Poemas y relatos en castellano y portugués
Pedro Sevylla de Juana

 

 

Dedicado a Ester Abreu, extraordinaria persona;
y a los amigos de lengua española

 

E

sto que veo, tan complejo, tan exuberante, tan diverso, tan pobre, tan rico, tan oscuro, tan colorido, tan árido, tan fértil, tan débil, tan fuerte, tan violento, tan tierno; esto y más: un conjunto de energías que suman y restan, un enigma intrigante que debo interpretar por mí mismo; todo eso y mucho más, que no voy a comprender nunca, es BRASIL.

 

La gran hispanista brasileña Ester Abreu, escribió: «Según dice Sócrates a Fedro, aquel que no posee nada más valioso que sus escritos, y pasa largo tiempo mejorándolos, quitando una cosa aquí, añadiendo otra allá, a ese hombre se le llamará poeta. Pero no es sólo quitar, y añadir, Sócrates lo sabía: Es mucho más. Es lo que hace Pedro Sevylla de Juana: es utilizar un lenguaje poético auténtico, y mover las palabras con la propiedad de un director de orquesta para producir armonía, es lanzar silencios en palabras y palabras que vuelen hasta los espacios siderales, y desciendan al centro de la Tierra, a los infernales caminos dantescos; es representar e imaginar en lo “irreal” y proyectarse en la verdad de una manera original y propia. Es el lector, quien, con su acción, completa la obra, como nos muestra el concepto de poema de Pedro Sevylla: Los poemas son jaulas que el lector abre, para que el águila o el colibrí escapen».  

Sirva un único poema, el último del libro, como muestra:

 

El elevado vuelo del velero Nueva Era

Adnotatio Praevia:

Envié a varios amigos el poema que aquí va, y sus reacciones fueron muy distintas. Desde la de aquellos que pidieron plaza en el velero, para ellos o para otros, hasta la de quienes establecían cierto paralelismo con el viaje de Cristóbal Colón. Preguntaban detalles sobre el objeto del viaje y la marcha de la nave, y tuve que precisar ciertos aspectos inconcretos. El título, adecuado a más no poder, procede de un amigo residente en São Paulo y nacido en Nova Era, estado de Minas. Una amiga, de Vitória, en Espírito Santo, experta en la vida y la obra de Florbela Espanca: “Um ente de paixão e sacrifício”, quiso que incluyera a la poeta portuguesa y, conociendo sus méritos sobrados, lo hice. Una amiga de Barcelona quería huir del economicismo imperante, de las enormes y crecientes desigualdades sociales originadas, del deterioro insostenible del equilibrio vital; y tuve que habilitar cuatro plazas más, para ella, su marido y los dos hijos. Debo añadir que Aurora, la capitana, nació en Salvador de Bahia de padre castellano y madre mediterránea. Por último, decir que mi Iberismo cultural, origen de mi Universalismo, me llevó de Portugal a Brasil, estados de São Paulo, Rio, Minas, Bahía, Pernambuco y Espírito Santo. Allí, en ES, Montanhas Capixabas, surgió de mi mente, el poema que dibuja el rumbo seguido a través de los elípticos campos siderales, y la llegada a la Tierra Prometida.

imagen poema El elevado vuelo

 

Un barco de vela de tres palos, cuyo nombre
es Nova Era,
impulsado por el viento cósmico
que origina un agujero negro,
abandona el Sistema Solar para dejar
en unos días
muy atrás la Vía Láctea.

Resuena El Universo, sinfonía imposible
compuesta e interpretada
por ciento veinte músicos de la familia Bach.

Los palos Trinquete, Mayor y Mesana,
de aleación tan ligera e inalterable como el casco,
proporcionan confianza a Aurora Maris,
la capitana más intrépida que engendró Naturaleza;
indómita mujer,
forjada en la aventura marina
al circundar La Tierra por los siete mares
comerciando en sedas y especias,
con ese barco sin remos ni cañones
que, al navegar, sencillamente, vuela.

Se oye Blue Train, de John Coltrane

Olavo Bilac e Florbela Espanca, de língua portuguesa;
Odiseo, el esperado, y su amada Penélope;
Erik, llamado el Rojo; Virgilio, Confucio, o Rei
dom Sebastião, Jules Verne, imaginativo practicante;
Maria Skłodowska, científica; la poeta y diplomática
Lucila Godoy, Picasso, Galileo, chissà l’uomo più grande
del Rinascimento; y el escritor romántico
José Ignacio de Espronceda, son algunos
de los treinta y dos buscadores de un planeta
despoblado, dotado de agua y vida,
en el que puedan respirar, alimentarse,
reír y soñar;
donde la humanidad amenazada
consiga comenzar de nuevo,
trocando las pistolas y espadas de las panoplias,
por flautas, plumas y pinceles.
Donde la filosofía, la investigación
y la docencia sean ocupaciones aventajadas,
los beneficios fabriles y comerciales
permanezcan ajustados, se restrinja la herencia,
y los salarios mínimo y máximo caminen
de la mano. Una sociedad que reciba más
del más capaz, y entregue
más al más necesitado.

Money Jungle, de Duke Ellington

Animales y plantas ocupan
la parte central de la bodega, bajo
la claraboya que tamiza la luz cambiante.
Se proponen los viajeros salvar esa vida:
huevos, embriones e individuos adultos,
de una extinción segura, alimentándose
con su crecimiento: retoños, ramas y frutos.
Y en la preparación de las personas,
a más de conocimientos de navegación
y de sicología, hubo lecciones de latín
para entenderse, y prácticas
de un lenguaje de signos.

A Wonderfull World, de Louis Armstrong

Viajando a la velocidad del Viento, tercera parte
de la que alcanza la Luz,
las velas múltiples y diversas,
deben resistir el empuje, y son
de ese nuevo material que dicen grafeno.

Round Midnight, por Ella Fitzgerald

Valiéndose de los mapas astronómicos,
sin timón que sirva a la derrota,
ni previsiones atmosféricas donde no hay atmósfera,
la pericia de Aurora gobierna las velas, la nave
y el rumbo en las aproximaciones
a los planetas de los distintos tonos del color azul.

Summertime, por Ella Fitzgerald and Louis Armstrong

Entre la constelación de Orión y la estrella Sirius
durante un mínimo instante los tripulantes perciben,
imagen y semejanza del hombre,
al Demiurgo andrógino
acostado en suave lecho de nubes,
roncando acompasadamente
su sueño sin fin. Grandes, muy grandes
la cabeza, el cuerpo y las extremidades,
dotados de una gran belleza. Ojos límpidos,
piel tersa en la desnudez luminosa que muestra.

Se escucha Birth of the Cool, de Miles Davis

Constatan los tripulantes
que el reloj terrestre de la nave marca quince años
de navegación, y ellos no envejecen.
Piensan que avanzando como avanzan
—tiempo y espacio— hacia el momento crítico
en que la materia comenzó a expandirse
una vez más,
los lapsos transcurren de distinta forma.

Rhapsody in Blue, de Gershwin and Whiteman

Calor o frío insoportables, empujes laterales
subidas o bajadas bruscas, tormentas silenciosas
tuercen el rumbo cien veces, mil quizá,
y al temor a un catastrófico naufragio
oponen los tripulantes la firmeza de su
voluntad humana y el afán de supervivencia.
Cada navegante realiza una tarea
acorde con sus capacidades y deseos,
de forma que el progreso depende
más de ellos que del azar,
grato e ingrato.

Benny Goodman, interpretando Sing, Sing, Sing

El premio a la resistencia heroica es la placidez
entrecortada, la belleza luminosa incomparable
vista en las fotografías, miles, que llegan
a la pantalla de grandes dimensiones,
y a través de los ojos de buey, ventanas
y escotillas transparentes.
El atractivo de los paisajes sucesivos,
la cambiante complejidad cromática y formal,
el vértigo de lo que viene de frente
escapando por los lados in extremis,
no es algo sentido antes por ninguno
de los arriesgados tripulantes.

Django Reinhardt en Sweet Georgia Brown

Armonía, Equilibrio, deslizamientos,
piruetas lógicas e inesperadas
derivaciones, despliegues, hermosura del contraste,
líneas puras e impuras sirviéndose, actualizándose,
Crepúsculos y Amanecidas destilando emociones
Poesía, Pintura y Música creándose y recreándose:
OVeleiro vai

Darius Milhaud dans La Création du Monde

Sueño y despertar, ilusión y desilusión
se siguen en los ánimos, el temor y la esperanza.
Recoger trapo al llegar a un planeta ligeramente azul
para acercarse y recibir fotografías de conjunto
y de detalle,
proporciona expectativas que se rompen
cuando la aridez encontrada obliga
a seguir rumbo con todo el trapo desplegado.

Ebony Concerto por Igor Stravinsky

En un momento de fortuna, después
de cien avistamientos infructuosos,
en la claridad promiscua de la pantalla
puede verse un planeta azul y verde, de una belleza
extraordinaria, única.
Y desgarra el silencio la voz enérgica
de Aurora Maris:
Tots als seus llocs! Maniobra d’aproximació!
Arriad la mayor —refiriéndose
a las velas— la mesana, la trinquete.
En la acción, rauda, desencadenada de improviso
se oyen términos marineros de oculta belleza: verga,
cangreja, bauprés, arboladura, jarcia, botavara;
gavia y muchos más: sonoros y contundentes
como latigazos.

Maurice Ravel, Jazz (pièce ignoré) pour Mme Révelot

Un sencillo mecanismo ideado por la capitana
en el Mar de China, para que un tifón elevara el velero,
permitía a las vergas de distinto mástil
alinearse a lo ancho y, a unas velas añadidas,
alcanzar la posición horizontal frenando la bajada
lo suficiente para conseguir un descenso acompasado.
La visión aparecida ante sus ojos, paisaje verde
de la superficie firme, y temblorosos azules de los
mares, pone a cavilar a los más inquietos acerca
de la elipse que su incierta derrota ha ido perfilando.
Las fotografías vistas, acercan
elementos tranquilizadores: agua en abundancia
y vida vegetal exuberante y diversa.

Suena The Visitation, por Gunther Schuller

Circunvalando el planeta en el descenso,
ven montañas elevadas con penachos
de nieve, volcanes en erupción, seísmos, vastos
lagos, ríos caudalosos; pero no hallan
signos que revelen la existencia de vida animal.
En las proximidades del suelo descubren árboles
vigorosos crecidos sobre escombros, arbustos
ocultando a medias material de guerra consumido
por el paso del tiempo;
troncos retorcidos que superan ruinas pétreas.
Y a poca distancia del mar interior elegido
para posarse, identificado por la mediterránea
Aurora Maris como el Mare Nostrum,
ven una torre, firmemente erguida,
reconociendo en ella, Aurora y algunos más,
la genuina expresión románica
de Sant Climent de Tahüll.

Estalla la alegría al contacto de la nave con el agua:
Ignis fatuus de aparición impredecible y duración
muy breve.
«Alegría, hermosa llama de los dioses», había
escrito Schiller.
Se escucha entonces en todo el Orbe
la Oda a la Alegría, cuarto movimiento
de la Sinfonía Novena de Beethoven.

 

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Post Scriptum: Regresada la nave, oído el relato de la peripecia, pude pasar varios días viendo las fotos recogidas por las cámaras al llegar a la Tierra. Descubrí intacta la iglesia de San Martín de Frómista. Sorprendiéndome que, en el lugar de mi nacimiento, Valdepero, se apreciaran las piedras diseminadas de lo que pudo ser el poderoso Castillo y, ¡oh maravilla!, la espadaña románica, sólo ella en pie, de lo que fue la ermita de San Pedro y de la Virgen del Consuelo.

 

Portada Brasil, Sístoles y Diástoles

Editorial Verbum (2016), ISBN: 9788490743515

 

Pedro Sevylla de Juana EN EL CORAZÓN DE BRASIL

(Epílogo, por Renata Bomfim)

 

Como has podido ver, lector, BRASIL, Sístoles e diástoles es un libro singular, decisivo, concluyente. Originalidad al servicio de una prosa y una poesía hermanadas: relatos autónomos cerrando cada apartado, y un poema con introducción y conclusión explicativas. Destacan en el libro, aspectos como el engarce de los elementos constituyentes, la cimentación de una cosmogonía que convierte al yo lírico en poeta/profeta, poniendo la mirada y la intención en cuestiones sociales como la pobreza y el hambre, de modo que enfrenta a los lectores con sus propios conceptos y sentimientos humanos. El ejercicio convivencial se instaura en la interrelación y en las palabras que la propician, empujando a los humanos —viajeros estelares— por caminos inusitados.

Un texto debe ocultar a la primera mirada, al primer encuentro, «la ley de su composición y las reglas del juego», como destaca Jaques Derridá en La Farmacia de Platón. Así nos encontramos con un Pedro Sevylla muy diferente al de sus obras poéticas anteriores: artífice múltiple, objeto de interpretaciones diversas y complementarias. La especial característica de esta obra me inclinó a optar por una lectura crítica, que no pretende desnudar sus significados más íntimos, ni dominar su entramado; antes bien fluir con el lirismo fluente, degustando el sabor agridulce de la escritura.

El escritor español, al referirse al Brasil, muestra sus vivencias, fruto de la captación de los ritmos, sabores y colores de un País, el mío, que no permite una fácil definición. Para ese cometido, fue preciso que Pedro Sevylla explorase el devenir brasileño, caminando por campos y ciudades, entrando en el pensar de las gentes, lo que permite a las palabras expresar la agitación del corazón. Estoy segura, lector, que como yo, usted sintió la energía que une amorosamente, los campos de trigo de Valdepero, en España; con la Mata Atlántica, en Brasil.

Me siento feliz por haber recorrido la senda creativa del autor en la composición de esta obra. La curiosidad por la cultura, permitió escrutar, como buscador de oro, plata o diamantes, las riquezas de cada región brasileña, hasta llegar a Vitória, ES, atraído por la Ley de la Gravitación Universal; desde cuya Bahía ascendió el «Nova Era», su velero cósmico.

Estamos ante el creador de un hombre análogo y diverso: pan hecho de las harinas de todos los cereales —igual composición distinta estampa— cuando aún no existía la especie humana. Conformado el hombre, viene la necesidad de crear a Dios. En el poema “El primer principio”, la mente descansada crea un Ser «único y primigenio», y a partir de ese acto fundacional, puede poner en marcha, con todas las prevenciones posibles, la «Sociedad Global».

En las «noches mágicas y míticas», la mujer amada surge en los sueños imprecisos y repetidos del yo lírico. Soñando con el eterno femenino el milagro sucede: “El triunfo de la primavera”. Música, color y bienestar, pasan a formar parte de ese Universo que, antes solo conocía los «hielos invernales». Al fin, el paraíso está completo y Pedro Sevylla nos facilita la introducción a un nuevo «Génesis», basado en «parábolas ya olvidadas y viejos símbolos actualizados».

La «Utopía llega a ser alimento y esperanza de criaturas quebradizas» que, sedientas de amor y justicia distributiva, ansiosas de sembrar «la paz, el perdón, la valentía, la libertad», inician un camino en busca de sí mismos. El «economicismo» hace que el corazón del yo poético «se agite de agonías», la economía de mercado empuja la deriva de los continentes y «acelera el paso del Universo». El «hambre» dos sílabas tan solo, se vuelve palabra de orden en un «recuento incesante de la realidad trágica».

Ante ese escenario el yo lírico se posiciona. El poema “Vengo a decir” apunta al origen del problema: «las carencias de los necesitados parten de la mala distribución de la abundancia», el yo poético exige leyes que acaben con la acumulación y el despilfarro. Es el «grito» del hombre decidido, el que da voz a las criaturas humanas y no humanas. La humanidad necesita avances, ese es el movimiento de Diástoles, expansión que convierte la vida en arte y el arte en vida. La proximidad ansiada acerca al poeta al “Solar da Ester”, Ester Abreu, anfitriona solícita; y al espacio acogedor de los amigos brasileños. Emergen como espacios privilegiados de la inspiración de Pedro Sevylla, Os Sertões, São Paulo, Rio, Bahia, Pernambuco, Espírito Santo y, especialmente, la Isla de Vitória. Es ahí, donde conoce a personas admirables, cargadas de ilusión, visitando las turbadoras Comunidades Verticais; y a esforzados intelectuales de la investigación, la creación y la docencia.

El poema “La Victória del deseo” revela el ambiente plural y misterioso, en el que Leda ama a los Cisnes Blanco y Negro. Quizá el bien y el mal, buscando sintonía, se equiparen en una poética que pide equilibrio y armonía. «La eterna fugacidad» del encuentro y del amor se explicita y, así como la brisa, el objeto amado se va, dejando en el aire sólo un rastro perfumado. El yo lírico explaya sus sueños y dialoga con Manuel Bandeira, Carlos Drummond, Cecilia Meireles, Hilda Hilst, Castro Alves, Gilberto Freyre, Euclides da Cunha, Guimarães Rosa; a quienes ha leído y traducido al castellano como testimonio de admiración y aprecio literario.

Conferenciante, también, sobre su propia obra en la Universidade Federal de Espírito Santo; el conocimiento de sí mismo acerca al poeta a la revelación: momento epifánico en el que vislumbra “El rostro del Universo”: carne, sangre, espíritu; belleza que es el canto del alma innombrada. Pero, esa no es aún la visión concluyente del misterio universal, pues, acercándose a la faz de la belleza, el poema se acerca a la hondura de un beso de eternidad, donde vislumbra, también, el imposible fin de ciclo. El poema “Morí” lidia irónicamente con la Gran Dama de dedos de terciopelo: no hay miedo ni arrepentimiento ante la muerte.

Transmutado por las experiencias vividas a intervalos desiguales: amor, dolor, desilusión y esperanza; siguiendo impulsos razonados y emocionales, el yo lírico cumple su destino. Todo fin presupone un nuevo comienzo. Así, el poeta intensifica «la búsqueda de la cruz de la armonía/ vacilante/ equilibrada/ activa», lanzando la rúbrica de su firma como una flecha. Da soporte a todo gesto, el propio principio activo: «Lucha hasta el equilibrio es mi divisa».

“El vuelo del velero Nueva Era”, largo poema épico, da fin a la parte poética del libro. Entre vibrantes ejecuciones musicales, describe la desesperada huída y el esperanzado retorno a este planeta nuestro, herido de muerte por la acción destructiva del hombre. Un hombre que es culpable y víctima inexorable. Un planeta sumido en la angustia de la mayoría, empobrecida por la acumulación extrema de las riquezas. El vuelo del velero recorre el espacio existente entre la escapada del desastre y el regreso a un planeta reverdecido, casi intacto.

 

Renata BomfimEs Mestre e Doutora em Letras pela Universidade Federal do Espírito Santo/UFES. Escritora, ensaísta, poeta e acadêmica da Academia Femenina Espirito-santense de Letras, cadeira 16. Membro do Instituto Histórico e Geográfico do Espírito Santo e da Academia Mateense de Letras. Educadora socioambiental e editora da Revista literária Letraefel.

 

imagen texto En el corazón de Brasil

Pedro Sevylla de JuanaPedro Sevylla de Juana. Nació en plena agricultura de secano, allá donde se juntan la Tierra de Campos y El Cerrato; en Valdepero, provincia de Palencia y España. La economía de los recursos a la espera de tiempos peores, ajustó su comportamiento. Con la intención de entender los misterios de la existencia, aprendió a leer a los tres años. A los nueve inició sus estudios en el internado del colegio La Salle de Palencia. Para explicar sus razones, a los doce se inició en la escritura.
Ha cumplido ya los sesenta y nueve, y transita la etapa de mayor libertad y osadía; le obligan muy pocas responsabilidades y sujeta temores y esperanzas. Ha vivido en Palencia, Valladolid, Barcelona y Madrid; pasando temporadas en Ginebra, Estoril, Tánger, París y Ámsterdam. Publicitario, conferenciante, traductor, articulista, poeta, ensayista, crítico y narrador; ha publicado veintitrés libros, y colabora con diversas revistas de Europa y América, tanto en lengua española como portuguesa. Trabajos suyos integran seis antologías internacionales. Reside en El Escorial, dedicado por entero a sus pasiones más arraigadas: vivir, leer y escribir.

🔗 Web del autor: www.pedrosevylla.com

 

 Ilustraciones en el artículo:
Detalle, tapa y contratapa del libro Brasil, sístoles y diástoles,
© Derechos reservados por sus autores.

 

Mar de poesías Brasil, Sístoles y Diástoles

Poemas en Margen Cero


Revista Almiarn.º 86 / mayo-junio de 2016 – 👨‍💻 PmmC MARGEN CERO™

 

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