artículo por
M.ª del Carmen Castañeda Hernández
El miedo, sutil, indestructible y terrible,
que invade todo su ser;
que impregna sus pensamientos;
que ronda su corazón;
que observa en sus labios
la lucha del último aliento.
(Joseph Conrad, Una avanzada del progreso)
E
n la literatura occidental el miedo hace su aparición desde sus primeras manifestaciones. Así nos encontramos que Aristóteles en su Poética define al miedo como la emoción que se tiene ante la sensación de que a uno le puede pasar alguna adversidad: «Un cierto pesar o turbación, nacidos de la imagen de que es inminente un mal destructivo o penoso» (Aristóteles, Retórica, 1382 a 22-3).
De acuerdo al RAE el concepto miedo proviene del griego phóbos, derivado del verbo phébomai (phobéomai) que significa ‘huir’. Según la mitología Phóbos (miedo) y Deimos (terror) hijos de Ares (dios de la guerra) y de Afrodita (diosa de la belleza y de la voluptuosidad), acompañaban siempre a su padre. En La Ilíada se le describe así:
«Se ve así a Ares, plaga de los hombres, marchar al combate,
Seguido de Fobos, su hijo intrépido y fuerte,
Quien pone en fuga el belicoso más resistente».
(Homero, La Ilíada Canto III)
Según Vicente Domínguez (2003) el miedo fue definido por Aristóteles como un phatos del alma (Psyche) que también se expresa en el cuerpo (sôma). Pero Aristóteles, además, afirma que el miedo no es sólo el sentimiento que se tiene ante el desconcierto por las desdichas que a uno le pueden pasar, sino que también es el temor ante la eventualidad de que las desgracias de otro le puedan pasar a uno, e incluso todavía más, la preocupación de que las desventuras que le suceden a algún otro le puedan pasar a alguien a quien uno quiere:
«Por lo tanto, conviene poner a los oyentes, cuando lo mejor sea que ellos sientan miedo, en la disposición de que puede sobrevenirles algún mal (pues también lo sufrieron otros superiores a ellos) y mostrarles que gentes de su misma condición lo sufren o lo han sufrido».
(Aristóteles Retórica, 1383 a 8-12)
La palabra miedo proviene del término latino metus. Se refiere a una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. El concepto también hace referencia al recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.
En cuanto al aspecto social y cultural, el miedo forma parte del carácter de una persona u organización social; por lo tanto, se puede aprender a no temer.
El miedo aparece en el arte como una forma de entretenimiento. Por eso constituye un género narrativo (como los cuentos o las novelas de miedo) y un género cinematográfico (el cine de terror) por sí mismo.
Es posible leer una novela como El ruido de las cosas al caer, de Juan Gabriel Vázquez, como un texto que presenta al ser humano en su condición más vulnerable: con miedo.
Paul Ricoeur ha resaltado que el miedo es la razón del mal en el mundo, pero el mal no es sino la expresión más extrema de la conmoción que recorre la posibilidad misma de la vida, como el signo más visible de lo que Foucault ha denominado «la inquietud de sí»: el sentimiento del miedo.
Si el miedo se encuentra en la raíz de la condición humana es porque el desamparo y la fatalidad insondable de la muerte son la primera afirmación de toda conciencia.
El miedo y la violencia han sido los sucesos más impactantes en lo que va del siglo en Hispanoamérica y, probablemente, los más difíciles de desentrañar en todas sus connotaciones, debido a los múltiples factores que han intervenido en su proceso.
Si consideramos que la literatura no puede sustraerse de los hechos históricos la literatura no ha podido sustraerse de este fenómeno.
En El ruido de las cosas al caer podemos advertir la intención del autor por exhibir su planteamiento ideológico dentro de la estructura de su novela. Vázquez alterna la ficción con la crónica, el relato con el análisis lo que obliga al lector a adoptar una postura crítica.
La novela se organiza en dos bloques: las secuencias del narrador, el joven profesor universitario Antonio Yammara y las referentes a Ricardo Laverde, amigo de Antonio, que muere asesinado, víctima de los narcos.
Las escenas de la muerte de Laverde sirven, entre otras cosas, para exponer, en forma pormenorizada, todos los miedos que afectan a Yammara. Incluso podemos considerar que en realidad se constituyen en un diagnóstico detallado de la degradación de un país, del horror y la frustración de una generación que se siente impotente ante los implacables efectos de la violencia y la anarquía.
Así en un momento el protagonista dice:
«Hay un ruido que no logro, que nunca he logrado identificar: un ruido que no es humano o es más que humano, el ruido de las vidas que se extinguen pero también el ruido de los materiales que se rompen. Es el ruido de las cosas al caer desde la altura, un ruido ininterrumpido y por lo mismo eterno» (2011: 83).
De modo que la novela habla, en realidad, de los mecanismos que llevan a un individuo a enfrentar el miedo, presentando la perfecta adecuación de la peripecia y de sus personajes como reflejo de esta idea.
Novela clave El ruido de las cosas al caer es, también, una turbadora exploración sobre la violencia y sus efectos, escrita con gran sensibilidad literaria.
Vázquez continúa la tradición de García Márquez que con Cien años de soledad (1967) marca un hito en la historiografía literaria al escribir sobre la violencia como un aspecto inherente de la vida socio-política colombiana. Como afirma Augusto Escobar:
«La literatura colombiana, generalmente ausente del acontecer social y como producto mediocre de una cultura dominada y dependiente —salvo unas cuantas excepciones—, no pudo marginarse del movimiento sísmico de la Violencia. Esta se le impone y la impacta aunque de una manera desigual y ambigua. En una primera etapa, la literatura sigue paso a paso los hechos históricos» (1).
La temática de la violencia y sus manifestaciones combinadas sutilmente con la literatura y la poesía, se convierten en uno de los temas transversales de la novela.
El ruido de las cosas al caer es una manifestación de una profunda reflexión de una realidad histórica que reinventa la violencia no sólo como testimonio sino que la ficcionaliza, la reelabora, para expresarla en una multiplicidad de formas. Lo que Hayden White define como «un metacódigo, un universal humano sobre cuya base pueden transmitirse mensajes transculturales acerca de la naturaleza de una realidad común» (1992: 17).
Por lo mismo podemos clasificarla como parte del fenómeno de «literatura de la violencia» ya que por medio de recursos metaliterarios presenta la perspectiva de una sociedad herida y rasgada por el miedo.
En esta obra el autor nos invita a ser parte del drama histórico y a participar de las experiencias de sus personajes. Tanto la violencia como el miedo se convierten en factores dinámicos que estructuran el texto. No importa tanto lo narrado como la forma de narrar, el tempo, el ritmo interno de la obra establecen su naturaleza plurisignificativa y dialógica, de acuerdo a los postulados de Bajtin.
En la novela se presenta una forma de expresión que explica la construcción dialogizada del discurso: La hibridación o mezcla de dos lenguajes en un solo enunciado, que Bajtin señala como «zonas» o «semidiscursos» de los personajes, en este caso de Yammara y Laverde que incursionan en el discurso del autor.
Por otro lado, la intertextualidad no es únicamente un recurso, sino que actúa como generadora de la verosimilitud del texto, es decir, anticipa y produce la «realidad». Del mismo modo, la metaficción se revela en distintos niveles. No sólo están la manifestación del proceso creativo, sino que establece la «puesta en abismo» en que nos sumerge la novela.
De este modo, Juan Gabriel Vázquez nos transmite una aproximación al miedo y la violencia como un fenómeno cuya existencia es real y absoluta, y capaz de mantenerse hasta cierto punto oculta a la vista de quienes convivimos a diario con ella, esperando que nunca nos alcance.
El ruido de las cosas al caer relata no una sino varias historias que parecen describir obscuros recorridos en torno a un personaje de ramificaciones múltiples e identidad misteriosa. Un personaje que desde el comienzo de la novela se presenta como un enigma, y con el cual se pone de manifiesto la pertenencia de la literatura de la violencia, es decir, que se desprende directamente del hecho histórico.
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(1) Augusto Escobar, La violencia: ¿Generadora de una tradición literaria? en cátedra «Novela colombiana», de Jaime Alejandro Rodríguez.
BIBLIOGRAFÍA:
– Aristóteles. Retórica. Madrid: Editorial Gredos, 1995.
– Bajtin, Mijail. Problemas de la poética de Dostoievski, México: FCE, 1986.
– Conrad, Joseph. Una Avanzada del Progreso. Buenos Aires. E. Rei Argentina S.A., 1985.
– Diccionario de la lengua española, Vigésima segunda edición.
– Domínguez, Vicente. El miedo en Aristóteles, en Psicothema, Vol. 15, n.º 4, 2003.
– Escobar, Augusto. La violencia: ¿Generadora de una tradición literaria? en Cátedra: «Novela colombiana», de Jaime Alejandro Rodríguez.
– Homero. La Ilíada. Madrid: Editorial Gredos, 2004.
– Ricoeur, Paul, Finitud y culpabilidad. México. Siglo XXI, 1978.
– Vásquez, Juan Gabriel. El ruido de las cosas al caer. México: Alfaguara, 2011.
– White, Hayden. El contenido de la forma. Narrativa, discurso y representación histórica. Barcelona: Paidós, 1992.
María del Carmen Castañeda Hernández. Egresada de la carrera de Lengua y Literatura Hispánicas de la Universidad Iberoamericana en México, D.F. y de la Maestría en Psicología de la Universidad de Xochicalco, campus Tijuana.
A lo largo de su vida profesional ha impartido clases de español, inglés y literatura en los diversos niveles educativos. Desde hace dieciocho años es profesora de las carreras de Lengua y Literatura de Hispanoamérica y de Comunicación en la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Baja California, UABC; siendo sus áreas de especialización la Historia de la Literatura (Literatura hispanoamericana, mexicana, europea, literatura y cine, etc.) y el Desarrollo de habilidades de lectura.
Entre sus publicaciones más recientes se encuentran:
Parodia e intertextualidad: El arte de la resurrección Revista Destiempos, México D.F. n.º 31 (www.destiempos.com/n31/castaneda.pdf)
Literatura y memoria, Revista Hipertexto, The University of Texas Panamerican.
El cuerpo grita lo que la boca calla en Revista Razón y palabra N.º 77 agosto-octubre 2011.
Santo oficio de la memoria ¿evocación o ficción? en Revista Sincronía A Journal for the Humanities and Social Sciences Department of Literature, U. de Guadalajara n.º 144.
Reminiscencia, fábula o historia: Inés y la alegría en Letralia, Tierra de letras 2012. (www.letralia.com/259/ensayo02.htm).
@ Contactar con la autora: carmencastaneda [at] uabc.edu.mx
Ilustración artículo: Fotografía por Pedro M. Martínez ©
• Imagen en el cuerpo del texto: Juan Gabriel Vásquez 1, Por Lesekreis (Trabajo propio) [CC0], undefined, via Wikimedia Commons.
Revista Almiar – n.º 63 / marzo-abril de 2012 – MARGEN CERO™
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