El jabón como vida propia


Volvía de la oficina, estaba cansado y deseaba bañarse.

Cuando llegó a su casa, fue directamente al baño y abrió las canillas de la bañadera para darse un baño de inmersión. Busco la temperatura justa y dejó que se fuera llenando.

Ya en su dormitorio comenzó a desvestirse.

Su primer movimiento fue hacia la corbata, con habilidad la aflojó y ya no resuelta cayó sobre la cama, de donde se deslizó al suelo. La levantó y la colgó en el ropero. Tras unos instantes la camisa quedó desplazada a un rincón de la habitación. Los zapatos, después de un roce con los pies, cayeron con alboroto al piso. Bajó el cierre del pantalón, se los quitó y los colgó en una percha. Las medias y el calzoncillo terminaron junto a la camisa en el piso.

Ya completamente desnudo, recorrió la casa fijándose que todas las ventanas estuvieran cerradas, no quería tener frío al salir del baño.

Entró al baño y cerró la puerta con gesto automático.

Se sonrió al espejo.

Él vivía solo. Abrió la puerta.

Con la mano comprobó la temperatura del agua. Era ideal, cerró las canillas.

Tomó el jabón que estaba sobre el lavatorio para ponerlo en la bañadera, pero se le deslizó entre los dedos y cayó al agua. Hizo un gesto de impaciencia y comenzó a entrar a la bañadera. Al poner la segunda pierna, lo hizo con tan mala suerte que pisó el jabón tibio, resbaló y pesadamente cayo en el agua, pero no se golpeó.

Se tranquilizó y comenzó a buscar el jabón, pero a cada manotazo se le patinaba entre los dedos. Cuando al fin lo tuvo entre sus manos, lo apretó con rabia, fue tanta la fuerza que hizo, que salió disparado y se estrelló contra su mentón y boca, dejándole un gusto dulzón.

Haciendo un cuenco con la mano se llevó un poco de agua a la boca e hizo buches.

Estaba sentado. Se acostó cuan largo era y sólo dejó la cabeza fuera del agua. Así, trató de distraer su mente pensando en mil cosas. Pero sus ojos se iban hacia donde estaba el jabón. Lo miraba a través del agua aún transparente.

Sumergió la cabeza durante un segundo para mojarse el pelo.

Ablandó su rostro y casi con ternura miró el jabón, con una mano suave lo tomó; lo miró durante unos instantes y con fuerza se enjabonó la cabeza. Cuando sintió la picazón del jabón lo soltó para enjuagarse. Hundió la cabeza en el agua y se restregó los ojos para poder abrirlos.

El agua ya no era transparente. Se sentó.

Tanteó el fondo en busca del jabón, lo tocó con las puntas de los dedos y de pronto ya no lo tocó más. Nuevamente hizo el movimiento con el mismo resultado. Una y otra vez. Furioso se puso de rodillas y con las dos manos buscó en el fondo; una de sus manos lo tocó cerca del tapón, pero no trató de tomarlo, acercó la otra mano y juntas lo tomaron. Su rostro se iluminó. Levantó la cabeza jubiloso y con la suerte que le faltaba desde que comenzó a bañarse, dio con la cabeza en el pico de la canilla, puteó y se llevo las manos al lugar dolorido: no reparó que el jabón caía nuevamente al agua.

Un hilo de agua le corrió por el rostro.

No le dio importancia, sólo se echó agua fresca sobre la herida. Sin saber como, tomó el jabón y siguió enjabonándose el pecho y el vientre, los brazos y el cuello, cuando terminó cuidó que el jabón quedara en la jabonera. No bien lo hizo, dejó que su cuerpo se deslizara dentro del agua para quitarse la espuma.

Se estuvo así, reconfortándose con la tibieza del agua largo rato, con la mente vacía de pensamientos contradictorios.

Tomó el jabón y se frotó las piernas, en uno de esos movimientos, el jabón salió disparado a la otra punta del baño.

Con la mirada perdida salió de la bañadera para recogerlo, pero sin razón aparente, resbalo y cayó sobre el piso.

Comenzó a llorar. Se levantó, se sentó en el borde de la bañadera y se quedó allí, contemplando el jabón en el piso y sollozando.

Volvía de la oficina, estaba cansado y deseaba bañarse.

Entró a su casa ya casi desvistiéndose.

Extrañado oyó sollozos en el baño, fue hasta allí y se vio sentado en el borde de la bañadera y con la mirada perdida.

El jabón estaba en el piso. Él no lo vio.

Dio un paso para tocarse, pisó el jabón y cayó golpeando la nuca contra el borde del inodoro.

En un instante entrevió que se había desnucado.

 


Alejandro Rubio (1999)


 

 

ILUSTRACIÓN RELATO: Soap Bubble76, By Werner100359 (Own work)
[CC-BY-SA-3.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0)],
via Wikimedia Commons.

 

 

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