CHICAGO
por
Antonio Belda

Película dirigida por Rob Marshall. Interpretada por Renne Zelweger, Richard Gere y Catherine Z Jones.

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E

l cine de género siempre se ha movido al albur de las costumbres y la taquilla, pero tiene la ventaja de aparcarse y esperar mejores tiempos. Es muy curioso que cuando reaparece, en los últimos tiempos, siempre es acompañado de premios que muchas veces son más reparadores de antiguas injusticias que testigos de la calidad de lo actual. Ese puede ser el caso de Gladiator, que no le llega ni a los tobillos a Espartaco, sin duda el mejor peplum de la historia. Otras veces no se cumple esta fórmula y, claro, cuando surge una obra de la envergadura de Sin Perdón es normal que reciba premios. Ya tenemos el peplum y el western. En este revival de géneros nos faltaba el musical, aunque el año pasado ya tuvimos Moulin Rouge, película que necesitaba de una buena dosis de biodramina para evitar mareos. Este año llega Chicago, que es una película seria, sólida y de mucha calidad.

¿Qué es lo mejor que se puede decir de Chicago? Probablemente, que si Bob Fosse levantara la cabeza estaría orgulloso de ella, y se sacaría la espina de no haberla visto hecha por él. Pero el debutante Marshall ha preferido camuflarse en la sabiduría del maestro para rendir un justo tributo al realizador que nos regaló el último concepto de musical cinematográfico. Así, Chicago se abre con la famosa canción Todo es Jazz, que era el título del testamento cinematográfico de Fosse, esa obra magna y olvidada en la que, con una postura vitriólica, Fosse saludaba a una muerte encarnada en la espléndida juventud de Jessica Lange, mucho mejor que la vida cargada de problemas y anfetaminas que llevaba hasta la fecha. De Todo es Jazz nace Chicago casi como si Fosse hubiera inspirado este espléndido musical.

¿Qué ha de tener un musical para resultar trepidante? Parecerá una perogrullada, pero, en principio, buena música. En segundo lugar, ritmo y luego ya viene la anécdota, que a veces sustancia y vertebra la película, como es el caso de Hair, otra obra maestra, o a veces es irrelevante como sucedía en la época dorada de Hollywood. En este caso, la partitura está tan afinada que todo se mezcla para que el espectador disfrute de la plenitud del género. Con aires de comedia negra y sin llegar a los extremos tenebrosos de Dinero Caído del Cielo (este musical maldito de Herbert Ross que arruinó a todos los que lo hicieron pero que entusiasmó a los pocos, muy pocos que la vimos), Chicago nos ofrece una nada condescendiente mirada sobre el sistema legal americano y sobre algo tan coyuntural como es el precio de la fama. Por último, es imprescindible que los actores-cantantes-bailarines den la talla. Y vaya si la dan. Gere hace casi lo mejor de su carrera y la pareja Jones-Zelweger brilla con luz propia en su triple faceta. En honor a la verdad, y como es conocido que ellos mismos han cantado las canciones, no me queda más remedio que aplaudir el trabajo de este trío de ases, perfectamente apoyados por Quenn Latifah y Jonh C. Reilly, no menos magníficos aunque en papeles secundarios.

¿Quieren un consejo? Saben que no soy amigo de ellos, pero si no les gusta el musical, es probable que Chicago les abra los ojos a un género muy apreciable, pero si les gusta..., ¿qué hacen leyendo esta crítica...? ¡Corran a verla!


▫ Artículo publicado en Revista Almiar (2003). Reeditado en enero de 2020.

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