relato por
Adrián Martín del Pino

V

aya, ese tipo parece Miles Davis. Sin duda debe serlo. Esa neblina brillante que surge del suelo sólo puede ser producto del mismísimo Miles Davis, pero del Miles Davis que me gusta a mí, del de los 60. Sí, sin duda es Miles Davis. La trompeta suena a Miles Davis.

Un momento, esa es Rigoletta. Esa de allí debe ser Rigoletta. ¿Ha vuelto a la ciudad? No me jodas. Trataré de huir. Vaya, hola Rigoletta. Sí, ha pasado mucho tiempo. Sí, debí haberme despedido la última vez que nos vimos. Sí, sin duda soy un cretino. Oh, sí, por supuesto que soy un gilipollas. Desde luego que soy una mala persona, nadie lo ha desmentido en ningún momento, lo que me exenta de cualquier culpa. El que juega con la interrogación sobreentendida puede verse absorbido por la misma, deberías saberlo Rigoletta, tienes ya edad suficiente como para tenerlo presente siempre. Eh, no, eso no voy a permitírtelo. Lo siento, pero tengo cosas más importantes que hacer que perder mi tiempo contigo. Sí, exacto, vete a la mierda. No, no, yo no me voy de aquí, Miles Davis es una buena razón para quedarse.

Supongo que sí, que sería una buena conversación, y discurriría exactamente de esa manera. Un momento, ese que acaba de ayudarle a quitarse el abrigo era el francés aquél que se quedó en casa a dormir. El pobre no tenía dónde dormir. ¿Se llamaba Mallarmé? No lo recuerdo bien. Tiene cara de llamarse Mallarmé, eso no puede ponerse en duda. Era un tipo de honor, un gran caballero. Pero no entiendo qué hace con ella, y menos en mi ciudad. ¿Qué hace en mi ciudad con esa chica? Él lo sabía todo, sabía todo lo que sucedió. Menudo traidor. Ahora que lo pienso era un gran cretino, una escoria de hombre. Sí, recogiendo en mi memoria lo recuerdo. Era pestilente y miserable. Es pestilente y miserable. Debería levantarme de la silla, delante de todos, delante de Miles Davis, y lanzarle un buen puñetazo en la cara. Sería de improvisto y justo a la altura del mentón y explotaría seguramente una luz blanca. Rezaría para que no reaccionase, es mil veces más corpulento que yo. Malditos franceses.

¿Qué le pasa a esta cerveza? Sabe a agua. Maldición, todo me ha abandonado. Todo menos Miles Davis.

No me sale bien el conteo de sílabas y la servilleta se me está rompiendo, no tengo otro sitio para escribir. Creo que es algo grande. Este poema es una maravilla, pero no soy capaz de hacerle una métrica perfecta. Menudo fracaso. Otra derrota para Rimbaud, con el marcador abultado y apostando por ganar. Menudo iluso Rimbaud, déjalo, ríndete. Mañana la resaca te vencerá de nuevo y será el mejor momento para dejarlo todo, buscarte un trabajo, estudiar alguna carrera de esas que dan dinero de verdad y seguir con una vida digna. No puedes venderte a empresas intangibles, no eres un pájaro que huye cada cierto tiempo de la adversidad, eres simplemente un fracasado. Coge el poema, léelo, está genial a pesar de ese par de versos que no cuadran, por lo que ya no puedes decir que esté bien, puedes decir que lo estás reparando, pero contigo mismo no puedes hacer lo mismo. Quien sea que te construyese te especializó en cagarla. No Rimbaud, soy un hombre valiente, y el único motivo puro es este. Todo lo demás son patrañas. Si tengo que morir deseo que sea así. Bueno, espero que bebiendo algo mejor que esta mierda de brebaje.

El camarero tiene la misma cara de hijo de puta de siempre, me he preguntado miles de veces el porqué de su expresión. Es posible que nadie se preocupe por las mañanas de él, aunque no sería raro, cierra este sitio de madrugada. En todo caso se preocuparían por la tarde. Le dejan beber todo lo que quiere durante la noche, la otra camarera probablemente se la esté chupando y escucha a Miles Davis justamente ahora, delante de sus narices de gilipollas. Oiga, póngame una copa porque la cerveza es una jodida asquerosidad. No me mire así como mira a todo el mundo, yo soy el maldito señor Rimbaud, espero que entienda lo que significa eso. Soy el mejor escritor de todos los tiempos, merezco una mirada especial, y sabe que soy una persona poco exigente y comprensible. Póngame un maldito Jack Daniel’s y cállese. No, no tengo nada publicado aún, pero lo tendré, verá con sus propios ojos cómo el éxito me limpia los zapatos con betún todos los domingos por la mañana. Sí, lo verá, y le aseguro que no beberé cerveza tan mala como esta, se lo garantizo. No trate de ofenderme, no puede. Póngame ese maldito Jack Daniel’s. Me da igual que sea más caro, me la suda, póngamelo de una puta vez y cambie esa expresión de mierda que tiene en la puta cara. Sus hijos con su cara de gilipollas me estudiarán en los colegios, estudiarán poemas que hablaran de su cara de gilipollas. La cara del gilipollas, le gusta el título, lo sé.

Rigoletta sigue con ese bastardo de Mallarmé. No lo entiendo, debe tratarse de un complot para fastidiarme. Que les jodan, me bebo esto y me largo de aquí.

Rimbaud eres un gilipollas, deja que todo te afecte, que una tía italiana con un tío francés te jodan la noche. No, no, voy a casa a terminar ese maldito poema, tengo un par de cosas, un par de ideas que podrían encajar, aunque creo que se perdería algo de la magia que hay. Eres un maldito mentiroso y un cobarde, a mí no puedes mentirme, capullo. No te miento, sabes que te digo la verdad, ese poema puede ser una bomba atómica o un leve susurro, y tengo que darle la forma a la escultura. No te intentes engañar. Siempre digo la verdad, no me jodas, incluso cuando miento. Mientes a los espejos, incluso a tu sombra.

¿Qué hace ese crío en la puerta de su casa a estas horas? Estará esperando a alguien seguramente, aunque a saber a quién. Puede que esté esperando a la guerra, eso sería magnífico. Algún día llegará chico, no creo que necesites esperar mucho.

 

relato Adrián

Adrián Martín del Pino. Es un joven autor, estudiante de Historia en la universidad de Almería. Ha publicado en el último año un par de reseñas musicales, así como otro par de relatos cortos, en la revista literaria Drugstore.

Contactar con el autor: ad.martin.dp [at] gmail [dot] com

📷 Ilustración relato: Fotografía por Daria Nepriakhina 🇺🇦 / Pixabay [CCO dominio público]

 

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