Maneras de vivir
el principio de Arquímedes
con Josep M.ª Miró Coromina
entrevista por
Carlos Díaz
E
l principio de Arquímedes es un principio físico que afirma que «Un cuerpo total o parcialmente sumergido en un fluido en reposo, recibe un empuje de abajo hacia arriba igual al peso del volumen del fluido que desaloja» (Wikipedia).
Ahora, El principi d’Arquimedes también es una obra escrita y dirigida por Josep María Miró Coromina, representada en la Sala Beckett en el marco del Festival Grec de Barcelona. Josep María ha convertido El principio de Arquímedes en una obra totalmente sumergida en una temática en ebullición, que recibe un empuje de abajo hacia arriba igual al peso magistral de los actores de la opinión que nos provoca.
Lo que realmente plantea la obra es en qué tipo de modelo social queremos vivir: ¿en un mundo donde los mecanismos de control y de sospecha se activen para prevenir cualquier riesgo o en un mundo donde un gesto de ternura no se penalice ni se cuestione?
Junto con el escenógrafo Enric Planas crea una original puesta en escena, en la que el decorado gira y permite al espectador enlazar y ver las escenas desde uno y otro lado. Sirve como metáfora visual para ver los hechos desde otros ángulos y que el espectador tome partido.
Dramaturgo comprometido y crítico, sus últimas creaciones son Gang Bang, que hizo temblar todas las estructuras morales y religiosas de la platea del Teatre Nacional de Catalunya (TNC), y La mujer que perdía todos los aviones. Todas sus obras han recibido premios, las ya citadas y otras como Una història explicada del revés, o no; La mujer y el debutante, La gran noche de Lurdes G …y suma y sigue.
―El principi d’Arquimedes parte de un día en un colegio donde los niños tienen que quitarse la burbuja de corcho que les ayuda a flotar en la piscina. Uno de ellos tiene miedo y el entrenador le da un beso para tranquilizarlo. El conflicto empieza cuando cada uno da su versión de ese gesto. Como espectador, Josep María Miró ¿qué connotación le otorga a ese beso?
―Yo prefiero que sea el espectador el que juzgue. (Risas) A ver, un segundo, un segundo. (Silencio) Yo como director junto con los actores hemos tomado decisiones que no se resuelven de una forma explícita en la obra. En cambio, es una información que los actores sí que tienen. Si jugáramos sólo a la ambigüedad no sería honesto por nuestra parte. Si yo he escrito esta obra es porque hay una preocupación por un cambio social contemporáneo en cuanto a las formas afectivas y de relacionarse. Con El principi d’Arquimedes hago una declaración de principios.
―¿Por qué escoges en esta ocasión el tema de la supuesta pedofilia? Tú no tienes hijos, pero ¿viviste algún capítulo parecido en tu infancia o es una inquietud que te han trasladado tus amigos que sí son padres?
―Es un tema que me queda muy lejos el tema de la pedofilia pero lo que no me queda nada lejos es el tema del miedo, que es el eje central de la obra. Y el miedo sí que lo vivo. En los últimos años en mi familia y amigos sí que hay muchos niños y ves el miedo vivido de manera diferente en cada uno de ellos. Los padres actuales son más temerosos que nuestros padres. Vivimos en una sociedad que vende miedo y seguridad al mismo tiempo. A día de hoy a mí me daría mucho miedo ser monitor o educador y sacar unos chavales de excursión, porque una cosa es la negligencia y otra cosa es el accidente. Ahora hay padres que no asumen la idea de accidente.
―¿Y tú vives con miedo?
―No. yo creo que el miedo es una cosa normal, lícita, razonable. Pero lo que no es tan razonable es que esto modifique la vida, lo que no es razonable es cómo se gestiona este miedo. Por ejemplo, hace años cayó un avión de Spanair. Yo ese día volaba 5 horas después con esa misma compañía. Hubo muchas personas que cancelaron su vuelo. Yo volé, no porque me considere valiente o temerario. Además pensé que dos en el mismo día era excesivo. Lo que no es normal es que esto te bloquee la vida. Tenemos que tomar todas las medidas para hacer las cosas de una forma responsable, segura. Pero hay un factor, el azar, que no podemos decidir.
―¿Cuál es tu máxima preocupación?
―Ahora mismo es un momento social, económico y político bastante desolador. Me preocupa el momento actual que vivimos pero intento no arrastrarme por este sentimiento negativo. Es evidente que hemos llegado a un punto insostenible.
―¿La culpa la tienen los políticos o los ciudadanos por permitírselo a los políticos?
―Tenemos una clase que no está a la altura, sea del color que sea. La ciudadanía tiene la culpa de aceptar las reglas del juego. No puede ser que hayamos aceptado que nuestra participación en esta sociedad sea una papeleta cada cuatro años. Creo que la relajación de la clase política tiene que ver con esto.
―Toni Casares, productor y director de la Sala Beckett, está muy contento con tu trabajo por varios motivos. Uno de ellos es porque tiene dos hijas y le indigna que los profesores le pidan permiso para hacerles fotos. Hace 15 años este tema uno ni se lo planteaba. ¿Antes queríamos ser ciegos o ahora queremos ver incluso lo que no hay? ¿Estamos perdiendo el norte?
―Hace 15 años esta obra no existía porque el mundo era diferente. Entonces hubiera sido un chiste. Hubieran dicho: ¿qué problema hay con esto? Tenemos mucha influencia americana. El otro día un amigo me contó que en algún lugar de EE.UU. si un niño se te acerca y te abraza el adulto levanta los brazos en el aire como demostrando que era un acto que hacía el niño pero que no lo hacía él. Es como el letrero de un parque infantil: por favor, venir acompañado de un niño. Es como decir que un adulto que vaya solo a un parque es sospechoso.
―¿Cuál sería tu condena para un pederasta?
―Me parece repugnante, sobre todo cuando el menor no tiene capacidad de decidir sobre su sexualidad. El tema de las condenas es muy delicado. Me pasa lo mismo con un pederasta, que con un terrorista, que con un ladrón de guante blanco. Se tienen que condenar con una dureza máxima los delitos pero no sé de qué forma condenaría a ninguno de los tres. De todas formas, el sistema penitenciario piensa poco en la reinserción.
—En la obra se nombra a los niños pero no aparecen. ¿En algún momento te planteaste la obra con la interpretación de algún niño?
―No. Es una obra donde los niños aparecen como un papel ausente, citados. Pero nunca me planteé que hubiera un niño en escena. Lo interesante es que es un conflicto de adultos y cómo lo gestionaban.
—¿La palabra pedofilia o pederastia no aparece por miedo del autor o de los personajes?
―Es una decisión del autor por una lógica de los personajes. La palabra pedofilia o pederastia es tan fuerte que no la pueden usar los personajes. Es una dirección de escritura pero para ellos es una palabra tabú. En el momento que la verbalizaran sería asumir, y es demasiado difícil asumir que esa podredura, esa cosa oscura, está en sus vidas.
—Ya que lo que pretendes es que el espectador tenga su propia opinión, ahora te toca mojarte a ti. Te planteo un juego: te doy dos opciones y tienes que decidir a quién tirarías a la piscina y porqué: ¿A Mariano Rajoy o a Ángela Merkel?
―Los puedo tirar a los dos a la piscina. Pero en este caso tiro a Mariano Rajoy porque el nivel de despropósito es grave. No puede ser que nos digan que un rescate es una línea de crédito. No puede ser que nos digan que una línea de crédito no tendrá consecuencias para el ciudadano y no pasa ni un mes y ya vemos cómo aumentará el IVA… le tiro al agua porque el nivel de mentira es muy alto.
—¿A un maltratado que no denuncia o a un amigo o familiar que conoce a una persona maltratada y es espectador pasivo de la situación?
―(Piensa) Este es más delicado que tirar a los políticos al agua. La víctima muchas veces está sometida a unas presiones que es muy difícil que denuncie. Y también entiendo al amigo o familiar porque uno nunca sabe si está haciendo lo correcto, si está siendo un chivato… De todos modos, yo creo que hay un deber ciudadano.
—¿A un empresario por no pagar a un empleado o al empleado por seguir trabajando?
―Al empresario.
—¿A Sálvame de Tele 5 o a un reportaje de La 2 sobre la reproducción de la marmota alpina?
―No tengo tele pero sé que es Sálvame. Se ha hecho un tópico sobre el reportaje. Sálvame me interesa muy poco aunque reconozco que es un programa muy bien hecho. No me gusta el contenido, los valores que transmite… pero a la televisión le sale mucho más barato que el reportaje de la marmota. En todo caso tiraría al agua a todos los productores cobardes de televisión que dicen: al público no le interesa esto. Damos al público lo que el público quiere. Es una gran mentira. Hacen lo que les sale más barato, lo que les parece más rentable, lo que arriesgan cero.
―¿No tienes televisión por algún motivo en particular?
―Me compré un piso hace casi tres años y cuando abandoné mi anterior piso la dejé en la basura pensando que alguien aún la aprovecharía. Me interesa tan poco la televisión que se está haciendo que no quiero tener este electrodoméstico en casa. Desde que no tengo televisión soy yo quien voy a los contenidos a Internet, y no son los contenidos los que se sientan en mi casa. El hecho de ser yo quien los busca me hace que haya lugares en que no caigo nunca ni por asomo. Y cuando tenía televisión sí caía alguna vez en la tentación me daba rabia. Quizás es una debilidad mía, de poco valiente.
—¿No caes fácilmente en las tentaciones?
―Como todo el mundo.
—¿No pensaste aquello de no la abandones, «ella nunca lo haría?».
―No lo pensé ni un minuto. Sonará frívolo, pero aunque ahora hacen televisores cada vez más bonitos, es el electrodoméstico más egocéntrico y más antiestético.
—Estudiaste y trabajaste de periodista: ¿tirarías a la piscina a alguno en especial?
―A muchos medios y de todos los colores. Me duele cuando hay medios en los que he creído y he tenido una sensibilidad compartida y pinchan. Para que nos entendamos, muere Fraga y leo una columna que hablaba de un señor gruñón pero entrañable. Esta no es la capacidad crítica, analítica, que pido. Puedes ser muy respetuoso con la muerte, pero este señor formó parte de una dictadura y fue ministro. En cambio hablaban de que estaba en el régimen franquista como si fuera una cosa anecdótica. En cualquier país sano no pasaría esto. ¿Cómo queremos pretender que nuestras leyes de memoria histórica avancen si los mismos partidos de la izquierda hacen pactos de silencio alrededor de ciertas temáticas?
―En alguna entrevista has comentado que hoy en día tenemos miedo incluso a que un compañero de trabajo nos acuse porque no le gusta cómo le decimos las cosas, ¿no serás de los directores que dan caña a los actores creyendo que cuanto más se grita a un actor más jugo se le saca?
―Para nada. Se lo puedes preguntar a los actores con los que he trabajado. Para que yo me enfade o grite tiene que pasar la de San Quintín. Me enfado muy pocas veces y las pocas que lo hago me enfado mucho, pero sin gritar. No me gusta instalarme en el enfado. Al contrario, soy cariñoso, afectuoso, muy de hablar las cosas.
―¿Alguna vez te ha dado un beso un actor y has pensado que la intención era algo más que un beso?
―Nunca.
―¿Josep María es más de besos, caricias, abrazos…?
―Soy muy tocón. Beso a mis amigos, a mis compañeros de trabajo… Voy a la función y lo primero que hago es ir a los camerinos a abrazar a los actores y saber cómo están.
―Eres muy detallista y se nota por el resultado escénico. ¿Cuál ha sido el último detalle que has tenido con alguna persona?
―Ahora es habitual que por tu cumpleaños te envíen un whatsapp o te digan algo por el Facebook, en cambio me gusta felicitar de viva voz. No soporto que alguien te mande un mensaje, un mail y no lo contestes. Decir «sí» o «no» no cuesta nada. Responde por educación.
―Un detalle material recurrente es regalar un best seller. Para ti es incomprensible ir en metro y ver que todo el mundo lee el mismo libro de moda y que nos perdemos algunos de los mejores títulos de la literatura universal, y de la nuestra, que tenemos olvidada o menospreciada. ¿A qué títulos te refieres?
―Ahora estoy encantado con la editorial A Contra Vent. Publica unos libros interesantísimos, como los de Jaume Passarell, Domènec de Bellmunt…
―Has afirmado que desde que empezaste a escribir has cambiado en cuanto a «la mochila vital» e inquietudes.
―Nadie es el mismo que ayer. Somos personas en crecimiento constante, que estamos haciendo viajes. No sé si es porque me hago mayor, pero me veo más tranquilo, más sereno a la hora de recibir las cosas. A veces iba muy rápido.
―Una història explicada del revés, o no, es un homenaje a Traición, de Harold Pinter, comenzando por el final. ¿Alguna vez te has traicionado a ti mismo?
―Considero que no. He tenido batallas que luego han llegado a pactos. Tengo la sensación de lo que he hecho y cómo lo he hecho es cómo lo quería hacer y eso me tranquiliza bastante.
―¿Te toca pactar mucho contigo mismo?
―Sí, a veces sí. Yo creo que pactas con los otros, con tus jefes, con los actores… Contigo mismo te sientas y meditas, que en el fondo es un pacto interno.
―En todas tus obras hay algún personaje desaparecido o que desea hacerlo. Si desaparecieras por placer ¿dónde te podríamos encontrar?
―Hay dos lugares muy distintos: Rusia y Australia por ser un lugar con muchos contrastes.
―En Gang Bang (Abierto hasta la hora del Ángelus) uno de los personajes dice que lo mejor que le podía haber pasado esa noche es haberse muerto después de que se lo hubiera follado todo el mundo. ¿Alguna vez lo has pensado tú también?
―No. El personaje tenía una necesidad cuantitativa y no cualitativa. Era un kamikaze. No quiero ser nada moralista, no tengo ningún prejuicio. Sí podría decirte qué bien que se acabe la vida en un momento muy placentero.
―¿Sexo sólo con amor?
―Depende de cada momento vital. Hay veces que le requieres a la sexualidad una cosa, a veces otra, a veces buscas más un componente afectivo… Yo he estado en los dos barcos.
―Gang Bang se estrenó en el T6 del Teatre Nacional de Catalunya (TNC) apostando por la figura del autor-director. ¿Qué director te gustaría que llevara a cabo alguna de tus obras?
—Yo no pienso que el autor sea el mejor director de sí mismo aunque yo me lo paso muy bien dirigiéndome. Hay un amigo mío, que es el ayudante de dirección de El principi d’arquimedes, Xavier Pujol Ras, que es alguien que veo dirigiendo un texto mío. O Lurdes Barba que he visto cosas que me han gustado mucho.
―Por El principi d’Arquimedes y también por La dona que perdia tots els avions has recibido el Premi Born. ¿Tienes la sensación de haber perdido algún avión en tu vida?
―He intentado que no. Pero seguramente se me han escapado aviones, trenes y autobuses. Como dice un amigo mío: en esta ciudad pasa un taxi cada cinco minutos. Nada es irremediable. Sólo tienes que esperar más o comprar otro billete.
―Si te premiaran no como profesional sino como persona ¿qué premio te gustaría recibir?
―(Silencio) Premio a buena persona. No soporto a la mala gente.
De un texto a otro siempre hay un personaje que en una obra se plantea y en otra se desarrolla y cobra mayor dimensión; o una historia, una anécdota… ¿Esto nos puede dar una pista de qué tema aparecerá en su próximo montaje? Descúbrelo viendo El principio de Arquímedes. Una obra diferente, para gente diferente como tú, que no te dejará indiferente.
CARLOS DÍAZ fue finalista como mejor actor en el Premio Espectador de la Revista Teatre Bcn por el personaje de Sra. Lucia en la obra Una Noche de Ópera, de La Cubana y Premio Ondas por el programa Tarde de Todos, en Onda Rambla. Ha trabajado en numerosas obras de teatro: Grupo de teatro La Cubana: Una Noche de Ópera (Dir. Jordi Milán); Las Tres Hermanas, de Anton Chejov (Dir. Jordi Oliver); Pigmalión, de Bernard Shaw (Dir. Nancy Tuñón); Romeo y Julieta, de William Shakespeare (Dir. Nancy Tuñón); cine: Va a ser que nadie es perfecto (Dir. Joaquín Oristrell); Agujeros (Dir. Jan Latussek); Impedimentos (Dir. Doménech Gibert); televisión: Serie El Show de Cándido, en La Sexta; serie Hospital Central, en Tele 5 y serie Lobos, en Antena 3 Televisión, entre otros títulos. Dirigiendo y presentando el programa Contigo en la Tarde fue líder de audiencia en la programación de SomosRadio.
WEB DEL AUTOR: http://carlosdiazactor.es/
ⓘ Ilustración artículo: Fotografía del director de teatro en su perfil en Facebook.
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Revista Almiar – n.º 64 / mayo-junio 2012 – MARGEN CERO™
me gustaría montar esta obra, como puedo conseguir el guion. gracias