La modernidad líquida y sus parias.
Zygmunt Bauman y Edward Snowden *
por
Adolfo Vásquez Rocca
1.- El Movimiento de los Indignados (15-M) y la globalización de la protesta
El movimiento de los indignados se originó en las redes del ciberespacio, y se le ha visto crecer en las calles de Europa, Estados Unidos, Asia y América Latina. Zygmunt Bauman señala algunos rasgos que caracterizan al movimiento de los indignados.
Las consignas de la rebelión y protesta pacífica tuvieron su versión española en los acampados de la Puerta del Sol (Madrid). Surge así la conocida manifestación del 15-M, días antes de las elecciones municipales en todo el país.
En su estado actual la indignación es un insumo para cineastas, literatos y artistas de la sociedad de la información y del espectáculo, así como para activistas políticos y movimientos anárquicos.
Los principios del movimiento de los indignados son el apartidismo es decir, el no reconocimiento de ninguna filiación a partidos políticos o sindicatos, el pacifismo, la horizontalidad y la transparencia. No aceptan ningún tipo de representatividad. Se constata la desaparición de los medios de representación directa. Se organizan a través de asambleas populares abiertas, celebradas en plazas o parques y está estructurado en diversas comisiones (Legal, Comunicación, Acción) y grupos de trabajo (Cultura, Educación, Política, Economía, Medio Ambiente, Migración y Movilidad). Nada reconocible en los viejos conceptos de la ciencia política o la sociología, más bien se trata de un movimiento espontáneo.
El músico Jorge González [1], líder y vocalista de Los Prisioneros, es quien mejor lo describe en su emblemática canción No necesitamos banderas [2]:
Con la autoridad que nos da el buen juicio/ y en pleno uso de nuestra razón/ declaramos romper de forma oficial/ los lazos que nos pudieron atar alguna vez/ a una institución o forma de representación/ que nos declare parte de su total/ con toda honestidad y con la mente fría renegamos de cualquier cordón/ ya todas las divisas nos dan indiferencia/ renegamos de cualquier patrón/ se llame religión, se llame nacionalidad/ no queremos representatividad./ No necesitamos banderas/ no reconocemos fronteras/ no aceptaremos filiaciones/ no escucharemos mas sermones./ Es fácil vegetar, dejar que otros hablen/ y decir “ellos saben más que yo”/ ponerse una insignia, marchar detrás de un líder/ y dejar que nos esgriman como razón/ no vamos a esperar, la idea nunca nos gustó/ ellos no están haciendo lo que al comienzo se pactó […].
En el origen de las inestabilidades sociales y políticas actuales se encuentra el hecho de que las fuerzas económicas son globales, pero los movimientos ciudadanos se mantienen anclados en lo local y/o nacional con insuficiente coordinación internacional. En la base de esta disonancia está la evolución desigual de la globalización, muy rápida en economía, ciencias y tecnologías comunicacionales, pero lenta en estructuras políticas globales, gobierno internacional, equidad y reconocimiento recíproco de valores y experiencias entre distintas sociedades y civilizaciones.
Fenómenos como el hiper-individualismo y la fragilidad de los vínculos humanos dejan entrever cómo las sociedades telemáticas dan lugar a nuevas formas de fuga y ausencia del mundo, a un malestar cultural, donde hombres escindidos entre la agresión y el temor, experimentan derivas identitarias y zozobras existenciales ante la exacerbación del consumo, la alienación del trabajo y el terror difuso de las ciudades del pánico. El movimiento de los indignados es un fenómeno emocional y reactivo de gentes que se sienten solas y amenazadas por la pérdida del empleo, la disminución del sueldo, la dificultad de adaptación al riesgo. En su origen la crisis tiene su principal causa en «la disociación entre las escalas de la economía y de la política» [3]. Las fuerzas económicas son globales y los poderes políticos, nacionales. Esta descompensación que arrasa las leyes y referencias locales convierte la creciente globalización en una fuerza nefasta. De ahí, efectivamente, que los políticos aparezcan como marionetas o como incompetentes, cuando no como corruptos, y, en efecto, muchas veces lo son.
El modelo capitalista obedece a los intereses de las transnacionales, una súper-estructura frente a la que los gobiernos locales son permeables y serviles, cuando no cómplices y accionistas, sin tener en cuenta la devastación social que generan. Es significativo que esto ya lo advirtiera Salvador Allende [4] —Presidente mártir— de Chile ante el foro de las Naciones Unidas en 1972:
[…] Vengo de Chile, un país pequeño, pero donde hoy cualquier ciudadano es libre de expresarse como mejor prefiera, de irrestricta tolerancia cultural, religiosa e ideológica, donde la discriminación racial no tiene cabida. Un país con una clase obrera unida en una sola organización sindical, donde el sufragio universal y secreto es el vehículo de definición de un régimen multipartidista, con un Parlamento de actividad ininterrumpida desde su creación hace 160 años, donde los tribunales de justicia son independientes del Ejecutivo, en que desde 1833 sólo una vez se ha cambiado la carta constitucional, sin que ésta prácticamente jamás haya dejado de ser aplicada. Un país donde la vida pública está organizada en instituciones civiles, que cuenta con Fuerzas Armadas de probada formación profesional y de hondo espíritu democrático. Un país de cerca de diez millones de habitantes que en una generación ha dado dos premios Nobel de Literatura, Gabriela Mistral y Pablo Neruda, ambos hijos de modestos trabajadores. En mi patria, historia, tierra y hombre se funden en un gran sentimiento nacional. Pero, Chile es también un país cuya economía retrasada ha estado sometida e inclusive enajenada a empresas capitalistas extranjeras, que ha sido conducido a un endeudamiento externo superior a los cuatro mil millones de dólares, cuyo servicio anual significa más del 30% del valor de sus exportaciones; un país con una economía extremadamente sensible ante la coyuntura externa, crónicamente estancada e inflacionaria, donde millones de personas han sido forzadas a vivir en condiciones de explotación y miseria, de cesantía abierta o disfrazada […].
»… Estamos ante un verdadero conflicto frontal entre las grandes corporaciones y los Estados. Éstos aparecen interferidos en sus decisiones fundamentales —políticas, económicas y militares— por organizaciones globales que no dependen de ningún Estado y que en la suma de sus actividades no responden ni están fiscalizadas por ningún Parlamento, por ninguna institución representativa del interés colectivo. En una palabra, es toda la estructura política del mundo la que está siendo socavada.
»Pero las grandes empresas transnacionales no sólo atentan contra los intereses genuinos de los países en desarrollo, sino que su acción avasalladora e incontrolada se da también en los países industrializados donde se asientan. Ello ha sido denunciado en los últimos tiempos en Europa y Estados Unidos, lo que ha originado una investigación en el propio Senado norteamericano. Ante este peligro, los pueblos desarrollados no están más seguros que los subdesarrollados. Es un fenómeno que ya ha provocado la creciente movilización de los trabajadores organizados, incluyendo a las grandes entidades sindicales que existen en el mundo. Una vez más, la actuación solidaria internacional de los trabajadores, deberá enfrentarse a un adversario común: el imperialismo… [5]
La incertidumbre en que vivimos se corresponde a transformaciones como el debilitamiento de los sistemas de seguridad que protegían al individuo y la renuncia a la planificación de largo plazo: el desarraigo afectivo se presenta como condición del éxito. Esta nueva (in)sensibilidad exige a los individuos flexibilidad, fragmentación y compartimentación de intereses y afectos, se debe estar siempre bien dispuesto a abandonar compromisos y lealtades. Bauman se empeña en mostrar cómo la esfera comercial lo impregna todo, que las relaciones se miden en términos de costo y beneficio —de «liquidez» en el estricto sentido financiero.
El movimiento de los indignados se originó en las redes del ciberespacio, y se le ha visto crecer en las calles de Europa, Estados Unidos, Asia y América Latina. Zygmunt Bauman señala algunos rasgos que caracterizan al movimiento de los indignados:
En primer término señala que es fuerte en emociones y consignas, pero muy débil en el plano de las ideas. Segundo, que en el origen de las inestabilidades sociales y políticas actuales se encuentra el hecho de que las fuerzas económicas son globales, pero los movimientos ciudadanos se mantienen anclados en lo local o nacional. En la base de esta disonancia está la evolución desigual de la globalización [6], muy rápida, como decíamos más arriba, en economía, ciencias y tecnologías comunicacionales, pero lenta en estructuras políticas globales, gobierno internacional y equidad. El movimiento de los indignados nace en el interior de este desajuste e intenta llenar la ausencia de una expresión ciudadana global frente a la globalidad de los mercados. A lo anterior se une la legítima indignación al ver que para intentar salir de la crisis financiera los Gobiernos salvan a los banqueros sacrificando a las clases sociales medias y a los trabajadores. Socializan las perdidas y privatizan las ganancias. En una economía global, en la que los capitales financieros circulan a gran velocidad y cambian de manos con frecuencia y que ofrece productos financieros altamente sofisticados y automatizados, no todos los inversores conocen la naturaleza última de la operación contratada.
En tercer término, la sociedad global experimenta además un proceso de reconfiguración socio-económica y cultural cuyas dimensiones y consecuencias concretas son mucho más profundas a las imaginadas por los indignados. En este proceso de transformación del Mundo interior del Capital [7] —como denomina Sloterdijk a esta esfera política-religiosa y económica—, imbricada en la lucha de los tres monoteísmos a la que pertenecen las revoluciones en el mundo árabe, el conflicto israelí-palestino, el atmoterrorismo [8], la guerra en Afganistán, la gestión del pánico como argumento central de la política.
En cuarto lugar, la crisis económica y financiera en Estados Unidos a partir de las hipotecas subprime y la especulación inmobiliaria, generada por la desconfianza crediticia, que se extiende a las hipotecas basura europeas y se evidencia con la crisis bursátil que adviene y que —generalmente— se considera el detonante de la crisis financiera de 2008 y de la crisis de la Burbuja inmobiliaria. La crisis hipotecaria ha traído numerosas quiebras financieras, nacionalizaciones bancarias, constantes intervenciones de los Bancos centrales de las principales economías desarrolladas, profundos descensos en las cotizaciones bursátiles y un deterioro de la economía global real, que ha supuesto la entrada en recesión de algunas de las economías más industrializadas del Globo.
A ello debe sumarse el encuentro-desencuentro de civilizaciones, la crisis de la Unión Europea, la reforma del capitalismo o la evolución del reformismo chino. En tal contexto los indignados están muy lejos de ser el centro dinamizador del mundo o el eje sin el cual todo se disgrega, ellos son una pequeña parte de una transformación que en sus contenidos y formas supera por mucho los enunciados de sus lemas y consignas.
En este punto, los indignados se presentan como ejemplo de igualitarismo colectivista frente al exceso de individualismo en las sociedades estadounidense y europeas. Se «sienten iguales» entre sí, y buscan construir un movimiento horizontal, sin liderazgos verticales, donde todos se sometan a la voluntad colectiva de la indignación. Este igualitarismo, sin embargo, es una ficción, como lo son los conceptos de «voluntad colectiva» y de ausencia de liderazgos verticales. Los indignados no son iguales entre sí, en ellos hay dirigentes y dirigidos, cada uno lleva al movimiento una carga biográfica intransferible y condiciones educativas y económicas diferenciadas, al tiempo que el vocablo «voluntad colectiva» no elimina la necesidad de que alguien o algunos (los dirigentes) se arroguen el derecho de personalizar esa supuesta voluntad como si la misma pudiera objetivarse.
Sin embargo, uno de los grandes secretos protegidos por los sumos sacerdotes del capitalismo [9] —que el hombre puede vivir sin el control de autoridades auto-erigidas que nos manipulen activando miedos ancestrales—, se mantiene ahora, al igual que antaño: somos esclavos de unos pocos, los cuáles han ido perfeccionando con el paso del tiempo la «concentración del poder» por parte de una siniestra casta llamada «la clase política», una cofradía de ineptos que aseguran sus reelecciones, tanto como el nepotismo. El poder no se transfiere del poder político, al religioso y de allí al militar, en un proceso que según RusselI [10] se retroalimenta, pertenece así solo a unas pocas familias que viven en un SU estado de Derecho Natural y maximizando SU propiedad privada y la expansión de SUS negocios protegidos de impuestos en algún paraíso fiscal, cuya única razón de ser son el fraude.
2.- Individualismo, mercancía y el repertorio ideológico de la desinhibición
La caracterización de la fase tardía de la modernidad como un «tiempo líquido» —la expresión, acuñada por Zygmunt Barman [11]— da cuenta del tránsito de una modernidad «sólida» —estable, repetitiva— a una «líquida» —flexible, voluble— en la que los modelos y estructuras sociales ya no perduran lo suficiente como para enraizarse y gobernar las costumbres de los ciudadanos y en el que, sin darnos cuenta, hemos ido sufriendo transformaciones y pérdidas como el de la duración del mundo y sus objetos, vivimos bajo el imperio de la caducidad [12] y la seducción; de la acumulación no funcional y del individualismo exacerbado —fenómenos que han determinado una nueva configuración de las relaciones «humanas», tornándolas precarias, transitorias y volátiles. Un momento en que se renuncia a la memoria como condición de un tiempo post-histórico.
En la cultura posmoderna se acentúa un individualismo extremo, una nueva ética permisiva y hedonista; al servicio del culto al deseo y de su realización inmediata, una ideología del bienestar que el Estado debiera garantizar. Vivimos un momento de «consignas» cosméticas [13], reactivo al desencanto, indignados sin tolerancia a la frustración. El principio personalizador, que se articula como democratización del consumo de modelos por la vía de la serialidad y la ética novedosa del crédito y la acumulación no productiva. Hoy el glamour de las mercancías aparece como nuestro paisaje natural, allí nos reconocemos y nos encontramos con «nosotros mismos», con nuestros ensueños de poder y ubicuidad, con nuestras obsesiones y delirios, con los desperdicios psíquicos en el escaparate de la publicidad —verdadero espejo que nos devuelve nuestra imagen deformada— una verdadera summa espiritual de nuestra civilización, el repertorio ideológico de la desinhibición.
La sociedad de consumo supone la programación de lo cotidiano; manipula y determina la vida individual y social en todos sus intersticios; todo se transforma en artificio e ilusión al servicio del imaginario capitalista y de los intereses de las clases dominantes. El imperio de la seducción y de la obsolescencia; el sistema fetichista de la apariencia y alienación generalizada. La construcción del sentido social se desplaza del espacio de la política, hacia un mundo que no tiene historia, solo pantalla. Son las nuevas formas de producción, las de un nuevo universo simbólico en donde se resignifican las viejas utopías mediante un proceso de descontextualización que las convierte en imágenes sin historia; en mercancías.
En esos mismos medios de comunicación se desplazan hoy los actores políticos jugando su rol hegemónico en la construcción de sentido en tanto perpetran el secuestro de nuestra moral. La fe pública violada ha creado las condiciones para el desprestigio de lo político y con ello el de nuestras instituciones, así como de las complejas organizaciones transnacionales que son el poder detrás del poder y que se articulan según un modelo gansteril. Nuestra vida cotidiana esta así signada por las abusivas relaciones mercantiles que nos agobian con deudas e insomnio.
Por su parte hace más de diez años, Bin Laden y su socio fáctico, el ex presidente norteamericano George W. Bush, globalizaron el terrorismo de masas y la represión a escala mundial. Exactamente una década después, el movimiento de los indignados ha globalizado la protesta social y el hartazgo ante un modelo de depredación social, de abuso y de consumo cuyo control está reservado a una élite violenta e impune. Las protestas que sacaron a la calle a miles de personas en todo el mundo vienen a darle cuerpo a una corriente moral y política cuyos precursores proponen modelos alternativos al encarnizado sistema neoliberal. Del mismo modo la industria financiera desempeña un papel muy importante en el discurso antisistémico actual, la crítica se ha focalizado en la decisión de los gobernantes de Estados Unidos y de otras Naciones ricas de cubrir a los banqueros, a fin de evitar supuestos males mayores, al mismo tiempo que éstos, pese a todo, no cambiaban su esplendoroso nivel de vida.
3.- Individualismo hedonista y bulímico; Del homo economicus al homo consumens
Tal vez Lipovetsky tenga razón al señalar que «no vivimos el fin de la modernidad, sino por el contrario, estamos en la era de la exacerbación de la modernidad, de una modernidad elevada a una potencia superlativa. Estamos en una era “híper”: hipercapitalista, de hiperpotencias, hiperterrorismo, hipervacaciones, hiperindividualismos, hipermercados…» [14]. De modo que lo que nos tiene que preocupar es la fragilización de los individuos. El individuo hipermoderno es libre, pero frágil y vulnerable. Disfruta de su individualismo hedonista y bulímico, pero vive angustiado por la ausencia de referencias.
La modernidad líquida es una figura del cambio y de la transitoriedad: «los sólidos conservan su forma y persisten en el tiempo: duran, mientras que los líquidos son informes y se transforman constantemente: fluyen. Como la desregulación, la flexibilización o la liberalización de los mercados».[15]
Zygmunt Bauman muestra cómo la esfera comercial lo abarca todo, cómo las relaciones, «los riesgos y angustias de vivir juntos y separados», son siempre pensadas en términos de costos y beneficios, de conveniencia. El homo economicus y el homo consumens definen y conforman la sociedad de mercado. Frente a ellos, el homo sacer, los habitantes de los campos de refugiados, «obstinada permanencia de lo efímero, que puede convertirse un día en el hábitat común y corriente de todos los habitantes de un planeta repleto y globalizado». [16]
Asistimos a lo que Bauman llama el desvanecimiento de todo lo sólido en el aire y la permanencia de todo lo líquido en la realidad [17]. El desencanto(s) que ya analizamos, tiene implicaciones no solo en la constitución social sino que incide directamente en todas las manifestaciones sociales. La ausencia de algo definitivo en el centro de la vida empuja a buscar una satisfacción momentánea en excitaciones, satisfacciones en actividades continuamente nuevas, lo que nos induce a una falta de quietud y de tranquilidad (hasta velar por la seguridad quita la tranquilidad) que se puede manifestar como el tumulto de la gran ciudad, la manía de los viajes, la lucha despiadada contra la competencia, la falta específica de fidelidad moderna en las esferas del gusto, los estilos, las relaciones. La ambivalencia parece ser el estatuto (el espacio vital) de la recomposición cultural propia de la era de la globalización.
El incremento del individualismo y el incremento de la protección de las formas de la vida privada —de la propiedad privada, del domicilio privado— se ve reforzado por el desarrollo de la tecnología digital, con su posibilidades telemáticas. La proliferación de los computadores personales en los hogares medios del continente está alterando drásticamente los modos de convivencia o de enclaustramiento en nichos personales, estaciones de trabajo, o búnkeres del entretenimiento solitario. Una expansión muy parecida a la de los televisores hace 5 o 6 décadas.
La exploración de nuevos mundos, el vértigo de las nuevas carreteras de la información nos permiten traspasar fronteras y gozar de una hiperconectividad que propicia la comunicación con alejados individuos de todo el orbe, pero que paradojalmente limita nuestros lazos afectivos familiares y fragmenta nuestros espacios de relación cotidiana. La complejidad del ser humano se disgrega en un contacto instrumental que rehuye la franquicia del cara a cara.
La relación de alteridad, cara a cara, a la que también se refiere Levinas, es una relación ética originaria, fundante de la afectividad y que se expresa a través de la imagen, a través del rostro que me mira y me reclama, sin que pueda olvidarle, sin que pueda dejar de ser responsable de su miseria. [18]
Así, para Levitas [19] el rostro, y en particular la mirada, es el principio de la conciencia emotiva, ya que la identidad solo puede constituirse a partir de la mirada del otro; frente a ella develamos nuestra frágil desnudez, nos volvemos vulnerables y comprensibles, somos traspasados; el ser humano no puede entenderse ni ser entendido sino en una compleja red de relaciones, constituidas por miradas que se entrecruzan con otras, en un entorno amueblado por signos identitarios de diverso orden y registro, por la fisonomía del rostro, por el acento de un gesto facial. Llega un momento en que «los individuos se retiran habitualmente del campo de intercambio de miradas —que los griegos siempre comprendieron también como campo de intercambio de palabras— a una situación donde ya no necesitan el complemento de la presencia de los otros, sino que, por decirlo así, son ellos mismos los que pueden complementarse a sí mismos».
Internet se convierte así en un simulacro del encuentro persona a persona en una sociedad donde rozarse en un supermercado o acariciar por la calle al niño de otro puede dar motivos respectivamente para disculparse o para ser sospechoso de desorden sexual.
En lugar de «relaciones», en la modernidad líquida, debe hablarse de conexiones. A diferencia de «relaciones» o «pareja» y categorías semejantes que enfatizan el compromiso mutuo y excluyen su opuesto, el descompromiso, la «red» representa una matriz que conecta y desconecta a la vez. No es sino el solipsismo de la navegación por la Web.
Bauman en su análisis de las relaciones humanas en la sociedad globalizada, profundiza en las paradojas del eros contemporáneo, siempre temeroso de establecer lazos fuertes. La angustia ambivalente del querer «vivir juntos y separados» es lo que constituye la actual condición humana, la del sexo sin compromiso de las parejas semiadosadas.
4.- Vidas desperdiciadas y comunidades desespiritualizadas: La modernidad y sus parias
Junto al individualismo podemos reconocer también como nota característica de nuestras sociedades del consumo, la alienación del trabajo y la degradación de los sin empleo. Bauman se vale de conceptos tan provocadores como el de «desechos humanos» para referirse a los desempleados (parados), que hoy son considerados «gente superflua, excluida, fuera de juego». Hace medio siglo los desempleados formaban parte de una reserva del trabajo activo que aguardaba en la retaguardia del mundo laboral una oportunidad. Ahora, en cambio, dado el desarrollo tecnológico «se habla de excedentes, lo que significa que la gente es superflua, innecesaria, porque cuantos menos trabajadores haya, mejor funciona la economía». Para la economía sería mejor si los desempleados desaparecieran. De acuerdo a esta racionalidad utilitarista, en la actual producción social los ciudadanos pobres se corresponderían con los residuos que las fábricas vierten en sus entornos creando tasas de contaminación. Los pobres son detritus, se abandonan como stocks improductivos en las aceras, quedan quietos en las esquinas de las barriadas periféricas. Se alcoholizan en los suburbios, forman parte del aire tóxico de los cordones industriales. Están ahí como parte del sistema competitivo. Materialmente son un efecto de la producción, moralmente son una consecuencia que el escrutinio del mercado aplica sobre la heterogeneidad de los seres humanos. [20]
Para Bauman la pobreza no se reduce, sin embargo, a la falta de comodidades y al sufrimiento físico. Es también «una condición social y psicológica puesto que el grado de decoro se mide por los estándares establecidos por la sociedad, la imposibilidad de alcanzarlos es en sí misma causa de zozobra, angustia y mortificación». Ser pobre significa estar excluido de una vida normal generando sentimientos de culpa y vergüenza, reduciendo la autoestima, se cierran las puertas para una vida feliz. La «vida normal» es la de los consumidores que pueden elegir entre las diferentes oportunidades, brindándoles sensaciones placenteras [21]. La consecuencia es resentimiento y malestar, sentimientos que, al desbordarse, se manifiestan en forma de actos agresivos o auto-destructivos, o de ambos a la vez.
Es el Estado del desperdicio, el pacto con el diablo: la decadencia física, la muerte es una certidumbre que azota. [22]
El alto grado de competitividad en la vida social, en las confrontaciones deportivas, en las carreras universitarias de mayor prestigio, en el consumo, se corresponde con la agresividad del talante empresarial que domina nuestras sociedades.
El amor, y también el cuerpo, decaen. El cuerpo no es una entelequia metafísica de nietzscheanos y fenomenólogos. No es la carne de los penitentes ni el objeto de la hipocondría dietética. Es el jazz, el rock, el sudor de las masas. Contra las artes del cuerpo, los custodios de la vida sana hacen del objeto la prueba del delito. La «mercancía», el objeto malo de Mélanie Klein [23] aplicado a la economía política, es la extensión del cuerpo excesivo. Los placeres objetables se interpretan como muestra de primitivismo y vulgaridad masificada.
¿Quién soy? Esta pregunta solo puede responderse hoy de un modo delirante, pero no por el extravío de la gente, sino por la divagación infantil de los grandes intelectuales. Para Bauman la identidad en esta sociedad de consumo se recicla. Es ondulante, espumosa, resbaladiza, acuosa, tanto como su monótona metáfora preferida: la liquidez. ¿No sería mejor hablar de una metáfora de lo gaseoso? Porque lo líquido puede ser más o menos denso, más o menos pesado, pero desde luego no es evanescente. Sería preferible pensar que somos más bien densos —como la imagen de la Espuma que propone Sloterdijk para cerrar su trilogía Esferas—, allí, con la implosión de las esferas, se intenta dar cuenta del carácter multifocal de la vida moderna, de los movimientos de expansión de los sujetos que se trasladan y aglomeran hasta formar espumas donde se establecen complejas y frágiles interrelaciones, carentes de centro y en constante movilidad expansiva o decreciente [24]. La imagen de la espuma [25] es funcional para describir el actual estado de cosas, marcado por el pluralismo de las invenciones del mundo, por la multiplicidad de micro-relatos que interactúan de modo agitado, así como para formular una interpretación antropológico-filosófica del individualismo moderno. Con ello Espumas responde a la pregunta de cuál es la naturaleza del vínculo que reúne a los individuos, formando lo que la tradición sociológica llama «sociedad» el espacio interrelacional del mundo contemporáneo.
Nuestras comunidades son artificiales, líquidas, frágiles; tan pronto como desaparezca el entusiasmo de sus miembros por mantener la comunidad ésta desaparece con ellos. No es posible evitar los flujos, no se pueden cerrar las fronteras a los inmigrantes, al comercio, a la información, al capital. Hace un año miles de personas en Inglaterra se encontraron repentinamente desempleadas, ya que el servicio de información telefónico había sido trasladado a la India, en donde hablan inglés y cobran una quinta parte del salario.
Referencias y artículos relacionados:
– VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, ZYGMUNT BAUMAN: MODERNIDAD LÍQUIDA Y FRAGILIDAD HUMANA, En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas – Universidad Complutense de Madrid, N.º 19 – 2008 (I), pp. 309-316.(www.ucm.es/info/nomadas/19/avrocca2.pdf)
– VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, SLOTERDIJK: PSICOPOLÍTICA DE LOS BANCOS DE IRA, APOCALIPSIS Y RELATOS ESCATOLÓGICOS; DEL FUNDAMENTALISMO ISLÁMICO A LOS ESPECTROS DE MARX , En REFLEXIONES MARGINALES, N.º 22 – 2014, Revista de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México UNAM, ISSN 2007-850
(reflexionesmarginales.com)
– VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, INDIVIDUALISMO, MODERNIDAD LÍQUIDA Y TERRORISMO HIPERMODERNO; DE BAUMAN A SLOTERDIJK, En ERRANCIA, La Palabra Inconclusa – Revista de Psicoanálisis, Teoría Crítica y Cultura, N.º 3 © 2012, Universidad Nacional Autónoma de México UNAM.
www.iztacala.unam.mx/errancia/v3/errancia_3.html
– VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, PETER SLOTERDIJK: ESPUMAS, MUNDO POLIESFÉRICO Y CIENCIA AMPLIADA DE INVERNADEROS, En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas – UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID, N.º 18 – 2008, pp. 315 – 322.
(www.ucm.es/info/nomadas/18/avrocca.pdf)
– VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, HEIDEGGER Y PETER SLOTERDIJK Y WALTER BENJAMIN: ‘AIR CONDITIONING’ EN EL MUNDO INTERIOR DEL CAPITAL, En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas – Universidad Complutense de Madrid, N.º 22 | Enero-Junio.2009 (II) pp. 275-285
(www.ucm.es/info/nomadas/22/avrocca.pdf)
– VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, BAUDRILLARD; DE LA METÁSTASIS DE LA IMAGEN A LA INCAUTACIÓN DE LO REAL, En EIKASIA. Revista de Filosofía, OVIEDO, ESPAÑA. ISSN 1885-5679, año II, N.º 11 (julio 2007) pp. 53-59.
www.revistadefilosofia.com/11-02.pdf
– VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, BAUDRILLARD; CULTURA, SIMULACRO Y RÉGIMEN DE MORTANDAD EN EL SISTEMA DE LOS OBJETOS, En Cuaderno de Materiales, N.º 23, 2011, 705-714 / ISSN: 1139-4382, Universidad Complutense de Madrid UCM. www.filosofia.net/materiales/pdf23/CDM45.pdf
– VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, EL FUTURO DE LA UNIVERSIDAD PÚBLICA Y LA CRISIS DE LA EDUCACIÓN EN CHILE. En ARQCHILE.CL ©, Portal Latinoamericano de Arquitectura, ISSN 0718-431X, Concepción, ISSN 0718-431X Número 22, 2012 – Sección PEP Publicación Educación Pública.
www.arqchile.cl/publicacion_educacion_publica.htm
– VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, ZYGMUNT BAUMAN; MODERNIDAD LÍQUIDA Y FRAGILIDAD HUMANA, En Revista Observaciones Filosóficas – N.º 6 / 2008 – ISSN 0718-3712, PUCV.
www.observacionesfilosoficas.net/zygmuntbauman.html
– VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, PETER SLOTERDIJK: TEMBLORES DE AIRE, ATMOTERRORISMO Y CREPÚSCULO DE LA INMUNIDAD, En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas – Universidad Complutense de Madrid, | N.º 17 | Enero-Junio 2008 – 1.º / 1 | pp. 159-168.
www.ucm.es/info/nomadas/17/avrocca_sloterdijk3.pdf
Notas:
* Edward Snowden (1983) consultor tecnológico estadounidense, informante, antiguo empleado de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) y de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional). En junio de 2013, Snowden hizo públicos, a través de los periódicos The Guardian y The Washington Post, documentos clasificados como alto secreto sobre varios programas de la NSA, incluyendo los programas de vigilancia masiva PRISM y Xkeyscore. Snowden filtró documentos que prueban cómo el Gobierno de EEUU ha estado espiando a través de la NSA a millones de ciudadanos interceptando sus llamadas telefónicas y accediendo a sus datos personales a través de los servidores de grandes empresas como Microsoft, Apple, Yahoo, Facebook, YouTube o Skype.(The Guardian – The Washington Post).
[1] Jorge González: Vocalista, bajista, compositor, líder y cerebro del grupo de rock-pop chileno Los Prisioneros, una banda de letras contestatarias y musicalmente orientada hacia lo político, el punk, el ska, el new wave y el electropop. Su trayectoria con Los Prisioneros y como solista lo han posicionado como uno de los mejores cantautores de la música chilena, siendo comparado incluso con Víctor Jara y Violeta Parra.
[2] No necesitamos banderas es la octava pista del álbum La voz de los ’80 del grupo chileno Los Prisioneros. El 30 de octubre del año 2000, una grabación en vivo fue lanzada como sencillo promocional del álbum El cassette pirata.
[3] TOURAINE, Alain, Después de la crisis. Por un futuro sin marginación, Ed. Paidós, Estado y Sociedad, Madrid, 2011.
[4] Estados Unidos tiene una larga lista de intervenciones en el mundo y en especial en Latinoamérica. Chile no fue una excepción. Inmediatamente después de que el gobierno de Allende asumiera la alta magistratura, Estados Unidos procuró poner presión económica sobre Chile. Los documentos del Consejo Nacional de Seguridad estadounidense (NSA), más tarde pedidos que fueran desclasificados por el Presidente estadounidense Bill Clinton, incluyen el memorando de decisión N.º 93, con fecha 9 de noviembre de 1970, escrito por Henry Kissinger y dirigido a los jefes de los departamentos diplomático, defensa e inteligencia. Este documento declaró que la presión debería ser colocada en el gobierno Allende para prevenir su consolidación y limitar su capacidad de poner en práctica políticas contrarias a las de Estados Unidos e intereses hemisféricos, como la nacionalización total de Allende de varias empresas extranjeras y la industria de cobre. Expresamente, Nixon dijo que ningún nuevo compromiso de ayuda económicos bilateral fuera emprendido con el gobierno de Chile. [Uribe, Armando (1975). The Black Book of American Intervention in Chile (en inglés). Boston: Beacon Press].
[5] Discurso de Salvador Allende en la Asamblea General de las Naciones Unidas Naciones Unidas. Nueva York, 4 de diciembre de 1972, www.salvador-allende.cl/ Discursos/1972/NU.pdf
[6] RODRIK, Dani, La paradoja de la globalización. Democracia y el futuro de la economía mundial, Ed. Antoni Bosch, Barcelona, 2011.
[7] VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Heidegger y Peter Sloterdijk y Walter Benjamin: ‘Air Conditioning’ en el Mundo interior del Capital, En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas – Universidad Complutense de Madrid, N.º 22 | Enero-Junio.2009 (II) pp. 275-285.
(www.ucm.es/info/nomadas/22/avrocca.pdf)
[8] VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Peter Sloterdijk: Temblores de aire, atmoterrorismo y crepúsculo de la inmunidad, En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas – Universidad Complutense de Madrid, | N.º 17 | Enero-junio 2008 -1.º / 1 | pp. 159-168.
(www.ucm.es/info/nomadas/17/avrocca_sloterdijk3.pdf)
[9] El capital financiero y sus actividades especulativas y parasitarias son ley en sí mismos y para sí mismos. Esta cultura de la criminalidad y la ilegalidad en las finanzas encuentra su expresión en la política: las operaciones con aviones no tripulados ilegales (drones) y asesinatos llevados a cabo por el gobierno de Obama, incluyendo a ciudadanos estadounidenses; el espionaje masivo por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) y sus equivalentes en el mundo; y el fortalecimiento del aparato de un estado policial.
Recuérdese el caso Edward Snowden, ingeniero informático estadounidense, que en 2013 filtró los documentos que prueban cómo el Gobierno de EEUU ha estado espiando a través de la Agencia Nacional de Inteligencia (NSA) a millones de ciudadanos interceptando sus llamadas telefónicas y accediendo a sus datos personales a través de los servidores de grandes empresas como Microsoft, Apple, Yahoo, Facebook, YouTube o Skype. (The Guardian – The Washington Post). Finalmente, la composición actual de la economía mundial se basa en el crecimiento del militarismo, que está creando las condiciones para el estallido de una nueva guerra mundial.
[10] RUSSELL, B, El poder en los hombres y en los pueblos, Editorial Losada, 4.ª ed., Buenos Aires 1968. (Power. A new social analysis, Londres: George Allen &. Unwin, 1938).
[11] BAUMAN, Zygmunt, Modernidad líquida, Editorial Fondo de Cultura Económica, México DF, 2003.
[12] VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, > Baudrillard; Cultura, simulacro y régimen de mortandad en el Sistema de los objetos, en Cuaderno de Materiales, Universidad Complutense de Madrid, N.º 23 – 2012. www.filosofia.net/materiales/pdf23/CDM45.pdf
[13] LIPOVETSKY, Gilles, (1992) El Crepúsculo del Deber; La ética indolora de los nuevos tiempos democráticos, Colección Argumentos, Editorial Anagrama, Barcelona, 1998, pp. 95 – 97.
[14] LIPOVETSKY, Gilles, Los tiempos hipermodernos, Editorial Anagrama, Barcelona, 2006.
[15] BAUMAN, Zygmunt, Modernidad líquida, Editorial Fondo de Cultura Económica, México DF, 2003.
[16] BAUMAN, Zygmunt, Amor Líquido, Sobre la fragilidad de los vínculos humanos, Editorial: F.C.E. México, 2005.
[17] BAUMAN, Zygmunt, La sociedad sitiada, Editorial: F.C.E., Buenos Aires, 2004.
[18] VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Individualismo, modernidad líquida y terrorismo hipermoderno; de Bauman a Sloterdijk, En ERRANCIA, La Palabra Inconclusa – Revista de Psicoanálisis, Teoría Crítica y Cultura, N.º 3 © 2012, Universidad Nacional Autónoma de México UNAM.
[19] LÉVINAS, Emmanuel (1993). Entre nosotros: ensayos para pensar en otro. Editorial Pre-Textos, Valencia.
[20] VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Zygmunt Bauman: Modernidad Líquida y Fragilidad Humana, En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas – Universidad Complutense de Madrid, N.º 19 – 2008 (I), pp. 309-316.
[21] BAUMAN, Zygmunt, (2000) Trabajo, consumismo y nuevos pobres, Editorial Gedisa, Barcelona, 2003, p. 64.
[22] BAUMAN, Zygmunt, Vidas desperdiciadas: La modernidad y sus parias. Barcelona. Paidós Ibérica. 2005.
[23] Teoría de las relaciones objetales de Melanie Klein.
[24] VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Peter Sloterdijk: Espumas, mundo poliesférico y ciencia ampliada de invernaderos, En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas – UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID, N.º 18 – 2008, pp. 315 – 322.
www.ucm.es/info/nomadas/18/avrocca.pdf
[25] SLOTERDIJK, Peter, Esferas III, Espumas, Editorial Siruela, Barcelona, 2005.
Adolfo Vásquez Rocca. Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía PUCV. Profesor adjunto Escuela de Psicología UNAB. –Miembro Titular del Consejo Editorial Internacional de Errancia, Revista de Psicoanálisis, Teoría Crítica y Cultura –UNAM– Universidad Nacional Autónoma de México–. Profesor del Magister en Etnopsicología y Diplomado en Psicología Clínica «Psicopatología, subjetividad y cultura». Escuela de Psicología PUCV. Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado UNAB. Investigador Asociado y Profesor adjunto de la Escuela Matríztica de Santiago –dirigida por el Dr. Humberto Maturana. Consultor Experto del Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad (CNIC) Profesor Asociado al Grupo Theoria – Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado – UCM. Eastern Mediterranean University – Academia.edu. Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Ha publicado entre otros el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, N.º 28, Editorial de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España, 2008. Invitado especial a la International Conference de la Trienal de Arquitectura de Lisboa | Lisbon Architecture Triennale 2011. Traducido al Francés – Publicado en la sección Architecture de la Anthologie: Le Néant Dans la Pensée Contemporaine. Publications du Centre Français d’Iconologie Comparée CFIC, Bès Editions, París, © 2012. Profesor de Postgrado, Magister en Biología-Cultural, Escuela Matríztica de Santiago y Universidad Mayor 2013-2014.
Web del autor: www.danoex.net/adolfovasquezrocca.html
E-mail: adolfovrocca [at] gmail [dot] com
🖼️ Ilustración artículo: La incautación de lo real o el presagio de su ejecución, collage por Adolfo Vásquez Rocca ©, en Artelista.
👀 Leer (en Almiar) otros artículos de este autor: Pina Bausch; Danza Abstracta y Psicodrama Analítico | Modernidad líquida y fragilidad humana; de Zygmunt Bauman a Sloterdijk | W. Burroughs: la metáfora viral y sus mutaciones antropológicas | Facebook; del desprecio de las masas a la «sabiduría de las multitudes» | La posmodernidad; a 30 años de la condición postmoderna de Lyotard | La Invención de Morel; defensa para sobrevivientes
Revista Almiar – n.º 76 | septiembre-octubre de 2014 – MARGEN CERO™
Comentarios recientes