ALMIAR

Margen Cero

Biblioteca de poemas
1.ª época (junio-julio de 2005)
Selección: Antonio Alfeca



AVELINO GÓMEZ


Noticia del puerto


Salvador conoció a Clara aquel agosto. Ambos eran solos.
Ella vivía bajo cielos de burdeles, y él sobre techos de ladrillo.
Cuando Salvador trabajaba en las azoteas solía detenerse,
miraba el mar y los barcos en los que otros hombres,
destinados a domar sus erecciones, se alejaban.
En tanto, Clara, hundida en el camastro de su cuarto,
preguntaba a los clientes por el mar, y luego se tiraba
bajo los hombres, desnuda, pensando en la brisa y la sal.

Salvador y Clara se decían a sí mismos que eran torpes.
Olvidaban el saludo y, de tanto en tanto, también la sombra.
Ambos extrañaban los buques que cargan semillas y minerales.
Y nada tenían, excepto el nombre, que no estuviera en el mar.

Pero cuando Clara y Salvador se conocieron, a la salida del burdel,
se hablaron de los restos de sus naufragios. «Esta vida no es la mía»,
confesó Salvador. «Si tuviera un hijo que viniera del océano...»,
respondió
Clara.

Luego todo fue sencillo. Ella lo llevó al camastro y tras el oleaje
llegó el sueño en borrascal. Entonces amaneció rápido. Salvador se
sorprendió en la madrugada, emprendiendo la huida. Y en el cuarto,
Clara se
ahogaba en el agua fría de las sábanas.


En el alba

Ella es hermosa bajo la luz del alba.
Sentada en la banqueta desayuna un durazno
y es bella como la angustia en el sueño.
Mírala caminar en busca de un precipicio.
Mírala llevar a la espalda delirio y guardarropa.

Ella no sabe en qué esquina se guarece la demencia
ni en que momento saldrá a su paso,
pintarrajeada de carmín, y dispuesta al beso.
Mírala peinar una peluca con su peine desdentado.
Mira cómo contempla en el espejo sus ojeras.

Hay días en que es Ella la felicidad andando
y hay otros en que habla del dolor con dioses imaginarios.
Pero es hermosa con su durazno en la mano,
sentada en la banqueta, desayunando la mañana.

Yo no sé decirte muchas cosas de esa loquita.
No sé si la su locura le viene por vía materna,
o si la sombra del manicomio creció como un árbol.
Yo no sé repetir, como la lengua del morbo,
la historia de sus delirios. Sólo puedo decirte
que bajo la luz del alba, la demencia siempre es bella.


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AVELINO GÓMEZ GUZMÁN (México, 1973) es licenciado en Letras y Periodismo. Autor de los poemarios El agua y la sal (Feta, 1998), Cuadernos de Tolimán (Col. El Pez de Fuego, Ed. Praxis, 1999) y El mal hábito (Praxis, 2003), así como del volumen de crónicas Vivir en el Puerto (Col. El Pez de Fuego, Secretaría de Cultura de Colima, 2001). Textos suyos han aparecido en el cuaderno de poesía Pleamar (Gobierno de Colima-Ayuntamiento de Manzanillo, 1996); Toda la mar: presencia del mar en la poesía colimense, compilación de Verónica Zamora, (Secretaria de Cultura de Colima, 1997); Poetas de tierra adentro II (Feta 1998); Colima en letras (SEP-Gobierno del Estado de Colima, 2000) y Generación del 2000. Literatura mexicana hacia el tercer milenio, selección de Agustín Cadena y Gustavo Jiménez Aguirre. (Feta, 2000).

Contactar con el autor: avelgomez[at]hotmail.com

Info Ilustración poemas: FILL Shadow by ANUPAM2580 - Own work. Licensed under CC BY-SA 4.0 via Wikimedia Commons.



Sumario del presente número de Mar de Poesías:

Abdul R. Memon Alfredo Vaeza Ángel Barceló Antonio López Medinilla Arianna Castañeda Arnaldo Sejas Avelino Gómez Carlos Juric Carmen Garrido Carolina Hodgson Fedora Vega Iago Chouza Jorge Cuña José Luis G.ª Herrera Juan Carlos Vásquez Mamen Moruno Mario Meléndez Martín Lucía Miguel Á. Ontanaya Natalia Barros Noel Prato Norma Nava Ophir Alviárez Óscar Portela Roxana Palacios Salomón Valderrama Sary Oliva Susana Giraudo Teodoro Frejtman




Separata publicada con el n.º 22 de la Revista Almiar - junio/julio de 2005
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