poemas por
Antonio J. Calzado Llamas
A Marina, reivindicación de un oasis
A tus pies, la decadencia del géminis,
el sueño quebrado del mar busca hacerse grande
en tu miedo: sudor pérfido de tu juventud afilada,
que sucumbe ante el lagarto
ansioso de tu piel como perfecta forma
de arder y hacerte crepitante crepúsculo.
Contempla la larva de la luna, que sabe que dueles como el infinito,
tú que tienes el hambre en los ojos y eres la noche,
y escuchas derramarse tu sexo agridulce
con el sonido de la sed, como la noche.
Como página desesperada en el trémulo vacío
de tu nombre, quiero pronunciarte con mi aliento oxidado.
Dejaste las vestiduras de mi casa en silencio,
ahora nadie duda:
En el intermedio de mis sístoles más agónicas,
mi cuerpo quiere ser tu fugitivo.
«Escápame» con tus alas, ahora que es invierno en los espejos:
yo detesto la belleza de tus espejos
y admiro la de tus horizontes.
Mírame en este verbo, soy yo, un hombre hecho desierto
temiéndote… ¡queriéndote desde el origen de los muertos!
Néant
Memento mori, verbo cenicida del olvido,
sólo yo escucho entre el polvo tu lejano aullido
cuando la nada atraviesa mi carne extensa
cual ocre corcel desnudo de mi calma,
qué violenta amantísima añoranza
deshojar de tu cuerpo el contorno del miedo
mientras el filo sangriento es certeza en mi nombre
como el gemir del lobo abofeteado por el hombre
que es y que sobre la nada danza
buscando apoyar su llanto sobre lápida
o mano de Dios con la que amamanta
el grito dentro de la estancia aislada,
como autismo del poema que sobre el lecho vaga
para comprender al fin que no comprender nada
y morir es la forma única de ser libre.
«Mourir», dit la femme qui dormait sur mon rêve
en essayant de s’envoler libre comme les anges,
morir con tus ojos desafilándose en mi pecho
mientras la nada nos miente de nuevo al nombrarse.
A un ruiseñor
Han pasado segundos como decenios sin tu llamada,
qué absurda tortura y qué innecesario negarnos
para hablarnos con el noctámbulo silencio
y qué devenir de vientos sin tu hálito.
Qué bien si volvieras, aquí pregunta tu rama hastiada
por tu perfume sonoro de blanco pacífico,
y tu sombra en la ventana bebe mudo un granizo gastado,
ay si le cantaras por los entresijos
de estos habitáculos aquella tonada olvidada
que sabe a sueño y esperanza,
ay si tú atravesaras esta puerta, esta herida abierta,
con tu voz de agua clara:
encontrarías los duelos de antes, los interrogantes
la inhumana maldición del no,
un nosotros que se agrieta entre tú y yo,
y detrás ¿qué habrá?, ¿qué otro misterio ínfimo?
Un vocablo callado sin tu hermoso pronunciarme
ay si tú vinieras, de todo lo bondadoso florecido,
como ayer, óbice de luz, a despertarme.
Antonio Jesús Calzado Llamas. Es un joven autor de Sevilla (España). Publica sus trabajos en un blog de reciente aparición: Néant sur le néant…
(http://neantsurleneant.blogspot.com.es/)
Contactar con el autor: ajcl_250496 [at] hotmail [dot] com
🖼️ Ilustración poemas: Fotografía por towbar / Pixabay [public domain]
Revista Almiar – n.º 87 | julio-agosto de 2016 – MARGEN CERO™
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