relato por
Walter E. Pimienta

 

Qué soledad, la del príncipe sin reino,
la del hombre sin calor.

(El espinazo del diablo)

 

E

n la plaza municipal, exhibido al público cual un peligroso y temerario reo, veo al toro que el pueblo se comerá mañana. Está echado a placer en el suelo como un monarca en su trono y con un grueso cáñamo de fique, de los cachos, le tienen amarrado a un legendario almendro del parque.

La curiosidad humana de las cinco de la tarde se detiene y mira en el toro del parque, al que matarán mañana, sus carnes para posta guisada y sus lomos suculentos para asar, y no ve, en cambio, el ámbito de tristeza que se acumula en sus ojos y lo que será su mala muerte confirmada oficialmente en el permiso y la autoridad de don Arturo Charris, el alcalde, certificando del bovino su buena salud y sanidad sin dudas.

El toro del parque, al que matarán en horas de la madrugada, es la noticia de lo que resta del día… «Mañana hay carne», dice la gente y un transeúnte que va por ahí, ducho en el menester, ojeándolo apenas de soslayo, suspendiendo su insistente ejercicio de silbido callejero y provinciano, tal que si le leyera una lápida histórica, dijo:

—Pesa 25 arrobas y está bueno pa’ cuchillo.

Le quedan pocas horas de vida al toro del parque, al que matarán mañana, pero la verdad es que ya está autentica, definitiva y físicamente muerto desde que cuatro baquianos de a caballo y mulas, le trajeron de los montes donde persiguiendo a un regicida jaguar, montaraz y primitivo, defendía hasta hoy a sus vacas del amor sobrellevando en cada cuerno la muerte de la fiera de voz ronca temerosa de su filosa embestida sin redención ni manumisión…

—Es de los Arteta —dice uno que sabe mucho de genealogías vacunas sobre el toro del parque, al que matarán mañana; pero nadie dice nada del porqué de la tristeza de toro-hombre que le embarga y le compunge y por el que ninguno hace un rosario póstumo ni doblará campanas sino que le mira y le mira y le sigue mirando con prolongados ojos funerales, guardándose para sí la silenciosa disposición estomacal de un bistec en un instante de original delirio carnívoro prehistórico…

El toro del parque, al que matarán mañana, no deja de ser un espectáculo de muerte; hasta su cuero hecho de retazos negros y blancos, tiene comercializado precio y entonces muge y resuena su pecho como una caja sonora y su mugido que es música de triste fallecimiento se escucha en las cuatro esquinas de la tierra; pero es inútil y vano lo que haga… nadie le escucha bajo el doméstico cielo rojo de la tarde… ni los suyos…

…El toro del parque, al que matarán mañana, de todos modos no verá más la luz de otros días y morirá, sí, morirá mañana… está amarrado al almendro donde han amarrado a tantos ya muertos y que de la misma manera vieron morir en los pueblos y en tiempos de guerra, próceres sin nombres conocidos ni recuerdo permitido… Morirá como su toro abuelo y su toro padre, mostrando a toda la vecindad su firme anatomía de pura carne, presencia de selva inmemorial olorosa a montaña virgen y bañado de sol, vestido de florecidas enredaderas, opuesto al hombre-tigre que mata porque le mata en el filo fulgurante y tajante de metálicos cuchillos que sacarán de su corazón y en la desigual reyerta, amapolas de espanto…

Un carnaval de alegría y gritería habrá al día siguiente con gentes que se empujan y vociferan comprando a los silentes carniceros las carnes del toro del parque, al que matarán mañana, y del que no se salvará ni el mal destino de sus huesos de los huesos de su alma…

…Ahora me voy del parque sin mirar atrás para no encontrarme de nuevo con ese expresivo rostro de toro casi humanizado al que matarán mañana con un armado abrazo de verdugo… Ya nada le queda sobre el mundo y vestido de madreselvas y pasionarias colgantes, aferrado al filo de sus letales astas, bravío y cimarrón, sobreviviendo a su tragedia sin asesino tigre verdadero que le mate, morirá en la catástrofe irremediable e insaciable del milenario y cavernario apetito humano…

 

separador relato El toro del parque

 

Walter Pimienta Jimenez
   Este relato forma parte del trabajo Crónicas del otro MacondoHistorias para ganarle al olvido— del autor Walter E. Pimienta Jiménez.


📧  Contactar con el autor: walter53pimienta [at] hotmail [dot] com

📷Ilustración relato: Fotografía por efes / Pixabay (dominio público)

 

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