poemas por
Giovanni Bracco
Seguía tus pasos grises y azulados
también por las aceras
de Buenos Aires
esa noche que tu deseo de irte
encontró el pasaje favorable.
Y de tan lejos,
si buscaba tus manos
grandes y tensas, pero tolerantes,
se abría, desde distancias
irreversibles,
el paso a una nueva intimidad
entre el mundo y yo,
sin esas manos tuyas,
ni siquiera un pensamiento ordenado
para imitar.
Sin que yo lo supiera, me forjó
esa concentración en el silencio.
No recuerdo de ti una caricia.
Estás en el aroma
de grasa en el taller
de orujo y tierra de castaño.
Adiós, nonino
Seguivo le tue orme grigioazzurre
anche sui marciapiedi a Buenos Aires
la sera che la tua voglia di andartene
trovò il varco propizio. E da tanto
lontano, se cercavo le tue mani
grandi, tese, ma in fondo tolleranti,
si apriva da distanze irreversibili
il passaggio a una nuova intimità
tra me e il mondo, senza le tue mani
e un pensiero ordinato da imitare.
Senza che lo sapessi mi ha formato
la tua concentrazione nel silenzio.
Non ricordo di te una carezza.
Sei nel profumo di unto in officina,
di vinaccia e di terra di castagno.
II
Si el abuelo me llevaba con él,
yo era feliz. Mi abuelo me contaba
y me enseñaba, pero
hablaba solo cuando
parecía necesario. El abuelo
está en dos fotos: mientras,
orgulloso, trasvasa damajuanas;
sentado, de perfil, en blanco y negro,
frente a cobertizo de viñedo,
absorto; no recuerdo una sonrisa,
rara vez un destello de alegría.
Me preguntó, incluso
la ultima vez, acerca de la viña.
Escuchaba mi voz
de adulto y me daba
vergüenza hablar porque había perdido
mi papel apropiado
de niño. Ahora estoy en una fase
de la vida en la que el vacío se extiende
detrás de mí. Pero la luna blanca
siempre sube igual
a espaldas del molino.
II
Se nonno mi portava ero contento.
Nonno mi raccontava e mi insegnava,
ma non parlava più del necessario.
Nonno sta tutto in due fotografie:
fiero mentre travasa damigiane,
seduto di profilo in bianco e nero
davanti alla casetta della vigna,
assorto – non ti ho mai visto sorridere,
un lampo di allegria le rare volte.
Anche l’ultima volta
mi chiese della vigna al Cupunciello.
Io sentivo la mia voce da adulto
e provavo imbarazzo nel parlare
perché avevo perduto
il mio ruolo appropriato di fanciullo.
Ora sono ad un punto della vita
in cui si allarga il vuoto alle mie spalle.
Ma si alza sempre uguale
la luna bianca dietro al sansificio.
III
Madre
La mano blanca sobre
la cama blanca: y ahora
estamos solos en la habitación
en la que vienes a morir.
Estabas
desafinada y no me cantaste.
Tomé y me encantaron muchas cosas,
incluso alejándome
de tu juicio y con cierto esfuerzo.
Pero curiosidad
del mundo y ambición
les debo por entero a tus ojos
dulces y expresivos,
una ansia optimista del futuro
(además, a usted no le gustaba
cavar en el pasado).
Tuve tiempo
de decirte que habías sido muy buena,
una madre ejemplar
y con la prontitud cautivadora.
Luego, cuando no hemos más hablado,
levantaste la mano blanca un poco,
señalando un punto indefinido.
(La madre)
La mano bianca sopra il letto bianco:
ed ora siamo soli nella stanza,
la stanza in cui si viene per morire.
Eri stonata e non mi hai dato il canto,
ho preso e amato cose anche staccandomi
dal tuo giudizio, e con qualche fatica.
Ma la curiosità del mondo e l’ambizione
li devo per intero a quei tuoi occhi
dolci e mobilissimi, un’ansia
positiva del dopo (a te, peraltro,
non piaceva scavare nel passato).
Ho fatto in tempo a dirti ch’eri stata
molto brava, una madre esemplare,
anche per la prontezza trascinante.
Poi quando non abbiamo più parlato,
la mano bianca si è levata un poco
additandomi un punto indefinito.
IV
A mi padre
Tenías solo un modo de besarme
y, junto con tus besos, cada vez
dirigías a mí
una mirada en la que fluía
una sonrisa líquida
y una leve expresión de gratitud
silenciosa, como
si yo fuera un regalo.
Ahora que estoy moldeado
por tu ejemplo como intelectual,
no como padre, y todavía me enfrento
a pruebas laboriosas,
sucede con frecuencia
que dibujo a reservas de miradas
sobre mí, bendicientes,
la huella de tus besos en la frente.
A mio padre
Avevi un solo modo di baciarmi
e dal primo all’ultimo i tuoi baci
furono accompagnati da uno sguardo
in cui affluiva un liquido sorriso
e l’espressione appena accennata
di una silenziosa gratitudine,
come se io fossi un dono.
Ora che son plasmato sul tuo esempio
– ma di intellettuale, non di padre –
e sono ancora in faccia a prove dure,
capita di frequente che io attinga
a riserve di sguardi
posati su di me, benedicenti,
l’impronta dei tuoi baci sulla fronte.
Giovanni Bracco. Periodista y poeta italiano. Ha publicado cuatro libros de poemas con la editorial La Vita Felice, de Milano, y poemas en las revistas Nuovi Argomenti y Poeti e Poesia. Sus poemas traducidos al español han sido recibidos por las revistas Katabasis y Zéjel y, traducidos al inglés, por la revista The Blue Moon Literary and Art Review (California).
Contactar con el autor: giovanni.bracco [at] ilsole24ore [dot] com
Ilustración poemas: Buenos Aires – Bandoneon tango player (detalle), Jorge Royan / http://www.royan.com.ar, via Wikimedia Commons
Revista Almiar (Margen Cero™) • n.º 116 • mayo-junio de 2021 ✔
Comentarios recientes