El Vicio y la Virtud
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Adolfo M. Vaccaro
Durante muchos siglos lucharon
en sucesivas guerras la Virtud y el Vicio. Hasta que un día acordaron
la necesidad de establecer una tregua, que tenía como principal argumento
desarrollarse por el mundo en forma independiente y sin mutua interferencia.
La Virtud, que era previsora,
comenzó a elaborar textos que promulgaran sus principios y su ejercicio:
Sagradas Escrituras, constituciones, tratados de paz y acuerdos de
convivencia, fueron instaurados junto a templos, congresos, salas
de conferencia, edificios de enseñanza y museos.
Estas organizaciones,
llevadas con lentitud, ofrecían aspiraciones prometedoras con quienes
la Virtud se sentía orgullosa de compartir.
Mientras tanto, el Vicio
observaba con preocupación el avance de su ex contrincante, y por
tal motivo convocó a sus siete consejeras más confiables
para tratar tan sensible problemática.
—Yo puedo otorgarte la
saña y la furia —dijo indignada la Ira.
—Yo, el deseo y la codicia
—expresó ambiciosa la Envidia.
—Yo, la glotonería —subrayó
la insaciable Gula.
—Yo te presto a mis hermanas:
la fatuidad, la ostentación, la pompa y la presunción
—manifestó, vanagloriándose, la Vanidad.
—Yo te daré la arrogancia,
la altivez, el orgullo y la altanería —declamó la corajuda Soberbia.
—Yo te dono la lascivia,
la liviandad y la impudicia —afirmó sugestivamente la Lujuria.
—Yo pongo a tus servicios
la ruindad, la mezquindad y la cicatería —infirió la sórdida Avaricia.
Al Vicio, aunque agradeció
la prestación de esos servicios por parte de aquellas incondicionales
maestras, le pareció que aún no era suficiente como para hacer declinar
a la Virtud de su éxito alcanzado.
Fue entonces que en medio
de aquella sala y ante la sorpresa de todos los allí reunidos, se
escuchó una voz instigadora que sentenció: —«Yo vengo a ofrecerte
al Hombre, que es el mejor aliado conocido, ya que únicamente por
mi intermedio podrás conseguir el ansiado sueño de destruir definitivamente
a la Virtud».
—¿Y quién eres tú? —preguntó,
subyugado, el Vicio.
—Yo soy la Tentación
—le respondió aquella voz, mientras el silencio sellaba el regocijo
sepulcral del triunfo venidero.
«Tentación es todo lo que nos provoca una desmesurada sugestión. Ésta
desaparece cuando el aburrimiento nos sugestiona con la rutina del
repetido logro».
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* ILUSTRACIÓN RELATO:
El pecado by Julio Romero de Torres, Julio Romero de Torres [Public
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