artículo por
Arturo Gutiérrez Luna

E

l pensamiento de Alma Karla Sandoval (Jojutla, México, 1975) ha quedado plasmado en una obra de reciente publicación que sobrevive a contracorriente y cabalga exitosamente entre los géneros literarios que su talento toca. La excelencia de su pluma irradia cada página, más allá de teorías, géneros, corrientes y escuelas literarias porque su voz brillante campea en complicidad con la excelencia en el arte de la palabra.

Quienes pretendan que la poesía de Alma Karla Sandoval expresa lo mejor de su imaginación dejan de lado el genio de sus ensayos, escritos en los cuales su pensamiento se expresa con la más fina suspicacia, no obstante hacerlo a salto de mata. Sus ensayos animan la literatura regional y nacional aunque su huella más profunda queda en la poesía. Sin embargo, la tarea reflexiva que se ha impuesto ya recrea la cartografía de la literatura regional. De manera que el acercamiento a sus ensayos constituye una persecución la cual cada vez se encuentra más cerca de su pesquisa, más a modo en su esencia, más acomodada en la fuerza de la tentativa reflexiva. El genio de su talento apunta alto en las disquisiciones de que se ocupa.

Habiendo experimentado exitosamente otros géneros literarios, en el caso de Alma Karla Sandoval constatamos que persiste en encontrar la voz de su reflexión, el tono de su pensar, la suspicacia más apreciada. Por ello sigue andando entre las obras de su preferencia. Peregrina de los libros, mujer de libros con un cuarto a cuestas, continúa laborando en la creación de su obra. Con igual entusiasmo dedica su talento tanto a la narrativa como a la reflexión.

Los ensayos de Sandoval salen a la luz como respiración del alma sobre aquello que ama. Sus líneas bufan alma en cada letra. Se trata de reflexiones que logran conectarse con las obras de su interés. De ahí que nos llegue un aire de extravío y de expedición en sus líneas. Parecieran apuntes dados a la libreta pero que están destinados a alimentar obras mayores, las cuales, sin embargo, no merman en la calidad de sus observaciones. Es en todo caso, una lectura aguda la que propone, es una lectura donde apuesta la excelencia del lector que accede al texto armado del amor por la palabra.

Una referencia a su comentador Ulises Paniagua permite admirar la intuición de su narrativa que no escatima en la reflexión. A ese respecto, Paniagua señala sobre su narrativa:

Para aquellos prejuiciosos que pudieran esgrimir alguna crítica en contra de lo banal que puede resultar el tema de las relaciones amorosas, es necesario aclarar que la mirada de Sandoval en ningún momento se conforma con ello. Va más allá, estableciendo a través de los cuentos la terrible relación entre la violencia ejercida hacia la mujer y la violencia ejercida sobre los derechos humanos y sobre la sociedad. La propuesta literaria, en todo momento, aboga por el derecho a la libertad, tanto física como de pensamiento (Paniagua, 2014).

Incluso en su narrativa, Alma Karla Sandoval no escatima la mirada crítica. Tal como nos tiene acostumbrados en sus textos literarios, la autora muestra un esmerado pensar en su ensayismo, la cual le permitió obtener el premio nacional de periodismo, con el trabajo titulado El reportaje un “alebrije” (2011).

Al realizar el inventario de los recursos estilísticos en la obra de esta autora, dice el crítico:

El convite de los cuentos es infinito en este libro. La voz de Alma Karla Sandoval, en Todos los mares llevan a Virginia es una voz limpia; que a través de la transparencia reivindica los derechos de las mujeres y de los seres humanos. Así, en el universo de sus múltiples cuentos, una mirada crítica y femenina se atreve a confrontar al mundo. No es esa estática rebeldía de Emily Dickinson, encerrada en su habitación para escribir poemas; es la vorágine, la tormenta desatada por una mujer en fuego que asoma, más allá de una imagen frágil y sutil, por encima de los dogmas y la censura. En este libro, Sandoval recuerda la importancia de cantar a pulmón abierto sobre las heridas, nos advierte de no ignorar el gran anhelo de la vida. Como diría Simone de Beauvoir al respecto: «Para (la mujer), existir significa remodelar la existencia. Vivir es la voluntad de vivir» (Paniagua, 2014).

La crítica de Alma Karla Sandoval subvierte entuertos y levanta muertos. Se caracteriza por navegar con las alas de la ironía y la suspicacia. Es la gracia de la palabra la que habla en sus ensayos. La escritora deja caer cada vocablo como piedra sobre el cristal de la realidad. Sus ensayos allanan la negritud de la realidad con el consuelo de ciertas iridiscencias. Su pensar es una expedición que descubre para sus lectores aquellos mundos inusitados, aquellos juegos que revelan la vida misma. Su escritura reflexiva concurre cual canto de cenzontle que aspira a la creación, pero, asimismo, a la astucia.

Bien se sabe que Morelos no es una plaza culturalmente sobresaliente en nuestro país. Nadie ignora que su cercanía con el Distrito Federal opaca eventos, producciones originales e incluso el ánimo de los artistas de trabajar para ellos mismos o en proyectos con otros. Estas son algunas de las razones por las que se debe subrayar el esfuerzo de los cinco poetas que Campos y Arce eligieron. Y es que su lucha en contra del anonimato los sitúa en el plano de los héroes o, sin exageraciones, en el de los promotores culturales dispuestos a dar la cara por su expresión. Eso ya es mucho en tiempos de crisis (Sandoval, Un libro de salmones con árboles adentro, 2009).

La suya es una ensayística que puebla el mundo denostado, el cual antes había sido abandonado a su suerte. Un nombrar por enésima vez tal mundo para que perviva en sus imágenes y en su trabajo persuasivo. Así, sus ensayos debutan a una original pensadora, amante voraz de la profundización en, por, para la literatura.

Su quehacer de lectora, asidua y crítica, encara la obra como parvada de palabras subiendo la cuesta:

No, él no es el escriba que manda en las palabras, su nombre no fue borrado de la piedra, y, sin embargo, huele y escucha las mugres del mundo y se niega a llorar. A él, las ganas de besar no se las quita ningún campeón de ninguna porquería porque canta de pie en medio de la niebla, porque contempla los pedazos fríos de este mundo y la basura parlante de los callejones como un gorrión que vuela detrás de los tangos que difumina el siglo (Sandoval, El poeta como enterrador de tesoros, 2014).

Una constante en la obra reflexiva de Sandoval radica en el espejeo realizado sobre el oficio de poeta. En sus ensayos aparece una y otra vez la crítica del quehacer del poeta, del escritor, del pensador. Su ensayística revela una preocupación continua, casi devoción, por los procesos creativos del escritor.

Por ello, ante sus ensayos hemos de permanecer alertas. El lector corre el riesgo de abjurar de sus ideas, de sus lecturas, de las interpretaciones a que ha podido acceder. Tal es el reto intelectual que sus ensayos concitan.

Es la cultura lectora la que habla a través de los ensayos de Alma Karla Sandoval. Diserta como quien poematizara las reflexiones. Habla con los hombres ilustres de todos los tiempos. Su labor es un trabajo a ultranza que apuesta por la conversación. Reflexiona de tal forma que la poesía brota del silencio:

Esto porque la obra de Saúl Ibargoyen se torna inclasificable desde la primera etapa de su producción. Recordemos que tampoco es un poeta social propiamente dicho aunque señale las miserias del consumo, los peligros de la posmodernidad tardía que nos circunda, no lo es puramente barroco aun cuando sus contrastes, contrapuntos, pliegues y repliegues lingüísticos sorprendan y no lo es surrealista a la manera de Breton ni a la de Vicente Aleixandre aunque abreve de ellos, lo que sí puede inferirse con seguridad es que se trata de una poesía dialógica, es decir, incluyente (Sandoval, El poeta como enterrador de tesoros, 2014).

Lectura asidua que llama a leer vorazmente los textos a que invita con sus comentarios. Por eso su trabajo persuasivo en los ensayos resulta en llamado a la libertad. Sandoval cree que el lector debe tomarse la literatura como atentado contra su vida. Ha de reclamar que le escriban a él y no a los otros.

Un trabajo de orfebre sobre los textos caracteriza los ensayos de Sandoval, como lo muestran las observaciones inteligentes sobre la obra del poeta. Es la perfecta conciencia de la palabra, su urgencia y trascendencia. Sandoval revive la literatura que salva al mundo. «La poesía puede salvar al mundo», diría en una entrevista. No obstante lo cual, en sus ensayos reitera la devoción por la escritura auténticamente comprometida con salvaguardar la oportunidad del diálogo entre los seres humanos. Se trata en todo caso de una ensayística cautivada por la necesidad de confluencia con los individuos inmersos en la cotidianeidad.

En sus ensayos, la literatura sirve para allanar la turbulencia y huir hacia la felicidad.

Hay otro siempre en los poemas de Ibargoyen y no suele ser un otro u otra con privilegios, pero al mismo tiempo lo son a raíz de su existencia, de su milagroso estar en el mundo que la palabra otorga. De ese modo va afincándose una polifonía irrenunciable en los poemas del escriba hasta convertirse en música por debajo de las letras, en un ritmo más allá de las anáforas. Se trata de una cadencia que responde a cada lugar de su afecto, no sólo de su respiración, sino de los lugares que la voz concita, recorre, de las escenas de ciudad, de cuartos rotos, de jardines avasallados por la mancha urbana, de promesas incumplidas, de elegiaticos momentos que salva esta voz para fijar aquellos que somos, memoria, y para construir, temerariamente, un museo de la experiencia en un tiempo, diría Bauman, inaprensible, líquido (Sandoval, El poeta como enterrador de tesoros, 2014).

Esta capacidad de variación en sus registros define la literatura de Sandoval. Su obra es prisma donde se flamea el fuego de la vida en sus distintas manifestaciones. Es eco que no distorsiona sino enriquece los sentidos y acepciones de la ruindad de las cosas en la espiral estética del ritual.

Ibargoyen es reconocido, pero hace falta, y estos renglones han aspirado a ser una tentativa, admitir por lo alto, esto es, con el rasero de la crítica más connotada de nuestro panorama, una obra cuya monumentalidad debe estudiarse todavía más de lo que ya se deconstruye, una obra que debe escarbarse a profundidad, y volitivamente, para encontrar en su entraña los tesoros de los que provee: no son joyas ensangrentadas, no son monedas de cambio capitalistas (Sandoval, El poeta como enterrador de tesoros, 2014).

Sandoval se refiere así, explícitamente, al arduo trabajo de profundización del crítico sobre los textos. Hay que atender al texto en todas sus implicaciones. El lector debe persuadirse para decantar así todos los matices del registro de la escritura. Obra de entrenamiento y formación la del ensayista; dirimir las asperezas entre autor y lector.

Lo que prevalece en sus ensayos está a la vista: ocasionar la conversación y la escucha. Sandoval se interpone como interlocutora inteligente a quien ha de escucharse; quiere provocar la escucha entre escritores y lectores, que permanezcan alertas, siempre a la escucha unos y otros.

De ahí que su oficio haya sido exaltado por sus críticos, entre quienes destaca Paniagua:

El oficio está presente a cada párrafo. Sandoval es una escritora con experiencia y conocimiento, intensificado gracias a su actividad catedrática, que la mantiene en contacto con las letras en el más fresco de los abrazos (Paniagua, 2014).

En efecto, un profundo amor por la escritura sostiene el trabajo de Alma Karla Sandoval. Es a la sombra del oficio donde ha aprendido línea tras línea, página a página. En este sentido, sólo quien ha iniciado la escritura consuetudinaria puede comprender los textos de la vida y para la vida.

Por eso Sandoval inquiere a la realidad hasta torcerle el cuello. La acecha y la trastoca con su conmovedor compromiso con la palabra. Enfrente de la realidad compone su canto. Asimismo, su ensayo se expresa de cara a ella.

Esto queda aclarado en la entrevista que Ricardo Cruz le hiciera en 2011:

—¿Cómo quiere ser recordada Alma Karla Sandoval?

Ella toma un respiro, sonríe y contesta: —Para empezar si quiero ser recordada y por quién. Como una buena mujer, buena persona que por cierto me cuesta trabajo. Cuesta mucho trabajo ser congruente con los valores que tienes, cuesta mucho trabajo no mentir, no condescender con la gente. A mí me parece una falta de ética impresionante decirle a alguien que está haciendo algo bien si no lo está haciendo. No puedo con eso. Quizá la que saco adelante al estado, la que dio la cara por la entidad, una buena escritora referencial (Sandoval, Entrevista: Alma Karla Sandoval Arizabalo, 2011).

La lectora Alma Karla Sandoval está acostumbrada a la distinción y a la aventura. Sus observaciones evocan esa particular campana en que retumban los trabajos que comenta. Se trata, en parte, de expediciones a nuevos sueños, a inciertas aventuras y a utopías transitadas.

Una rotundidad de la palabra establece sus preferencias y determina los oficios del afán creador. Es la grandilocuencia cansada de callar, hastiada de guardar el secreto.

Esto debería ser una carta o la intentona de un cuento. Pero no será ninguna de las dos cosas. Cosas. Una lectura es una de ellas y también el estremecimiento del que habló Borges más allá de Benedetto Croce y Pound con sus abstractos y concretos que supuestamente no pueden mezclarse. (Sandoval, Sobre Poemas en hucha. Poesía de Pedro Granados, 2012).

No es el temor el que tiene a Sandoval frente a las letras, sino su deseo inextinguible de abrogarse los tesoros que cada verso canta.

La reminiscencia de sus observaciones es la que particularmente hace el temblor en la llaga. Su mirada sutil posibilita la recreación de la sospecha y la intriga de cada poema. Su mirada fina está acechando a la hora en que la cruda verdad desviste su alma.

La arena de su horizonte plasma en el rostro del libro una huella de quien azotó sus páginas para sacudir su sentido. Algo como una violencia que estremece al texto porque le exige, porque espera más de su decir trémulo.

Pero se nota como una infección, como las manitas de verano que no pudo ver Vallejo. Es Perú después de todo, es Lima, es la distancia de esos puertos, la arena dramática. ¿Poemas como cangrejos? Quién sabe. Si los poetas van para atrás no me interesa. De cualquier modo avanzan, el norte, el sur, son culpa del mundo (Sandoval, Sobre Poemas en hucha. Poesía de Pedro Granados, 2012).

Sandoval exige latencia de valentía en cada verso. La respuesta no es clara. Nos consta su devocional ejercicio de la poesía. En este sentido, su crítica no admite abjurar del rigor, como si fuera la peste. Lo sabemos de sobra.

De ahí que encontremos a la puerta secreta que su lectura nos abre:

Y juro que puedo seguir leyéndote mientras te imaginas el mar en prosa porque su espuma necesita horizontalidad y porque es cierto, en ello descansa lo más efectivo de tu poesía, en hallazgos como la noción que nadie brindar esta noche más que por la travesura de la playa por el amor que no tiene extensión ni profundidad mayor que una sonrisa, por ese evento intrascendente que detectas, que miras desde las córneas del vidente, del que cruza dos calles todos los días y con eso le basta, con versos de corta dimensión, de ritmo que pudo haber sentido Paul Gaguin en el mar Polinesia, de vaivén sobrio, como la música que se contiene, que espera su momento, su instante de verso luminoso para habitar la página y hacerla bailar dulcemente con el significado (Sandoval, Sobre Poemas en hucha. Poesía de Pedro Granados, 2012).

Según su propia mística, algo queda por hacer mientras somos peregrinos de esta tierra: lo mejor de uno mismo por los demás.

Yo sí creo que uno se tiene que ir de su lugar de origen y después volver por los que no pueden. Porque si uno puede, hay otros que no, por eso doy clases, porque también quiero que ustedes se vayan y luego regresen (Sandoval, Tienes que irte de tu origen y volver por los que no pueden, 2011).

Tal como intentamos insinuar, el ensayismo de Sandoval hiere la entraña de la pasividad porque inquieta mediante su reflexión. Son textos que traen a cuento una lectura cuidadosa y brillante de obras que han marcado la pasión por las letras. Sus ensayos provienen del fuego y en él se definen las temáticas que aborda. Por eso la ironía respira en cada línea. Por ello el improperio gotea en cada página. A esto se debe que la suspicacia funde nuevas perspectivas de lectura.

Ser escritora con conocimiento y experiencia le viene de cepa a Alma Karla Sandoval. Lo que llama la atención de sus lectores es la inteligencia con la cual se lanza al texto para mostrar su valor, para erradicar certezas y dar pie a la imaginación y al sueño. Tal pareciera que su intención fuera denostar al mundo para llevarnos a otro mundo mejor, el de las letras. Por lo menos queda claro que en la literatura encuentra una mejor pasión que enriquece al mundo.

Mujer entre letras de otros desde su infancia, devino en mujer de letras con geniales dardos propios.

 

Bibliografía

– Paniagua, U. (1 de agosto de 2014,). Todos los mares llevan a Alma Karla Sandoval. Obtenido de Blog de Ulises Paniagua (Escritor Mexicano): http://ulisespaniagua43.blogspot.mx/search?updated-max=2014-08-06T15:26:00-07:00&max-results=7&start=12&by-date=false– Sandoval, A. K. (Mayo de 2009). Un libro de salmones con árboles adentro. Obtenido de La Otra Revista: http://www.laotrarevista.com/2009/05/canto-de-amates/

– Sandoval, A. K. (Junio de 2011). El reportaje un «alebrije». Obtenido de Palabra digital: http://palabradigital.com.mx/palabradigital/?p=370

– Sandoval, A. K. (27 de febrero de 2011). Entrevista: Alma Karla Sandoval Arizabalo. (R. Cruz, Entrevistador).

– Sandoval, A. K. (28 de febrero de 2011). Tienes que irte de tu origen y volver por los que no pueden. (J. Martínez de la Sota, Entrevistador).

– Sandoval, A. K. (s/d de s/m de 2012). Sobre Poemas en hucha. Poesía de Pedro Granados. Obtenido de Letra.s5: http://www.letras.s5.com/pgr290212.html

– Sandoval, A. K. (8 de abril de 2014). El poeta como enterrador de tesoros. Obtenido de Palabra Virtual: http://www.palabravirtual.com/ibargoyen/index.php?ir=critica30.php

– Sandoval, A. K. (2015). De una antípoda a otra. Ensayos para caminar bajo el mal tiempo y una crítica a la educación. México: Ediciones y punto.

 

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Arturo Gutiérrez Luna (Tec. de Monterrey).

Contactar con el autor: arturogutierrez [ at ] itesm [dot] mx

 

📷 Ilustración artículo: Alma Karla Sandoval, fotografía (detalle) por Secretaría de Cultura Ciudad de México from México, CC BY-SA 2.0, via Wikimedia Commons.

 

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