Caen olvidos como frutos
de los árboles desgajados
por aquella canción que un día
supimos entonar al son de hechizos
de níquel y teas gaseosas.
Retinas de miel como estrellas.
En un vagón de sal y estatua viva
o claraboya de silencio cónico.
Diáfano túnel de miradas.
Isla de aliento mineral.
Racimos de embeleso
meciéndose en los rostros.
Y resbalan diamantes
de estalactitas o lágrimas
de paraísos escondidos.
Y después, tras de mí tu efigie
entre dos mundos.
Más tarde aún transcurrieron
tantas distancias como olvido.
Como arriba un caprichoso segundo
que me expone a tu estampa.
Mi retina se fija otra vez a tu semblante.
De nuevo viajar en tus labios,
en los fulgores de tu rostro,
otra vez piel y bronce tu castillo.
Giran apenas roces de pasión
en elipses de aire y alma libre.
De amor en canales metálicos.
Paseo amargo por jardines
de humo en andenes paralelos.
Hoy te pienso en una estación
de vías mudas como cálidos abrazos.
Sol y lluvia brillando los pájaros de cobre
que irradian y se oxidan lentamente
en céfiros o pupilas de amor.
Hoy quiero entonar para ti
las púrpuras canciones
que preñen las nubes o sueños
que viajan a Oriente y se rinden
a jugar las ondas de tu cabello,
a nadar el mar sepia de tus ojos
y que otra vez siembren el sortilegio
entre nosotros
y que nos vuelva a disolver.
El gallo
Gallos cancionan escarbando
en vano
(César Vallejo)
Altivos cancionan los gallos.
Se empinan sobre su potente voz.
Las gallinas picotean las berzas
y entre ellas cacarean.
Escarba el gallo y mira al cielo.
Se estira, repite a escarbar.
Aúpan sus vistosas plumas los gallos.
Conocen su importancia en el corral.
—Eh, fijaros, fijaros —dice el gallo.
—Qué hermoso penacho —declama.
—Sedoso y curvado —miradlo bien.
Miradme. Oíd cómo canciono.
Y escarba y se eleva y vuelta a escarbar.
—Sepáis que a nadie temo...
Dormitan las gallinas a la sombra.
Sobre la greda se desparasitan.
Lavan sus plumas en baños de tierra.
La piedra
Estatua de piedra
Banco de piedra
Casa de piedra
Muro de piedra.
Camino de piedra.
Cantera de piedra.
Alma de piedra.
Ser de piedra.
¿Acaso no fue dura la explosión
que te separó de tu montaña?
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ÁNGELES YAGÜE
SUÁREZ habla sobre sí misma:
«Nací el 1 - XII - 1950. Estudié Magisterio pero no ejercí sino que
entré en un banco donde trabajaba un tío mío ya que si no tendría
que ir fuera de Madrid a trabajar. Nací en Galicia, Orense. Mi madre
y familia vía materna son de una preciosa aldea, Pedrafita da Santa
Bahía, donde pasábamos los largos veraneos escolares. Fabulosos. Escribo
poesía desde los 13 ó 14, A los 35 comencé a acudir a mi primer taller
poético. Hubo fases de acudir a este tipo de talleres y otras de abandonarlos.
Me hice terapeuta gestáltica con una importante base en psicoanálisis
lacaniano. Esto me ha dado una visión de muchas facetas del comportamiento
humano y social que voy exponiendo en mi poesía. También he escrito
cuentos. La mayoría gallegos, que tengo agrupados en un libro inédito
llamado Contos galegos entrañables. Tengo también inéditos
otros dos libros, uno titulado Corazón al viento y otro
Oleaje, oleaje. En cualquier momento me entrará el empuje de ver
de publicarlos. Pertenezco al Grupo Poético del Círculo de Bellas
Artes en Madrid, desde hace 6 años, y cada vez me apasiona más y más
la poesía. Y me hace disfrutar».
Contactar con la autora: angyague[at]auna.com
Ilustración poemas: Fotografía por Javier Arcenillas © (Participante
en la
1.ª Muestra de Fotografía Almiar 2002)