Quería contarte, Pablo

por Erna Aros

Quería contarte Pablo
todo lo que ha pasado en este tiempo.
Isla Negra está igual y distinta, nada se ha movido del lugar
Excepto las molestias que me dan hombres, mujeres e intrusos
que llegan a pisar nuestro jardín y rompen el silencio
que dejaron tus caminatas

Creo que debías haber construido un cobertizo de cristales
en el lugar donde hacíamos el amor frente al mar,
siempre vuelvo allí.
A veces el viento sur me parte la cara,
en los atardeceres de julio cuando me siento a recordar
envuelta en el chal que nos cubrimos de nuestra desnudez
esa tarde de lluvia.

Hace frío Pa…, no sé si es el tiempo que ha cambiado
o si a esta piel sin tus caricias a mis años se la pegado algún iceberg
Han acontecido tantas cosas… algo te voy a contar.
Tuve que restaurar la Chascona,
después que te marchaste
porque vinieron los marcianos y todo se volvió locura,
levantaron el piso, rasgaron los cuadros,
quebraron los ventanales
que daban para la galería donde tomábamos té.
Yo les preguntaba ¿Por qué? y nada respondieron,
creo que no podían hablar con ese gorro de lana negro,
seguramente no tenían boca, pero sí unos ojos maléficos
que me hicieron quedar lela en un rincón.
Pablo mío… ¿No tendrías algún tesoro escondido?
¿Estos eran los ladrones del cuartel de Ali Baba?
Te diré que no lo creo,
todo lo que se llevaron no lo repartieron con el pueblo.

Te cuento todo esto
porque si bien más tarde volviste
lo hiciste dormido, en cama de media plaza y sellada,
ya no hablaste, y no me extraño, nunca lo hacías muy seguido
Recuerdo que para llevarme a la cama, sólo me decías, ven.
La verdad es que no necesitaba más palabras amor.
Yo escondida había leído los versos que habías escrito a tus amantes
y me di cuenta desde el primer momento que todos eran para mí.
Por eso no requería palabras que sobraran en nuestro mundo
tu respiración era entrecortada, tus besos intensos,
tus manos siempre estaban ocupadas;
una en mi pierna y la otra en una hoja escribiendo un verso
Pero pasaron cosas, que nadie te ha dicho;
algunos de tus amigos se fueron en un crucero llamado Lebu,
dicen que al Caribe, creo que les gustó mucho, pues nunca volvieron
los considero un poco ingratos,
deberían haber enviado una postal avisando cómo estaban.
Ese grupo revoltoso que te gustaba frecuentar se fue al norte,
aparecieron después de casi veinte años
todos juntos dentro de unas tumbas milenarias,
han se ser de alguna cultura aymará dijo el tipo que se creía antropólogo,
aduciendo que era una comunidad pobre
y que se morían todos juntos, para juntos ser enterrados.


Cuando me marche de este mundo querido mío,
quiero que como ellos me entierren junto a ti
Así seguirás escribiendo y tocándome las piernas
y yo seguiré siendo la musa de la razón de tus verbos
Como cuando nos venía el amor en golpes de pasión y tú no sabías
si llevarme en tus brazos o escribir un poema.

No te he contado, que hay unos que se llaman los desterrados,
dicen los de bototos negros que se fueron a buscar fortuna,
y como se hicieron millonarios nunca más volvieron.
Ellos mienten, una vez vi uno en la playa de Cannes,
tenía en su espalda marcas de látigos y dolor.
Pero… no todo ha sido así de extraño…
¿Recuerdas la rebelde estudiante que enjaularon antes de tu partida?
Sí, esa la de los ojos almendrados y cabellos negros que te hacían temblar.
Aunque no lo creas ya es abuela, tuvo tres hijos,
dos ya casados y el más pequeño en la universidad
Este muchachote me hace recordar tus años de juventud,
Arenga a sus amigos, usa cabello largo y siempre camina apurado
con un lápiz, una hoja y un libro en la mano.

Ay Pablo, evoco tus primeros poemas… celosa los dejo todos para mí,
para seguir amando cada línea de tus cantos.
Perdón… tú me conoces, siempre me distraigo, seguiré contándote algo más…
lo bueno amor, lo bueno que ha pasado en tu ausencia.

No te imaginas, hace unos días se llenaron las alamedas
con jóvenes renovados y también inquietos maduros,
una noche me invitaron a una vigilia entre muros y barrotes derribados,
Pensé que era en Berlín,
pero no, es acá, en casa, donde han ido cayendo los cercos,
lo que más me impresionó de ello, es que cantaron como lo hacías tú,
con el puño izquierdo en alto.
Y pensé mucho en ti, que te gustaba del aire, la noche y el titilar de las estrellas.
Y a mí, me encantaba el amarte.
Pablo mío, no te canso más, recuerda que aún espero que vuelvas a buscarme
Ya estoy muy cansada, ha salido tantas veces la luna y no llegas,
desde hace algún tiempo Penélope, teje a mi lado.



Erna Mafalda Aros Pensa nació en 1953 en Chile. Con numerosas menciones honoríficas y premios a sus espaldas en Chile y otros países de habla hispana, destaca con mucho el público reconocimiento a su obra Yo mujer: tentaciones y sensaciones, hecho en carta personal por el Presidente de Chile, Ricardo Lagos. Por otra parte también viene desarrollando una fecunda e intensa actividad artesanal, con exposiciones también por varios países de Hispanoamérica así como en España, sin olvidar su presentación en Holanda ante la comisión de ADELA (Asociación de Exiliados y Emigrantes Latinoamericanos), con sede en Ámsterdam.


Contactar con la autora: ernaaros[arroba]hotmail.com

Ilustración poema: Salvador Allende y Pablo Neruda by Biblioteca del
Congreso Nacional de Chile -
http://historiapolitica.bcn.cl/resenas_parlamentarias
/wiki/Ernesto_Segundo_Araneda_Briones.
(Licensed under CC-BY-3.0-cl via
Wikimedia Commons).

Mar de Poesías

Poemas publicados en Revista Almiar, n.º 13 (noviembre-diciembre de 2003); selección de poemas a cargo de Antonio Alfeca. Web reeditada en julio de 2022.

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