poemas por
Felipe Fernández Sánchez
De la noche
Solo puedo verte a la luz de la luna,
cuando mis ojos ansiosos de luz,
te buscan en la negrura.
De la primera luz del día
Un pájaro camina a saltitos por el asfalto cruzando la calle.
Picotea el suelo, como sí sacara algo.
Tras el pájaro mayor, otros dos,
dando brincos le atosigan.
Dos pajaritos gordos en pos de otro más estilizado.
Pasan entre los barrotes de la cancela,
persiguiendo al más grande.
De vez en cuando el pico chocan.
De lejos semeja una pelea.
Sorpresa al ver un pájaro atosigar a otro,
Malicioso pensé, en una intención procreativa.
Insistentemente, un ave corriendo tras otra ave.
De cerca el pájaro mayor, entrega,
desde su pico, la recién tomada comida.
Son sus crías, orondas crías.
Más cerca, pude ver al pajarito abrir su boca,
para recibir comida.
Presto, otro pajarito se sumaba y abría su pico.
Dos polluelos sobre el asfalto, corriendo tras su ave nodriza.
Saltar y comer, y su madre recogiendo,
al tiempo que aprendían a buscar, por sí mismos, la comida.
A la hora del café
Oigo muy de mañana el sonoro trajín de unos cencerros.
Agitados al tempo.
Rumiantes que en un prado cercano,
trasiegan, pacientemente, sus bocados.
De lado a lado la mandíbula,
de lado a lado el cencerro.
Es la hora del ángelus
Quiero escribir un cuento chiquitito,
para que lo lleves siempre contigo,
en un bolsillo.
Para que lo lleves en un bolsillo siempre contigo.
Quiero escribir un cuento chiquitito y en un saquito guardado,
lo lleves siempre contigo.
Plegado en dobleces tan ínfimos que se pierdan en las costuras de tu bolsillo.
Y guardado en un bolsillo lo lleves siempre contigo,
plegado en dobleces tan mínimos,
que se pierdan en los pliegues de tu bolsillo.
que se escondan en las costuras de tu vestido.
De la siesta
Un pastor dormido entre los marjales.
Sonríe.
Pasa por su cabeza el sabor de los labios
que sostuvo entre los suyos,
este domingo.
Sabor, olores, sonido de infancia.
Castillos imaginarios enredados en las matas del bosque,
ocultan entre flores laboriosos duendes,
constructores de sueños.
Hay un príncipe encantado y una princesa dormida,
un juego de damas y otro de ajedrez, escaques de chocolate.
Un pastor entre los marjales sonríe.
La hora del ocaso
El hombre sin sustancia camina erguido entre macizos de flores.
Campo de flores.
Escondidas entre dos farolas, sombras.
Rugen famélicos leones en la sabana.
Sostiene el paisaje de mi mirada un pequeño horizonte de rocas, riscos. Granito.
Desde lo azul llega, a veces, el destello de aeronaves camino del puerto.
Una nave cruza alto por encima de las montañas en vuelo de aproximación.
Oigo los colores a pesar de mi ceguera.
La onda del violeta variando hacia el ocaso.
Fundido en negro.
Felipe Fernández Sánchez: «Vine al mundo en Madrid mediado el siglo veinte, por azares del destino terminé trabajando en el mundo bibliotecario. Sin motivo aparente, soy de los que disfrutan leyendo: al poco tiempo, con una chispa de ingenio a lo que soy proclive, me percaté de que eso era lo mío, aún me acuerdo cuando descubrí Bartleby el escribiente de Hermann Melville cuando lo colocaba en su lugar.
Pasado el tiempo me dio por escribir, fruto de ello es el blog Inverosímil_felipe (http://inverosimilfelipe.blogspot.com.es/) en el que consigo comentarios amables de familiares y amigos. Item más, se me ocurrió lanzarme a Internet y han tenido a bien publicarme pequeños relatos en Sci-Fdi, Prosofagia, Planetas Prohibidos y Ariadna rc. quienes, además, publicaron un poema».
Contactar con el autor: fefersan[at]gmail [dot] com
Ilustración poemas: Fotografía por Pedro M. Martínez ©
Revista Almiar – n.º 78 | enero-febrero de 2015 – MARGEN CERO™
eres bueno Felipe… y lo sabes.