cartel homenaje a hilario camacho teatro lope de vega 2006

Hilario Camacho

Amor simplemente

Construí una casa azul
junto a un lago
lleno de esmeraldas
dibujé un manantial de luz
que bañaba un bosque
de palmeras...


De Arquitecto de sueños (1976)
Hilario Camacho


El 16 de agosto de 2006, cuando tenía 58 años, falleció Hilario Camacho. Atrás dejaba una carrera musical marcada por su independencia de las modas y de las multinacionales. Tuvo un gran éxito, Tristeza de amor, sintonía de una serie de televisión de mediados de los ochenta y compuso la canción David, el gnomo, presente en los recuerdos infantiles de muchos. La obra de Hilario Camacho, sin embargo, no se quedó en estos dos títulos repetidos hasta la saciedad por los medios de comunicación que se hicieron eco de la noticia, para «situar» ante la misma a aquellos que no conocían al cantautor.

El cantautor nació en el madrileño barrio de Chamberí, un 8 de junio. Eran tiempos de piperas, de calles adoquinadas, de estraperlo y tardes de cine de barrio de programación doble... para aquel que podía costearse la entrada en el Chueca o en el Quevedo. Aquel día del mes de junio, podemos suponer que los árboles dormitaban por el calor en la calle de Fernández de la Hoz; que los niños miraban los pasteles en el escaparate de los González; que la iglesia de los Paúles daba, como siempre, los cuartos y las horas, el tranvía subiría despacio la cuesta de la calle Martínez Campos y aromas de vino y tapas de bacalao crudo salado saludarían a los obreros que acababan su jornada, en las tabernas de la Glorieta de la Iglesia o la calle Abascal.

En este barrio de Madrid comienza el viaje de Hilario, quien —como él mismo contó en la página web oficial con su nombre (hilariocamacho.com)— tuvo sus primeras gafas a los trece años, consiguió su primera guitarra a los catorce y, un año después, compuso Pilar, una canción que tituló así en honor a una chica que le gustaba.

En 1965, Camacho entra en la universidad y allí, junto con otros compañeros, comienza a musicar poemas de Machado, Miguel Hernández, Lorca... y a templar su guitarra con la musicalidad de los versos de muchos escritores, una experiencia que le marcó para siempre. La primera aparición en disco del cantautor se produjo en Ensayo 2, un recopilatorio grabado en la universidad por el efímero sello EDUMSA, donde incluía dos versiones de los poemas de Nicolás Guillén, El son del desahucio y El fusilamiento. En un chat que Hilario mantuvo en el diario El Mundo (25.03.2003) respondió a una de las personas que le preguntó que Machado, Blas de Otero y el propio Guillén fueron los poetas que más a gusto había cantado.


concierto homenaje hilario camacho sala galileo 2010
Concierto homenaje a Hilario (2010)

En 1972 publica su primer disco en solitario, A pesar de todo, en plena decadencia de la dictadura franquista. Como era de esperar, fue rápidamente incluido dentro de la denominada «canción protesta», aunque a cierta distancia de otros cantautores ya que su protesta era mucho más vital y menos militante, como expresaron tras su muerte algunos de los amigos que le conocieron en aquella época. Camacho siempre se definió como anarco, aunque este hecho no tuvo especial relevancia en unos tiempos en que se sabía con claridad contra quién luchaban todos, unos momentos fielmente representados por la canción L’estaca, del cantante catalán Lluis Llach: «Si jo l'estiro fort per aquí / i tu l'estires fort per allà, / segur que tomba, tomba, tomba / i ens podrem alliberar». Ahí estuvo, estirando también, Hilario quien había formado parte del grupo Canción del Pueblo, junto a Elisa Serna y Adolfo Celdrán, entre otros, un colectivo comprometido con la política que trabajó en pro de una canción popular de calidad que fuera capaz, al tiempo, de denunciar la corrupción y la represión de la dictadura fascista de Franco. Como otros cantautores, actuaban —si la policía no se enteraba, como es lógico— en colegios mayores, parroquias de barrio y asociaciones de vecinos, en donde muchos escucharon por primera vez unas canciones que eran anuncio de la deseada libertad.

Entre 1975 y 1986, publicó cuatro discos: De paso, La estrella del Alba, La mirada del espejo y Subir subir, culminando su época más famosa con el «clásico» Tristeza de amor, tema central de la serie de TVE con el mismo título, de gran éxito —recordemos que en aquella época no había más cadenas de televisión en España—, que incluyó en su disco Gran ciudad. Qué poderosa es la industria de la «comunicación»: si leemos los mensajes escritos en los escasos foros dedicados al cantautor, estos nos refieren, también, de otras canciones: Cuerpo de ola; Arquitecto de sueños; El agua en sus cabellos; Dolores, Dolores..., que habrían significado «más» que aquella que le dio una efímera y justificada fama entre el «gran público». Las canciones de Hilario, desconocidas para una gran mayoría debido al silencio de los «medios» sobre ellas, sirvieron de fondo para una generación que no quiso acomodarse. Intimistas, delicadas, militantes de los mejores sentimientos, las estrofas del cantautor acompañaron amores y desamores, viajes y soledades, sueños e incertidumbres... Si la poesía se hace poesía cuando nos dinamita el alma, Camacho supo encender la mecha en muchos corazones, una llama que sigue prendida en las personas enamoradas de la capacidad lírica y la fuerza expresiva que tenía su música. Y así, rápidamente, fue encasillado por la crítica musical como «cantautor romántico», hecho que a él —al parecer— nunca le molestó ya que consideraba que el amor es lo que mueve el mundo y simplemente lo reflejaba en sus canciones.


Adolfo Celdrán en el homenaje a hilario camacho sala galileo 2010
Adolfo Celdrán (Homenaje a Hilario Camacho; 2010)

Quizá convenga en este punto detenerse un poco para recordar la amplitud y fuerza que tuvo el movimiento del romanticismo, nacido en Europa a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Lord Byron, el gran poeta inglés, creía que la función del poeta era luchar para que hubiera una vida más digna, pero son numerosos los poetas que hicieron —y hacen del romanticismo— una interpretación bien distinta de la de Byron: las ideas reaccionarias o los sentimientos banales tienen también sus adalides. Hilario no era de éstos últimos, de ahí que el encasillamiento de su obra por parte de los críticos sea —a nuestro juicio— incorrecto o, quizá, interesado. Lo nuevo siempre es difícil de definir, es incómodo y, así, despacharon al cantautor con una etiqueta simplista. Y es que corrían otros tiempos. La canción «comprometida» se había quedado sin espacio, había llegado la hora de deambular por los largos pasillos de los supermercados.

Mientras las nuevas generaciones dejaban de un lado la canción de autor por los nuevos grupos pop, aupados por radiofórmulas que no tenían interés en cantautores «anquilosados», Hilario Camacho continuó sacando discos pero la repercusión de los mismos fue cada vez menor. Un publico fiel, sin embargo, le siguió hasta el último momento y supo apreciar no sólo sus nuevas letras sino su búsqueda «...de un lenguaje nuevo, actual y fiel a mi generación, sirviéndome también de una música más ambiciosa que no fuera ya un mero acompañamiento. Una música más rica en armonía y sonido que me condujo hacia el trabajo en grupo y a la música eléctrica». Muchos aprendieron de este compromiso, de la incorporación de los nuevos sonidos que Camacho realizó en sus producciones, pero nunca fue reconocido por ello, y él, que no sabía «venderse», continuó el camino, quién sabe con cuánta amargura, pero con la misma convicción que le hizo cantar en Los cuatro luceros: ...Canciones que aún puede decirse / libremente sin volver la mirada / canciones que aún puede entonarse / libremente sin volver la cara....

El propio Camacho reconoció que el hecho de no haber compuesto música comercial había impedido que la gente le conociera más, pero, como él mismo dijo, la visión personal del autor debe ser independiente del espacio comercial al que pueda llegar, más todavía cuando los gustos de la gente se encuentran dirigidos por programas en donde el locutor se limita a cumplir las órdenes que recibe desde arriba.

Sin embargo, algunas de sus canciones sí entraron en las parrillas musicales, gracias a que fueron interpretadas por otros artistas muy conocidos, como Joaquín Sabina (Taxi, Güisqui sin soda...); Pedro Ruy-Blas (La niña de los Montoya y La Cometa); Luz Casal; Cómplices; Martirio o Maria del Mar Bonet.

Finalmente, Hilario se despidió de nosotros con una carta en la que según palabras del crítico musical Santiago Alcanda, hacía «una manifestación pública y reivindicaba que vivimos en un mundo de estafadores». Él mismo ya había expresado la dificultad de seguir en la brecha, cuando nos encaminamos a una especie de pensamiento único en lo musical enfatizado por las nuevas operaciones televisivas.

Su último disco, Una mirada diferente (producido por Alain Milhaud), se publicó a primeros de octubre de 2006 en el sello Factoría Autor. En la página web antes citada, Hilario escribió sobre el CD: La idea básica de esta producción ha sido seleccionar algunas de las mejores canciones de mi repertorio para rescribirlas de nuevo con una mirada diferente actual dispuesta al cambio. Su peculiaridad consiste en que las volví a grabar sólo con voz y guitarra —como si se tratara de nuevas maquetas— para luego analizarlas desde la raíz, captar y redescubrir su espíritu que, posteriormente, José Mas «Kitflus» supo traducir, subrayar y expresar de forma magistral con unos arreglos instrumentales eficaces, atractivos y llenos de emoción…

Javier Batanero, músico y actor, colaborador, como autor, en su último disco, escribió en un foro* dedicado a Hilario Camacho: Reconocí en La Ser, desde la ducha, una canción de mi colega Hilario. Algo muy grave tiene que pasarle a un cantante como él para que le «pinchen» en una radiofórmula. Desgraciadamente, más tarde, se confirmaron mis peores augurios. Se había marchado al otro mundo, voluntariamente, un hombre introvertido y de corazón frágil como el de un adolescente... Sus compañeros y amigos le despidieron, poco después, con un primer homenaje que se celebró el 23 de octubre de 2006 en el teatro Lope de Vega, de Madrid. Es muy posible que alguna institución se sumara al acto de «boquilla», obligada por el clamor suscitado en contra de su conducta indiferente hacia el cantautor, pero en el escenario estaban varias generaciones de cantautores españoles que quieren seguir defendiendo la memoria colectiva y crear para el futuro. «¡Va por ti, Hilario!», fue el lema del concierto en el que, entre otros muchos invitados, el guitarrista José Antonio Romero interpretó Verónica; Luis Eduardo Aute cantó La belleza; Pedro Ruiz Blas y el grupo Dolores (reunidos después de más de treinta años de silencio), La niña de los Montoya; Miguel Ríos y Sole Jiménez (Presuntos Implicados), Cuerpo de ola y Elisa Serna un poema de Neruda. De las reseñas sobre el concierto, se puede destacar la publicada por Juan José Ventura, en el Periódico de Extremadura (29-10-2006) en donde el periodista remarca el «sabor extremeño» que tuvo el mismo de la mano de la banda de Hilario Camacho, Pablo Guerrero (quien recitó El bardo pescador, un poema dedicado al cantautor) y Luis Pastor que cantó, junto con Caco Senante, Los cuatro luceros. La reseña se complementaba con una breve columna titulada Harto de hipócritas, escrita por Antonio Amores «Vudi», un duro alegato en contra del negocio de la música: Hilario decidió quitarse de en medio harto de la hipocresía de su mundo, de la farsa que le estaban obligando a interpretar y de lo que su productor, Alain Milhaud, le impuso en sus canciones; cambios de arreglos y letras en sus temas más célebres que jamás llegaron a gustarle. Se fue harto de tanto fariseo como hay en el negocio de la música, harto de pasar desapercibido, del desdén de las discográficas...

La noche en que murió Hilario Camacho también haría calor en Chamberí. Podríamos imaginar que desde alguna ventana abierta se oye una canción que habla de vuelos de pájaros, de casas azules, de agua en los cabellos, de Yoko Ono cantando, de un cuerpo de ola soñado, de una señora de ojos tristes, de un sol en invierno... Podríamos pararnos un momento a escucharla —tal vez es la calle Ponzano o la de García de Paredes— y pensar en lo que dice. Luego, el silencio, pero rozando los oscuros balcones habrá pompas de jabón que volarán en el tiempo, poco antes de que Madrid amanezca. Sí, imaginemos que suena una canción que habla del amor, simplemente...

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Artículo por Pedro M. Martínez Corada y José Miguel Jiménez Martín.


* N. de R.: Este foro estuvo en cadizalmar.com/foro_hilario/index.php


Más sobre Hilario Camacho:

• Gracias al cantautor Adolfo Celdrán —compañero y amigo de Hilario Camacho— podemos ofreceros las versiones inéditas en MP3 de Tristeza de amor y La mala pesca. Esta última canción tiene letra de Jesús Pacheco y música de Hilario. Camacho tocaba la guitarra en las dos, Gaspar Payá tocó junto a Hilario la guitarra en Tristeza de amor y Juan Pedro Cornejo el acordeón en La Mala Pesca. Ambos, Adolfo e Hilario, las interpretaron con motivo de la presentación del disco del primero, Jarmizaer, Jarmizaer. La grabación se realizó en la Sala Clamores, de Madrid, en 2002. (Web de Adolfo Celdrán: www.adolfoceldran.com)


Otros enlaces:

De paso (letras del L.P.) | La estrella del Alba (letras del L.P.) | La mala pesca (MP3; canción interpretada por Adolfo Celdrán e Hilario Camacho) | Tristeza de amor (MP3; canción interpretada por Adolfo Celdrán e Hilario Camacho).

• Este artículo fue actualizado con imágenes de los actos celebrados con motivo de la petición al Ayuntamiento de Madrid para que se dé el nombre de una calle al cantautor en dicha ciudad. Hasta la fecha, la petición duerme en el olvido...



Ilustraciones: (cabecera) Cartel del homenaje a Hilario Camacho, celebrado el 23 de octubre de 2006 en el teatro Lope de Vega, de Madrid
• (En el texto, orden descendente) Beatriz Pérez Otin y Víctor Alfaro presentan el concierto-homenaje que se celebró en Madrid, en la Sala Galileo Galilei, el día 20 de diciembre de 2010 (Foto: Pedro Martínez)
• Intervención de Adolfo Celdrán en el concierto-homenaje que se celebró en Madrid, en la Sala Galileo Galilei, el día 20 de diciembre de 2010 (Foto: Pedro Martínez)

• Revista Almiar, n.º 31 / diciembre 2006 - enero 2007 · Reedición de artículo: octubre de 2018.


Sugerencias

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    Revista Almiar (2001-2018)
    ISSN 1696-4807
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