poema por
Pedro Sevylla de Juana

 

A ti Alonso, hijo de Madrid o de Bermeo

Ercilla y Zúniga, o de Valladolid acaso, aunque improbable,

mas de Iberia por seguro;

a ti Alonso, quiero explicarte en estas letras,

gracias a Fortuna, breves,

mi asombro nacido de la separación que haces

de las noche vecinas de los días,

cuando escribes en plena madrugada:

«en una parte oculta y encubierta

tengo cerca de aquí mi gente armada»

gente que atacará al despuntar el alba,

confesando Alonso, al papel, secretos militares;

que soldado eres y escritor

a partes desiguales,

y no sé, lo doy por ignorado,

si actúas para contar

o cuentas para obligarte a hacer lo que has contado.

 

Como escritor, yo, que describe lo ocurrido

y lo mezcla con los deseos personales,

con aquello que quisiera que ocurriera,

dándolo por hecho de igual modo,

te diré que admiro el uso simultáneo

de la pluma y de la espada

blandiendo cada una en una mano:

ora la acción cierta,

ora, previo, su relato.

 

Labrar profundo, muy profundo

para que la tierra se airee y se oxigene,

y luego sembrar hondo

ese grano de trigo, humedecido

durante una semana larga en Valdepero

con agua del pozo y piedralipes,

y eliminar así enfermedades pasadas y futuras

de la semilla repleta de esperanza,

y que la semilla hinche su preñez más fructuosa

variedad antigua de grano adormecido

—coincido con Neruda en llamarla palabra—

pues ya estaba en el principio

del universo, aleteando, aleteando, aleteando

en vigorosa soledad, en abandono activo.

 

Y aunque hoy

hayamos convertido la palabra en sangre,

aunque la vayamos transformando en luz,

sangre a intervalos cada vez más largos

luz en espacios cada vez más breves,

debemos recordar, en el momento todo,

que su capacidad

—palabra lenitivo, palabra espada—

sigue siendo enorme, enorme, enorme;

ingente, apremiante y apretada.

 

Cuando, la puerta europea, en otro tiempo de par

en par abierta, a cal y canto amanece cerrada,

los necesitados de Iberoamérica

y del entero mundo

tienen que asaltarla, reivindicándose

como personas iguales y distintas

que no encuentran

huellas recientes de la humanidad antigua.

 

Europa los relega,

los relegan Portugal y España

los gobiernos europeos

los relegan, más como pobres sin enmienda

que como gentes de su gente

a la que también relegan.

 

Relega España a Ercilla

Madrid lo trata como a desconocido

y aquí reivindico su nombre y su vida

su vida y su obra

como ejemplo de todo aquello

que tenga de ejemplar el uso de la espada

antes o después

de usar con maestría la palabra.

 

Moriste Alonso y no sabes

por Fortuna

lo que tu cadáver fue y vino

de aquí para allá entero o separado;

ignoras que fuiste enterrado,

desenterrado y nuevamente enterrado

enterrado de nuevo, nuevamente;

ignoras que decapitado fuiste, y tu cabeza

vivió aventuras

que tu corazón ignora y viceversa

por Fortuna.

 

 

Canto X de la Araucana (Fragmento)

Escrito por Alonso de Ercilla y Zúniga

 

Estas mujeres, digo, que estuvieron

en un monte escondidas esperando

de la batalla el fin, y cuando vieron

que iba de rota el castellano bando,

hiriendo el cielo a gritos descendieron,

el mujeril temor de sí lanzando;

y de ajeno valor y esfuerzo armadas,

toman de los ya muertos las espadas.

 

Y a vueltas del estruendo y muchedumbre

también en la victoria embebecidas,

de medrosas y blandas de costumbre

se vuelven temerarias homicidas;

no sienten ni les daba pesadumbre

los pechos al correr, ni las crecidas

barrigas de ocho meses ocupadas,

antes corren mejor las más preñadas.

 

Llamábase infelice la postrera,

y con ruegos al cielo se volvía,

porque a tal coyuntura en la carrera

mover más presto el paso no podía.

Si las mujeres van desta manera,

la bárbara canalla ¿cuál iría?

De aquí tuvo principio en esta tierra

venir también mujeres a la guerra.

 

Vienen acompañando a sus maridos,

y en el dudoso trance están paradas;

pero si los contrarios son vencidos,

salen a perseguirlos esforzadas;

prueban la flaca fuerza en los rendidos

y si cortan en ellos sus espadas,

haciéndolos morir de mil maneras,

que la mujer cruel es lo de veras.

 

Así a los nuestros esta vez siguieron

hasta donde el alcance había cesado,

y desde allí la vuelta al pueblo dieron

ya de los enemigos saqueado.

Que cuando hacer más daño no pudieron,

subiendo en los caballos que en el prado

sueltos sin orden y gobierno andaban,

a sus dueños por juego remedaban.

 

Quién hace que combate y quién huía,

y quién tras el que huye va corriendo;

quién finge que está muerto y se tendía,

quién correr procuraba no pudiendo.

La alegre gente así se entretenía,

el trabajo importuno despidiendo,

hasta que el sol rayaba los collados,

que el General llegó y los más soldados.

 

Canto X de la Araucana (Fragmento)

Escrito por Alonso de Ercilla y Zúniga

Traduzido por Pedro Sevylla de Juana

 

Estas mulheres, digo, que estiveram

num monte escondidas esperando

da batalha o fim, e quando creram

que ia de revés o castelhano bando,

ferindo o céu aos gritos desceram,

o mulheril temor de si lançando;

e de alheio valor e esforço armadas,

tomam dos já morridos as espadas.

 

E a voltas do estrondo e multitude

também na vitória embevecidas,

de medrosas e macias de costume

se voltam temerárias homicidas;

não sentem nem lhes dava pesadume

os peitos ao correr, nem as crescidas

barrigas de oito meses ocupadas,

que correm melhor quanto mais grávidas.

 

Se chamaba infelice a postreira,

e com rogos ao céu se volvia,

porque a tal conjuntura na carreira

mover mais presto o passo não podia.

Se as mulheres vão desta maneira,

a bárbara canalla qual iria?

De aqui teve princípio nesta terra

vir também as mulheres à guerra

 

Vêm acompanhando a seus maridos,

e no duvidoso transe estão paradas;

mas se os contrários são vencidos,

saem a perseguí-los esforçadas;

provam a fraca força nos rendidos

e se cortam neles suas espadas,

fazendo os morrer de mil maneiras,

que a mulher cruel o é deveras.

 

Assim aos nossos esta vez varreram

até onde o alcance tinha cessado,

e desde ali a volta ao povo deram

já dos inimigos saqueado.

Que quando fazer mais dano não puderam,

subindo nos cavalos que no prado

soltos sem ordem e governo andavam,

a seus donos por jogo remedavam.

 

Quem faz que combate e quem fugia,

e quem depois do que foge vai correndo;

quem finge que está morrido e se tendia,

quem correr tentava não podendo.

A gente alegre assim se entretenía,

o trabalho importuno desprendendo,

até que o sol riscava os collados,

que o General chegou e os mais soldados.

 

Pedro Sevylla de JuanaPedro Sevylla de Juana. Académico Correspondiente de la Academia de Letras del Estado de Espírito Santo en Brasil, nació en plena agricultura de secano, allá donde se juntan la Tierra de Campos y El Cerrato; en Valdepero, provincia de Palencia y España. La economía de los recursos a la espera de tiempos peores, ajustó su comportamiento. Con la intención de entender los misterios de la existencia, aprendió a leer a los tres años. A los nueve inició sus estudios en el internado del colegio La Salle de Palencia. En Madrid cursó los superiores. Para explicar sus razones, a los doce se inició en la escritura. Ha cumplido ya los setenta, y transita la etapa de mayor libertad y osadía; le obligan muy pocas responsabilidades y sujeta temores y esperanzas. Ha vivido en Palencia, Valladolid, Barcelona y Madrid; pasando temporadas en Cornwall, Ginebra, Estoril, Tánger, París, Ámsterdam, Villeneuve sur Lot y Vitória ES, Brasil. Publicitario, conferenciante, traductor, articulista, poeta, ensayista, editor, investigador, crítico y narrador; ha publicado veinticuatro libros, y colabora con diversas revistas de Europa y América, tanto en lengua española como portuguesa. Trabajos suyos integran seis antologías internacionales. Reside en El Escorial, dedicado por entero a sus pasiones más arraigadas, vivir, leer y escribir.

🌐 Web del autor: www.pedrosevylla.com
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