distribuirse en bibliotecas públicas y que enlace a estos dos continentes, tan alejados geográficamente el uno del otro pero tan cercanos en historia, cultura y tradiciones.
(Reseña por Óscar Prava Zavatti)
PRÓLOGO
por Julio Pavanetti
Vivir y morir entre extranjeros puede parecer menos absurdo
que vivir perseguido y torturado por los propios compatriotas…
Pero emigrar será siempre desmantelar el centro del mundo…
John Berger
Como Presidente del Liceo Poético de Benidorm, asociación internacional de poetas con sede en España y delegaciones culturales en diferentes ciudades del mundo, me siento muy halagado y agradecido a mi amigo, el poeta chileno Mario Castro Navarrete, por la confianza que ha depositado en mí, al invitarme a escribir el prólogo de la antología De Escandinavia a los Andes, tres poetas latinoamericanos en Suecia. Mario Castro, que reside desde hace algo más de ocho años en Estocolmo, es delegado cultural del Liceo Poético de Benidorm en Iași, Rumanía, país que le concedió asilo político en 1974.
Personalmente, además de honrado, me siento feliz por brindar mi apoyo y aportar mi granito de arena a este emprendimiento del que celebro su aparición, porque la tarea de unir una colección de pequeñas piezas individuales de ese enorme puzzle que es la poesía, no resulta fácil, pero en todo caso, siempre es un motivo de júbilo porque la poesía, aún en momentos difíciles, siempre ofrece esperanza. Por eso es de agradecer el esfuerzo de estos tres poetas latinoamericanos provistos de una voluntariosa voz poética que abordan esta antología con una poesía clara, directa y cercana.
Para mí siempre significa una alegría ver nacer un nuevo libro de poesía pero el gozo es mayor si, además, está escrito por miembros del Liceo Poético de Benidorm como sucede en este caso con los autores de la antología De Escandinavia a los Andes, tres poetas latinoamericanos en Suecia: el citado poeta chileno Mario Castro, su compatriota el poeta Carlos Alberto Muñoz Bello que vive en Suecia desde 1983 y el poeta boliviano Javier Claure Covarrubias que lo hace desde adolescente.
Es de destacar que la intensa relación entre Suecia y la literatura latinoamericana cuenta ya con un largo recorrido que, quizás, comenzara allá por el año 1968 cuando el escritor y poeta hispanista Artur Lundkvist, aceptara, finalmente, formar parte de la Academia Sueca que concede los Premios Nobel, después de haber desistido en una primera instancia por considerar a la Academia una institución demasiado burguesa y acartonada. Lundkvist cambió más tarde de parecer para poder homenajear, desde el seno de la Academia, a los escritores latinoamericanos y ayudarlos a obtener el Premio como ocurrió, gracias a su influencia y pujanza, con Miguel Ángel Asturias, Pablo Neruda, Gabriel García Márquez y Octavio Paz.
Desde entonces, entre los poetas y escritores latinoamericanos residentes en Suecia y los lectores suecos, surgió una estrecha sintonía, resultado del deseo irrefrenable de los primeros por dar testimonio de sus raíces y por interpretar y crear un puente entre el pasado y el presente enfrentando la temática del exilio y de la presencia inmigrante en general. Coincido plenamente con el escritor inglés John Berger cuando expresa: «La emigración, no sólo implica dejar atrás, cruzar océanos, vivir entre extranjeros, sino también destruir el significado propio del mundo y, en último término, abandonarse a la irrealidad del absurdo».
Si hay un tema que impregna todo el libro, es sin duda el exilio, y con él, los recuerdos del invandrare (inmigrante). La memoria se convierte para éste, en el instrumento que vuelve a otorgarle sentido a su vida. Esa memoria sobredimensiona en el exilio el concepto de patria, pasando ésta a ser el territorio de la infancia, el lugar de los padres, los recuerdos del barrio, los aromas de la niñez. Existe entre los exiliados, e inmigrantes en general, la necesidad de recordar para contrarrestar las pérdidas sufridas tanto en sus proyectos políticos como personales. Y digo nuevamente con John Berger: «La argamasa que mantiene en pie este hogar improvisado es la memoria». Y este libro alberga mucha memoria. Nos dice, por ejemplo, Carlos Alberto Muñoz Bello en su poema “Carpintería”:
Soltaba su mantilla olorosa/ el pentagrama de mi padre se/ pulía en la madera de pino blanco/ artesas mesas sillas escenificaban/ el patio común/ Zorzales chincoles picaflores/ disciplinados siempre acudían/ al mediodía.
El libro contiene también mucha patria. En el poema “Mi patria”, Javier Claure Covarrubias nos apunta:
Mi patria/ nació como una vaca lechera y todos vinieron a mamar sin piedad/ (…) Mi patria/ sumergida en los Heraldos Negros de Vallejo/ la llevo en mi corazón (…).
Pero también hay mucha esperanza, como en los siguientes versos del poema “Tergiversación de la historia”, de Mario Castro Navarrete:
(…) Llegará la primavera y el renacer con ella/ y aquello que es no sea el cómo debería ser/ en donde el concepto se identifique con la realidad/ y por tanto podamos disfrutar nuestra cosecha/ de una verdadera historia.
Dos caminos se abren ahora para el lector: uno que lleva directamente a la poesía y el otro a una renovada intimidad con el entorno y el paisaje de las ciudades suecas. Ciudades que, por obra de ese mismo paisaje, del clima y del hombre, ha despertado la creatividad de estos poetas. Será, por lo tanto, una hermosa sorpresa descubrir cómo su talento ha sabido dar voz a la atmósfera que bien conoce y le es tan querida al lector sueco. Concluyo esta introducción para dejar paso a los versos de estos tres poetas latinoamericanos en Suecia. Disfruten del libro.
🖼️ ILUSTRACIONES: Fotografías e imagen de la tapa del libro remitidas por Javier Claure (© de sus autores).
Revista Almiar – n.º 88 / septiembre-octubre de 2016 – MARGEN CERO™
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