poemas por
Ender Rodríguez

 

Hay gente que le da pánico
un sutil infarto o el drama presicario,
porque cuando el barniz de la muerte
cuece colibríes con poca sal,
la olla de presión puede insubordinarse
y hacerlo estallar todo.

De repente un eructo mortal
o un virus paquidermo llegue
y arranque tu espíritu del planeta;
y si pasa eso
no importa man,
no te persignes sobre crucifijos azules levitando
dentro de payasos rituales,
ni sobre dos palos de madera cruzados
con agua infecta
para que pidas perdón
hecho un mar de mocos
no no no,
mejor no balbucees o chilles proverbios man,
deja de babear en los santos de plástico de la abuela,
deja de encenderte de culpas como un interruptor nuclear
en una parrilla psicológica o necrolírica
no, no, no.

Y te lo digo,
que de veras una nave ya identificada
te puede zafar del paraíso de mentiras
donde a veces
se vive desde niño,
un mordisco de la Matrix en las zonas imposibles
puede darte de rebotes un nuevo clímax sacral
no se sabe man;
más en todo caso
deja de pensar en ello,
no destruyas tu mente
imaginando cielos de algodón
donde nada camina sin un santo grial,
y deja de verte protegido por Zeus
en inframundos donde hasta los diablos
cobran prestaciones y bonos extra
para hacerte arder el culo man
no, no, no.
No lo creas del todo.

Yo por el contrario
tengo el mismo ego del de los idiotas
y a veces hay que bajarlo al máximo,
creo que en la vida ya hice y deshice man,
río en mi propio río
celebro lo ganado y perdido,
mis 21 gramos pueden cocinarse al carbón
en donde ya nada logrará hacerme sufrir,
por tanto declaro que:
me valen un carajo las incógnitas del infinito
o que si me voy para allá o para acá
donde los viajes eternos son olvidos del absurdo
de la religión o del antidiós
o de lo que sea,
me vale un bledo todo ello.

Hay que dejarse fluir
sin un norte o sur,
solo vacilársela.

De repente
al incendiarme me mezclo más a lo cósmico
o a lo sagrado de blasfemias que ya soy,
tal vez, me una muy hermoso y perfecto
a las bacterias del mundo contaminado
quién sabe.

Por eso también digo,
déjenme ir y ya,
vagar por donde no sé que existe
ni me preocupa,
sea un laberinto o demonios con plumas en la mollera
no me asustan, no me joden el alma las dudas;
me vale un carajo todo man,
déjenme divertirme
y diviértanse pues,
échenme al fuego
y sigan dándole a la vida y a la brega, duro y rudo;
y con las cenizas en salsas picantes
bailen o emborrachen a mis tías más tristes ese día,
no se enturbien ni apacigüen,
sonrían y jodan,
sigan haciéndolo mil veces todo mejor que yo
se trata de eso que es vivirse la existencia
pero para fluir libremente,
no para andar en sufrideras perversas,
de no hacerlo y si la depre les inunda
cuando yo muera
eso sí,
recuerden que los voy a hacer papilla
si es que puedo,
les voy a jalar las patas, las muelas y las nalgas aburridas,
voy a hacer un despilfarro de moral y luces
en ustedes,
los voy a joder,
ya verán.

No me conmoverá nada.

Así que buena vida y chao.

Déjenme navegar lo que no sé,
ni me interesa hacia dónde,
solo lo tripearé al máximo.

LOS AMO. Punto.

Solo déjenme ir.

Porque si no,

ya lo saben.

Ahora bien,
si ustedes mueren primero
no se las vayan a cobrar conmigo,
eso sí.

CORTOS

Un tipo se rasca las niguas
y mira hacia donde no se imagina,
ni antes ni después
un inicio.

Ella
la primera,
es quien creo yo,
creó al princesa del principio,
y luego
no supo hacer nacer
lo que venía
después.

Por eso,
se convirtió
en la segunda de la primera.

Lo del principito fue otro cuento…

Saber hablar es cosa del rumor
del viento.

Cuando las piedras hablan
los idiomas se enrocan.

La rueda la inventó
quien no sabía rodar
sus patas.

El futuro se va
sin devolverse.

 

Meto entre los bolsillos la vida,
y entonces
el muerte se carcajea
y bosteza
sus féretros
en paltó y con biblias,
buscando escapar de mi pantalón.

Me lleva la chinga
dije
mientras el vagón de ningún sendero
sin pasaje
ni vuelo
se extravió
donde mismo
siempre.

OTRORA

Han partido los relámpagos algo tarde
entre las uvas y las hienas
de octubre.

El oeste se ha largado hacia el sol
de la noche.

Se quiebran las angustias
y se otoñan las menudencias
del cosmos
en la mañana del antes de morir
en cambio
el exilio más blanco de todos
no se oscura.

Los colibríes amamantan cometas
y las jaurías de flores aúllan
tan rasantes que dan miedo,
mientras escondidos en el ombligo ciego
gimen unos dioses azules con verde.

El alma ha sucumbido de trasnochos
y la casita que cada planeta tenía en mente
ha sido deshecha en alguna parte secreta
donde nadie sabe
ni la ruta de sus pies.

Yo menos.

 

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Ender Rodríguez

Ender Rodríguez (San Cristóbal – Venezuela. 1972).
Escritor y artista multidisciplinario. Licenciado en Educación Integral.
Ha publicado: Cantos del origen (2001, CONAC); El sofá de Beatrice (2006, CENAL); Primavera cero (IPASME, 2007); Creactivo I (BARIQUÍA , 2007); Rabo de Pez Nuevos idiomas en la creación formato e-book (FEUNET, 2014), Entrecruzamientos (EAE Editorial Académica Española, 2015), Ex sesos y asa res Borrones para textos no tan perversos (CENAL, 2016), El Blues de la Parca – cuentos grotescos (AMAZON, 2017), Creactivo II (AMAZON, 2017) y Poemas Absurdos (LP5 Chile, 2020), entre otros publicados en Internet, y en físico como coautor.


🖲️ Web del autor: http://enderodrigueznomeempoeme.blogspot.com/

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🖼️ Ilustración poemas: Imagen de Mollyroselee, en Pixabay ▪ Fotografía del autor por Yacnedy Leal (Derechos reservados)

 

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Revista Almiarn.º 111 julio-agosto de 2020 MARGEN CERO

 

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