Prostíbulo (diario de Carolina)

por

Miguel Ángel Sánchez Valderrama

No paro de encender cigarrillos. Sé que es contaminante, mi pulmón estará más negro que el carbón, es una droga, es difícil quitarse del tabaco. Trato de autocontrolarme. Fumando menos. El prostíbulo más famoso de la ciudad. Pablo me ha hablado del prostíbulo. Con su prominente fachada. Sus grandes letreros luminosos, anuncian el Club... Los coches aparcan a montones en la plataforma. Como un gran hipermercado, supermercado del sexo. A elegir. Los machotes de la ciudad van al prostíbulo, lo dicen las prostitutas. En mi bloque de viviendas viven colombianas, que trabajan en ese prostíbulo. Lo sé por que alguien preguntó por unas colombianas, hasta entonces no tenía noticias de que vivían colombianas en mi bloque de viviendas. En mi bloque de viviendas no hay porteros. En mi bloque de viviendas viven gentes respetables y gentes menos respetables. Hay de todo, pero hay una cierta tendencia..., la balanza gira más hacia las gentes menos respetables. La puerta del portal siempre estaba cerrada, es de hierro de fundición, pintado en negro, y gruesos cristales, pero últimamente como que está abierta de par en par. El prostíbulo más famoso de la ciudad está como a unos dos o tres kilómetros de mi bloque de viviendas. En el prostíbulo se van turnando mujeres, y viajan a otros prostíbulos del país, cada equis meses, eso lo saben muchos. El cielo se llena de efectos luminosos, es la fiesta de mi barrio. Echan cohetes al cielo. Como espermatozoides que lanzan al cielo y explosionan y dan luces, pequeñas luces, como lanzas que lanzan al cielo, petardos a mogollón, ruidos a mogollón, todo es estupendo, adrenalina... Será un fondo sexual, esa tendencia de echar cohetes al cielo. En mi ciudad no se ven las estrellas, por la gruesa capa contaminante, tantos humos de los coches, es una ilusión vivir en una ciudad respirable, en una ciudad sin contaminación ni ruidos, sin coches, es una ilusión, en el fondo deseo que los coches desaparezcan. La plataforma siempre está permanentemente repleta de coches, el edificio prostíbulo está bien pintado en color barro mojado, arcilla mojada, o no sé qué color, en el techo del prostíbulo hay ropas tendidas, «las ventanas están encendidas» pero no se ven, como monigotes, las palabras hacen el amor (oigo a través de un compañero), no me importa. Un sexo artificial, un sexo mecánico, para satisfacer el coito, para que salga el esperma. El prostíbulo, no apto para menores de dieciocho años. He roto cuatro lápices, estoy realmente nerviosa. Los nervios que surgen de mis entrañas. No sé lo que escribo.


(Granada, 16 de septiembre de 2000)

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Ilustración: Kargaltsev (14009468239) by Sasha Kargaltsev / CC BY (https://creativecommons.org/ licenses/by/2.0)



▫ Relato publicado en Revista Almiar (2000). Reeditado en junio de 2020, durante la pandemia de Covid-19.

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