La gran
aventura de
MORTADELO
y FILEMÓN
por
Antonio
Belda
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Dirigida por Javier Feser.
Interpretada por Benito Poncino y Pepe Viyuela.
N
o cabe duda de que cuando el tiempo te da la razón, uno sufre un ataque de vanidad difícilmente controlable. Así, cuando el que suscribe decía que P. Tinto era un personaje de raíces Ibañezcas, no andaba muy lejos de la realidad. Ahora, Feser entra de lleno en la recreación de los personajes más populares del cómic español de línea clara, y no es de extrañar que su creador, el genial dibujante Francisco Ibáñez, esté tan contento con el resultado, ya que la película mantiene una fidelidad de espíritu con los personajes comparable al Obélix de Depardieu o al Spiderman de Raimi.
Para hacer un comentario de esta película se abren muchas líneas de discurso, pero como no quiero aburrirles me centraré en dos. La primera relaciona el film con el entorno del cine español, donde lo que está muy claro (y creo, lo ha estado siempre) es que el espectador demanda carcajadas o al menos sonrisas. De ahí que, Almodóvar aparte, los grandes taquillazos de nuestro cine sean comedias del hígado como Torrente, comedias de trazo sutil y clásico como El Amor Perjudica Seriamente la Salud o El Otro Lado de la Cama, o comedias salvajes como ésta que ahora comentamos. No olvidemos que mientras en los primeros ochenta el cine español arrancaba un puñado de obras maestras, verbigracia Los Santos Inocentes, los espectadores llenaban el cine Callao de Madrid para ver Cristóbal Colón, de Oficio Descubridor. Por eso, Mortadelo está funcionando realmente bien en taquilla.
Pero Mortadelo no es un ente aislado y necesita el apoyo de su inseparable Filemón. Ese ha sido el gran acierto de la película, que mientras Mortadelo sólo requiere encarnación, y Benito Poncino encaja como anillo al dedo, Filemón requería de un actor con experiencia y Pepe Viyuelas aporta el contrapunto creativo y de construcción del personaje, con una firmeza y elocuencia aplastantes (nunca mejor dicho), tanto en la faceta física como anímica. Esta película sólo cobra valor cuando el casting es adecuado, y no solamente lo es en los personajes centrales sino también en los secundarios e incluso en los episódicos. A partir de ahí, las nuevas tecnologías hacen el resto y la traslación del papel a la pantalla se produce con fluidez y sin altibajos.
Quede claro que Mortadelo ha sido un icono imprescindible de mi infancia y que este comentario puede estar impregnado de cierta melancolía o añoranza, la misma que me produjo la mecha explosiva de Misión Imposible o el revisar la primera trilogía de las galaxias en su reestreno (aunque ésta me pilló en su estreno algo más mayor). Vuelvan este argumento al revés y comprenderán que hubiera sido difícil para mí admitir una traición. Qué lejos de la realidad, pasé hora y media muerto de risa...
Ilustración:
Pepe Viyuela, Por BigSus (Image created by me.)
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▫ Artículo publicado en Revista Almiar (2003). Reeditado en enero de 2020.