poemas por
Edoardo Penoncini
aquí no se llega por casualidad
en la ciudad que no sólo roba ojos
esquilma cada sentido y cada resistencia
con la inmovilidad inquieta
donde los adoquines son desfigurantes espías
de una malentendida absorción de piedras
donde el tiempo siempre ha pasado
en lo ya vivido
de una eternidad cada vez más vieja
de paso no llega absolutamente nadie
ni siquiera la muerte con los toques de campana
___________ más bien
muchas veces ya ha reservado una lápida
sobre una casa en una calle en una plaza
o escondida detrás de una columna circular [1].
______________
[1] Columna: Columna a la izquierda del «Vòlto del cavallo» (Ferrara),
construida en el siglo XVIII utilizando las lápidas del cementerio hebraico.
A Ferrara
Musa, tú estás en el oblicuo trayecto
—que disgrega las horas entre las paredes—
derribas sobre dichosos fragmentos,
lentos en colmar las curvas
del horizonte perdido
me pierdo en los signos sombrosos,
escarmentados dolores inodoros
entre violetas en la blanca primavera,
dulces colores del silbo del mirlo
muda la calle al asalto del día
detrás de una línea nacen lugares.
De: [Qui non si arriva di passaggio. Ferrara, musa pentagona
(Aquí no se llega de paso. Ferrara, musa pentágona), Empoli 2012]
Mi última tierra
¿Cómo llegaré a mi tierra,
quizá llevado por duendes alados
o mimado por olas espumosas,
sacudido por la ventisca de nieve
o dejado cenizas por el fuego voraz?
A la tierra volveré llevado por brazos
acogedores, bajo las nieblas eternas
dormiré mi sueño en el valle.
Huellas de ti
en cuáles versos de amor querrías
de verdad encontrar huellas de ti
si tú fueras ese rencor sosegado
desconocido timonel del amanecer
de cuál amanecer cogerías mis años
a qué papel pedirías la voz
la mañana se levanta sin luz.
El viejo «barbagianni»
Me gustaría encasillar
todos mis pensamientos
en una tabla de doble entrada
asociar todos los referentes
en un florilegio de virtudes
o en el libro negro de los vicios
de mi viaje en el tiempo:
recoger todos los colores de los cabellos,
abrir las pupilas de par en par a la luz
de cada latido que el corazón
me daba en un apretón de manos
de mi pariente más cercano,
o del amigo que me dejaba solo
y se liberaba en el eterno,
con los hilos de alta tensión
me gustaría encontrar las manos,
que en la tabla del seis
ahuyenten cada ocultación
y dejen en el prado de la escuela
la trenza de cintillos arco iris,
seguida por nosotros los niños,
mientras se alejaba y nos robaba el sueño;
se ha perdido la sombra sobre aquel prado
aún querría a mi placer
pasar de casilla en casilla,
como cuando se jugaba a rayuela,
se llegaba al cielo y se volvía a la tierra,
viajes sin astronaves
con tizas de piedra quebrada,
signos dejados en el cemento,
en los rasgos que marcaban los reinos
en las tardes de mayo
o en los días de diciembre
cuando se esperaba la nieve;
la niebla en adelanto
nos daba los sonidos y escondía los colores
apoyos al enfermo son las rejas de los pensamientos,
a los ojos que se miran por dentro
lo que ya no ven por fuera,
se ciernen en un océano de gritos y rabia;
ya no hay consuelo
a la voz de un viejo «barbagianni» [2].
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[2] Generalmente, la expresión italiana viejo «barbagianni» se refiere
a una persona incauta, tonta; aquí quiere indicar que el envejecimiento
desarraiga del presente e incita a atesorar los recuerdos como
forma de vida asociada al presente melancólico.
[-] «del amigo que me dejaba solo…»: Franco Fabbri, amigo de unos mil
juegos y confidencias, muerto contra los hilos de alta tensión el 16-07-1980.
De: [Lungo è stato il giorno (Largo ha sido el día), Empoli 2013]
Raíces
entre tramas de deseos
acaso no sabes quién eres
o dónde están tus raíces,
te entiendo somos todos
un poco desarraigados
a mi me gusta contar
de dónde vengo
del humilde campo,
donde sólo se recorta el campanario
y cada uno tiene su señal.
De: [En prensa: Vicus felix et nunc infelix. La luce dell’ultima casa
(Vicus felix et nunc infelix. La luz de la última casa), Ferrara 2015]
La noche se ha abierto
La noche se ha abierto,
en el tibio que acoge
he dejado mis huesos
la sed he saciado
a chorros de manantial,
ninguna miel vale la noche.
De: [Un anno senza pretese, poesie fuori programma aprile (Un año sin pretensiones.
Poemas fuera de programa), Empoli, Ibiskos Ulivieri, 2011]
Edoardo Penoncini se licenció en Bolonia; después de la licenciatura colaboró unos años con las cátedras de Historia Bizantina de la Facultad de Filosofía y Letras y de Historia Medieval de la Facultad de Magisterio de la Universidad de los Estudios de Bolonia, fue becario por tres años por el Instituto para la Historia de Bolonia, ya redactor de la Rivista di studi bizantini e slavi; enseñó letras en la escuela secundaria hasta 2011 y colaboró 25 años con la revista Scuola e didattica. Sus trabajos aparecieron en revistas de historia y didáctica de la historia y en volúmenes misceláneos.
Publicó seis colecciones de versos: L’argine dei silenzi (El terraplén de los silencios), Ferrara 2010; Un anno senza pretese. Poesie fuori programma (Un año sin pretensiones. Poemas fuera de programa), Empoli 2011; La spesa del giorno (La compra del día), Empoli 2012; Qui non si arriva di passaggio. Ferrara, musa pentagona (Aquí no se llega de paso. Ferrara, musa pentágona), Empoli 2012; Edoardo Penoncini: poesie scelte e 12 inediti (Edoardo Penoncini: poemas escogidos y 12 inéditos), I quaderni dell’Ussero, Pastutrana-Alessandria 2013; Lungo è stato il giorno (Largo ha sido el día), Empoli 2013; en prensa: Quell’aria (Ese aire), Lucca, 2015; Vicus felix et nunc infelix. La luce dell’ultima casa (Vicus felix et nunc infelix. La luz de la última casa), Ferrara 2015. Sus poemas están presentes en revistas y antologias poéticas.
🖥️ Web del autor: www.edoardopenoncini.it/
📸 Ilustración poemas: Fotografía por Pedro M. Martínez ©
Revista Almiar – n.º 82 | septiembre-octubre de 2015 – MARGEN CERO™
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